Embajador Han: los 50 años de relaciones entre Corea y la Santa Sede, evangelización y bien común.
de Thomas Han Hong-soon*
Las evaluaciones del embajador de la república de Corea en el Vaticano, al finalizar su mandato. La fructífera influencia del cristianismo en el País. La Iglesia católica es la institución más estimada. Dentro de 30 años los católicos serán el 50 % de la población. Las esperanzas para una visita del Papa Francisco y las sugerencias para China.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Se celebran este año los 50 años de las plenas relaciones diplomáticas entre corea del Sur y la Santa Sede. Para la ocasión, hoy 19 de diciembre el secretario de Estado mons. Parolin celebra una misa en la capilla del Colegio coreano en Roma, con la presencia de fieles, embajadores y encargados de negocios. AsiaNews, pidió al honorable Thomas han Hongsoon una evaluación de estos 50 años. Él fue embajador desde 2010 hasta 2013. Desde hace pocas semanas fue substituido por Kim Kyung-Surk.

En la reflexión, Han subraya el importante contribución que la Iglesia católica y el vaticano han dado y continúan dando a la nación coreana en el campo de la modernización, de la dignidad humana, en el desarrollo y de la caridad. Una encuesta de un instituto budista muestra que la Iglesia católica es considerada como la primera y más importante religión en Corea. Según algunas proyecciones, en 2050 más de la mitad de los coreanos pertenecerán a la Iglesia católica. Por el momento es fundamental la evangelización y una posible visita del papa Francisco, ya muy conocido y apreciado en el País. El modelo coreano de relación con la Santa Sede podría dar pie también para las relaciones diplomáticas con China.

Las relaciones entre el vaticano y Seúl son vivas desde hace tiempo, aún antes de estos 50 años que ahora festejamos. De hecho, antes que existieran relaciones diplomáticas entre la S. Sede y Corea, había relaciones entre la Iglesia de Corea y la Iglesia universal. Es importante poner en relieve la contribución que hizo el Vaticano para el desarrollo humano y social de Corea. Esto empezó ya con los inicios de la Iglesia católica en corea y hasta en las persecuciones; luego con la presencia de los misioneros, los cristianos han contribuido a la modernización del País y sembraron el desarrollo humano. Un ejemplo es la experiencia de igualdad entre los seres humanos y la difusión de una cultura de amor. En las primeras comunidades cristianas de Corea los dueños se sentaban junto a sus esclavos, como expresión de fraternidad. Esto era inimaginable antes de la llegada del cristianismo.

La Iglesia siempre tuvo en el corazón el bien común de País. Después del concilio Vaticano II, la contribución al desarrollo- con el impulso hacia la democracia y la justicia- estuvo siempre más presente y abundante. También desde el punto de vista político se debe recordar que durante la colonización japonesa (1905-1947) la Santa Sede no dejó de reconocer a los coreanos como un pueblo y a Corea como una nación. Al final de la segunda guerra mundial, antes que Corea fuese reconocida por la comunidad internacional como un País soberano (1948), en 1947 la S. Sede envió un delegado apostólico. En tal modo la S. Sede fue el primer País en reconocer a la Corea moderna, antes que la Onu.

El delegado apostólico Patrick Byrne (1888-1950), misionero Maryknoll, no dejó jamás el País, ni siquiera durante la agresión comunista del norte. Por esto fue arrestado y murió por los sufrimientos y el frío en las llamadas "marchas de la muerte" infligidas por el régimen de Pyongyang. Nosotros lo consideramos un mártir. La Santa Sede ha querido vivir junto al pueblo coreano estos momentos difíciles.

Las relaciones diplomáticas han seguido creciendo aún más con la contribución de la Iglesia por el pueblo coreano y son motivo ulterior para agradecer esta unión. La Iglesia ha contribuido en todo sentido en la dignidad de la población y del individuo: derechos humanos, justicia, pero sobre todo en la caridad. También en relación con corea del norte, la Iglesia continúa a estimular a una reconciliación. Buscar la reunificación de las dos Coreas sin una verdadera reconciliación no tiene significado nada. Estoy muy emocionado pensando en estos años, viendo esta contribución especial que la santa Sede y la Iglesia han dado al País.

Tal aprecio se revela también en algunos sondeos. En una encuesta reciente hecha por una organización budista, la religión católica está evaluada en el primer puesto, como la más estimada e importante de las religiones coreanas. Y esto, ¿a qué se debe? Al testimonio de compromiso y de unidad que la Iglesia católica muestra y vive con la Santa Sede. La Iglesia coreana vive realmente una comunión efectiva y afectiva con el Santo Padre.

