El Estado islámico, amenaza la convivencia hasta entre los musulmanes
Las acciones de las milicias jihadistas asumen siempre más un elemento confesional. Destruir los símbolos religiosos, como la tumba de Jonás y el mausoleo de San Jorge en Mosul, significa destruir puntos culturales, históricos y culturales y sociales. Las divisiones no sólo tienen que ver con las diversas religiones, sino que se hacen siempre más marcadas en el islam mismo, entre suníes y chiíes.

Beirut (AsiaNews)- El loco proyecto jihadista, que mira a la fundación de un Califato islámico en Medio oriente, podría poner también la palabra fin a la tradicional y secular convivencia entre cristianos y musulmanes en Medio oriente, en particular en Irak, Siria y Líbano. Los asesinatos, las violencias, los ataques seleccionados de las milicias islámicas, asumen siempre más un elemento confesional; eso no sólo se refiere a los miembros de las dos principales religiones (y otras minorías), sino que tiene que ver con la misma comunidad islámica, dividida entre suníes y chiíes. Como hacen notar los expertos en cuestiones medio-orientales, no es ciertamente un caso que el Estado islámico haya tomado de mira y abatido al suelo más lugares sagrados y centros de culto,  que atracciones turísticas o sitios arqueológicos de elevado interés histórico-cultural.

Los lugares sagrados, en Irak y en todo el Medio oriente, por mucho tiempo fueron puntos de encuentro, de tolerancia y coexistencia pacífica. Entre éstos la tumba del profeta Jonás- celebrado por cristianos y aún más por los mismos musulmanes-y el mausoleo de san Jorge, patrono de Mosul, destruidos por el loco proyecto islamista. Y es para matar la convivencia, que los islamistas han atacado a personas y símbolos de una (común) integración religiosa y cultural. De hechos, justamente San Jorge representa un símbolo de unión entre las dos religiones: profeta para los musulmanes, santo para los cristianos.

Mientras tanto en el vecino Líbano los miembros de Al-Nusra, célula ligada a rad de terror de al-Qaeda, activa en Siria, amenazan con decapitar a los rehenes chiíes, mientras liberan a los soldados gubernamentales suníes. Los milicianos estarían prontos para ajusticiar a otros soldados chiíes del ejército de Beirut, en el caso se produzca la participación activa de Hezbollah en la guerra. En todo el Líbano habría al menos 3 mil jihadistas encubiertos, activos en la campaña de reclutamiento. La ruptura interna del islam entre suníes y chiíes se hace siempre más marcada y procede jusnto a la avanzada de las milicias del Estado islámico, que han aprovechado del vacío de poder- en particular en Bagdad, después de la caída de Saddam Hussein- para acrecentar su propia influencia.

Las tensiones entre suníes y chiíes son ya una amenaza no sólo local, sino para la paz y la seguridad global. Soplar sobre el fuego del elemento confesional, en particular al interno del universo islámico, significa también desafiar al concepto mismo de nación en muchas realidades del Medio oriente, como Siria, Irak, Líbano, Bahrein y Yemen. El escenario es el de estados y gobiernos siempre más débiles, con las autoridades divididas en su interior y millones de evacuados obligados a abandonar sus milenarias tierras, dando origen a crisis humanitarias de una envergadura devastadora.