El Papa en Jordania, "la paz no se puede comprar", es un regalo para buscar con paciencia y construir 'artesanalmente'"
Primera misa de Francisco en su viaje a la Tierra Santa. En el estadio de Ammán 40 mil personas. Para 1400 los niños es el día de la Primera Comunión. La misión del Espíritu Santo "consiste en generar armonía -Él mismo es armonía- y obrar la paz en situaciones diversas y entre individuos diferentes. La diversidad de personas y de ideas no debe provocar rechazo o crear obstáculos, porque la variedad es siempre una riqueza".

Amman (AsiaNews) - " La paz no se puede comprar: es un don que hemos de buscar con paciencia y construir "artesanalmente" mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana". En la primera misa celebrada por su viaje a la Tierra Santa el Papa Francisco habla de la paz, una paz que es el "trabajo" del Espíritu Santo.

Ambiente festivo en el Estadio Internacional de Ammán, donde el Papa celebró la misa. Lo expresaban 40.000 personas que lo reciben cantando y liberando largas cadenas de globos de colores. Uno de los globos azules, tiene la forma de un rosario, incluyendo la cruz. Francisco pasa entre las personas con el Papamóvil - para toda la visita nunca va a usar vehículos blindados - bendice, saluda y besa a los bebés. Alegre, emocionado, aunque 1.400 de ellos durante la puesta en servicio recibirán su Primera Comunión. Varios de ellos ondeando banderas de Jordania y el Vaticano.

Entre ellos hay también muchos refugiados cristianos de Palestina, Siria e Irak. Para ellos, el Papa se dirigió diciendo: "lleven a sus familias y sus comunidades mis saludos y mi cercanía". Es un eco de los conflictos que rodean a este país y para el que, en la oración de los fieles pidió: "¡Oh Señor despierta en todos los pueblos del Oriente Medio y de todos los pueblos de la tierra una verdadera voluntad de paz" y " mantenga en la paz nuestro amado país".

De la paz que trae el Espíritu Santo habla el Papa Las diversas intervenciones del Espíritu Santo forman parte de una acción armónica, de un único proyecto divino de amor. La misión del Espíritu Santo consiste en generar armonía -Él mismo es armonía- y obrar la paz en situaciones diversas y entre individuos diferentes. La diversidad de personas y de ideas no debe provocar rechazo o crear obstáculos, porque la variedad es siempre una riqueza. Por tanto, hoy invocamos con corazón ardiente al Espíritu Santo pidiéndole que prepare el camino de la paz y de la unidad".

" En segundo lugar, el Espíritu Santo unge. Ha ungido interiormente a Jesús, y unge a los discípulos, para que tengan los mismos sentimientos de Jesús y puedan así asumir en su vida las actitudes que favorecen la paz y la comunión. Con la unción del Espíritu, la santidad de Jesucristo se imprime en nuestra humanidad y nos hace capaces de amar a los hermanos con el mismo amor con que Dios nos ama. Por tanto, es necesario realizar gestos de humildad, de fraternidad, de perdón, de reconciliación. Estos gestos son premisa y condición para una paz auténtica, sólida y duradera. Pidamos al Padre que nos unja para que seamos plenamente hijos suyos, cada vez más conformados con Cristo, para sentirnos todos hermanos y así alejar de nosotros rencores y divisiones, y amarnos fraternamente. Es lo que nos pide Jesús en el Evangelio: "Si me aman, guardarán mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que les dé otro Paráclito, que esté siempre con ustedes" (Jn 14,15-16)".

"Y, finalmente, el Espíritu envía. Jesús es el Enviado, lleno del Espíritu del Padre. Ungidos por el mismo Espíritu, también nosotros somos enviados como mensajeros y testigos de paz. ¡Cuánta necesidad hay de este testimonio nuestro de paz!".

La paz no se puede comprar: es un don que hemos de buscar con paciencia y construir "artesanalmente" mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana. El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano; si no olvidamos que tenemos un único Padre del cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza.

El Espíritu Santo - dijo el Papa - descendió sobre Jesús en el Jordán y dio inicio a su obra de redención para librar al mundo del pecado y de la muerte. A Él le pedimos que prepare nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura, religión; que unja todo nuestro ser con el aceite de la misericordia que cura las heridas de los errores, de las incomprensiones, de las controversias; que nos envíe, con humildad y mansedumbre, a los caminos, arriesgados pero fecundos, de la búsqueda de la paz. Amén".