Tres años después, Japón se detiene para honrar a las víctimas del gran terremoto
El 11 de marzo de 2011, la furia de la naturaleza golpeó el área de Sendai, matando a más de 18.000 personas y causando la evacuación de medio millón de japoneses. Tres años más tarde siguen habiendo 267.000 sobrevivientes obligados a vivir en refugios temporales: más de 3.000 personas murieron en el transcurso del tiempo. El compromiso de la Iglesia, dice mons. Kikuchi, " continuará para siempre. Pero los ciudadanos deben desempeñar un papel importante en la reconstrucción".

Tokio (AsiaNews) - Con una solemne reverencia de nuevo en la televisión nacional, el emperador de Japón Akihito y su esposa Michiko rindió homenaje a las 18 mil víctimas del devastador terremoto que azotó al país del Sol Naciente el 11 de marzo de 2011. Mientras que el gobierno, la Iglesia Católica y otras religiones prosiguen su labor en las zonas afectadas por el desastre, más de 267.000 personas todavía no tienen un hogar. Otra señal de alerta es el número de suicidios en los internos del Centro de primeros auxilios: más de 3000, causado por el estrés físico y mental.

El 11 de marzo de 2011, un fuerte terremoto sacudió la costa oriental de Japón, provocando un tsunami devastador que obligó a 470.000 personas a evacuar sus hogares. Aproximadamente 16 mil personas murieron inmediatamente después de la tragedia (al igual que miles de desaparecidos), pero el número de víctimas sigue aumentando con los daños a las plantas de energía nuclear en Fukushima, lo que provocó una fuga de radiación letal. Según cifras del gobierno son 15.884 víctimas confirmadas: otros 2.636 han "desaparecido", pero la policía no considerá posible que todavía estén vivos. Sin embargo, hasta el descubrimiento de los cuerpos permanecerán en esta categoría.

Hablando durante la solemne ceremonia en memoria de las víctimas, el emperador dijo: "En los últimos tres años, la gente en las regiones afectadas han vivido y siguen viviendo en condiciones difíciles, tienen que superar muchas dificultades y hacer un gran esfuerzo para la reconstrucción. Nos Impresiona el hecho de que tanta gente, en casa y en el extranjero, sigan apoyando estos esfuerzos de diversas maneras".

El primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha añadido: "Quiero que en el año que se inicia hoy la población afectada puede sentir una reconstrucción real y nuestro compromiso con ellos. A partir de ahora voy a trabajar duro, no sólo en el lado de la recuperación de material: Quiero que sean reconstruidos sus corazones". El problema es muy sentido en el país, y se hace aún más agudo por la terrible ola de suicidios que ha plagado a los campamentos para personas desplazadas. Debido a la falta de mano de obra y la recesión económica, sólo el 3,4 % de las viviendas previstas para los desplazados fue construido.

Chikako Nishihara, 64 años, vive en un apartamento temporal de 25 metros cuadrados con el hijo mayor: "En el invierno hace mucho frío aquí en Sendai, y las paredes son tan finas que podemos escuchar a nuestros vecinos susurrando. Igual pueden oírnos a nosotros. Había pensado en comprar una casa, pero estoy enfermo y el dinero no es suficiente. La única esperanza es la vivienda popular". A pesar del énfasis del primer momento, de hecho, los bancos nacionales no conceden préstamos a las personas desplazadas que han perdido todo en la tragedia, y por lo tanto se consideran malos pagadores.

La Iglesia japonesa y Caritas están involucradas en los programas de rehabilitación en la zona, pero todavía hay miles de personas en una situación desesperada. Los obispos han asignado todas las ofrendas de 2014 a la Diócesis de Sendai - que incluye las zonas afectadas por el desastre - y pidió a sus fieles a "no escatimar esfuerzos" para ayudar a los sobrevivientes. Desde el punto de vista práctico, los católicos proporcionas elementos de primera  necesidades; gestionan dispensarios y pequeñas clínicas móviles; ofrecen atención domiciliaria a los ancianos y discapacitados; organizan clases de preparación para los estudiantes que lo necesitan. Además de los clérigos, cientos de voluntarios se prestan a los programas que van de 3 a 6 meses.

El presidente de Caritas Asia y Obispo de Niigata, Mons.. Tarcisio Isao Kikuchi, explica: "Es evidente que el papel principal en la reconstrucción de las zonas afectadas por el desastre debe ser jugado por la gente del lugar:. La Iglesia no debe continuar con sus actividades sólo para mantener el status quo. Tenemos que empezar a pensar que algún día estos se terminan. No obstante, la Iglesia ha estado en la Diócesis de Sendai, antes y durante el desastre, y lo seguirá estando en los próximos años. Esto significa que los esfuerzos de la Iglesia católica japonesa en favor de estas personas nunca terminarán, aunque puede cambiar la forma en que operemos".