Esto ha llevado también a un crecimiento enorme del número de fieles. En 1960 la Iglesia católica tenía 500 mil fieles. Hoy somos 5,5 millones, el 11 % de la población. Y si se habla de la escalera social. Entre intelectuales, personas de la economía- este porcentaje es más alto aún. Corea es el único País en el mundo donde la Iglesia crece paso a paso con el desarrollo del bienestar económico. A menudo se dice que con el aumento del bienestar económico y el materialismo, la fe disminuye. Corea hace este binomio porqué con el crecimiento económico crece también la fe cristiana. El sondeo que mencioné- hecho por el Instituto de investigación budista- muestra que en el futuro, en unos 30 años, más de la mitad de la población coreana será católica, esto es en el 2044 habrá unos 25 millones, el 56 % del total.

Del resto en los últimos tiempos, se puede notar que cada 10 años la Iglesia católica redobla sus fieles. En 1985 eran 1,86 millones; en el 99 eran 2,95 millones; en 2005 eran 5,24 millones. Si continúa con este ritmo, con un cierto realismo se puede decir que la Iglesia católica será la institución más difundida en el País. Todo esto proviene del testimonio que la Iglesia católica está ofreciendo al País: unidad y sobre todo unidad con el Papa. En los años 80 hemos tenido el privilegio de una doble visita del Papa Juan Pablo II (1984 y 1989). La venida del papa polaco fue un gran don para la evangelización. El Papa es siempre el misionero más eficaz y es siempre bien visto por la población coreana.

También el papa Francisco ha tenido un buen impacto sobre los coreanos. Después de haberlo sentido expresar su caridad, su amor hacia los enfermos, la alegría, muchos coreanos se están interesando en la Iglesia católica, para hacerse bautizar. Por esto una visita del papa Francisco a Corea, quizás para el año próximo, sería muy importante. La finalidad, la evangelización, promover aún más la cultura del amor que viene del Señor.

Este crecimiento de la Iglesia católica en corea significa que me es imposible separar mi identidad de coreano de aquella católica. La humanización de Corea deriva de la evangelización. Esta siempre es el don más grande que la Iglesia pueda ofrecer a un País. Corea por lo tanto estará siempre agradecida a la Santa Sede y a la Iglesia católica.

Todas las enseñanzas del Santo Padre- catequesis, doctrina social, etc.- necesitan que se actúen a través de la Iglesia coreana. Algunas veces esta contribución de la Iglesia tuvo momentos de tensión sobre la justicia, sobre la democracia, sobre la ecología... Pero esto, no quita un fondo de aprecio constante. Para mí, el período realizado como embajador fue un tiempo de gracias abundantes. En mi trabajo he tratado de reforzar las relaciones entre Corea y el vaticano par el bien común.

Normalmente se dice que un embajador es una persona enviada al extranjero para mentir a favor de su País. Yo nunca tuve necesidad de mentir porque en la diplomacia con la Santa Sede no hay competencias o intereses contrapuestos. Están sólo la promoción del bien común: este es el interés de la Santa Sede y también el de mi País. Los embajadores junto a la Santa Sede no tienen necesidad de mentir, pueden ser todos tranquilamente honestos. Cuando en modo inesperado me llegó el nombramiento me sentí como el asno del cenáculo (Cf. Mt. 21,2), que el Señor hace revisar a sus apóstoles porque "el Señor lo necesita".

Y como un "asno" traté de hacer lo mejor posible mi tarea. Mi ideal fue, al fin de mi mandato, el poder decir como S. Pablo: "He combatido la buena batalla, he terminado la carrera, conservé la fe". Ahora yo vuelvo a mi patria: como embajador vuelvo a Corea, pero como católico permanezco atado al Vaticano (permaneciendo como miembro del pontificio concejo para los laicos). Y para el futuro me pongo en manos del Señor, que siempre proveyó en mí, más allá de mis proyectos.

Tal fuerte unión entre un País del Extremo Oriente y la Santa sede podría sugerir también a Países vecinos como gestionar estas relaciones. Pienso en China. Pero todo depende de la disposición que los dirigentes chinos tengan hacia la Santa Sede, cómo ven el rol de la Iglesia católica en China y en el mundo. Hoy la Santa Sede tiene relaciones diplomáticas con 180 Países y todos ven su rol como altamente positivo en sostén del bien común. Para China permanecer sin relaciones diplomáticas con la santa sede, la priva de una contribución muy importante en el mundo globalizado.

Thomas nació el 17 de agosto de 1943. Está casado. Recibido en economía en la universidad Nacional (Seúl, 1965), se especializó en Ciencias Sociales (Economía) en la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma 1971). Es Doctor "Honoris causa", en Derecho en la Universidad católica Fu Jen de Taiwan. Fue docente en Economía en la Universidad de Hankuk para los estudios Extranjeros en Seúl (1972-2008). Miembro del pontificio concejo para los laicos (1984-2010). Además de ejercitar diversos cargos a nivel nacional e internacional, fue miembro del colegio Internacional de la Prefectura de Negocios económicos de la Santa Sede (2008-2010). Fue embajador junto a la Santa Sede (-2010-2013).