Papa: la Iglesia es una madre que defiende a sus hijos de las tentaciones de satanás y está "orgullosa" de aquellos que son perseguidos
En la audiencia general, Francisco dirigiéndose en particular a los peregrinos iraquíes dijo que "la Iglesia está orgullosa de tener hijos como ustedes, son la fuerza y el testimonio concreto y auténtico". "El nacimiento de Jesús en el seno de María es preludio del renacer de cada cristiano en el seno de la Iglesia, desde el momento en que Cristo es el primogénito de una multitud de hermanos y nuestro primer hermano Jesús nacido de María, es el modelo, y todos nosotros nacimos en la Iglesia". "La Iglesia no son los curas, o nosotros obispos, no ¡Somos todos! ¡La Iglesia somos todos! .

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La Iglesia es "una madre" que ofrece a sus hijos el Evangelio y la gracia de los sacramentos, los guía en el camino de la salvación y los defiende "de los peligros que derivan de la presencia de satanás en el mundo, para llevarlos al encuentro con Jesús". Una madre que "sufre" y está "orgullosa" de sus "hijos perseguidos".

Continuando en dedicar la catequesis de la audiencia general a la Iglesia, el Papa Francisco se detuvo hoy para ilustrar el concepto de la maternidad de la Iglesia. Y en los aludos en árabe, dirigiéndose en particular a los peregrinos iraquíes dijo: que "la Iglesia está orgullosa de tener hijos como ustedes, son la fuerza y el testimonio concreto y auténtico de su mensaje de salvación, de perdón y de amor". A los polacos, en vez, recordando el 75° aniversario del inicio de la segunda guerra mundial, dijo "confiamos a la misericordia de Dios a aquellos que han perdido la vida por amor a la patria y a los hermanos, e invocamos el don de la paz para todas las naciones de Europa y del mundo, por intercesión de María, Reina de la Paz".

Precedentemente, a las 50 mil personas presentes en la plaza de S. Pedro, entre las cuales pasó con la jeep blanca, el Papa había en primer lugar repitió el principio expresado tantas otras veces que "no se vuelve uno cristiano por sí mismo, o sea por las propias fuerzas, ni en modo autónomo, ni siquiera se vuelve uno cristiano en un laboratorio, sino que se es generado, ayudado a crecer en aquel gran cuerpo que es la Iglesia. En este sentido la Iglesia es realmente madre, nuestra madre Iglesia-es bello decirlo así: nuestra madre Iglesia- una madre que nos da la vida en Cristo y que nos hace vivir con todos los otros hermanos en la comunión del Espíritu Santo".

"En esta maternidad- prosiguió- la Iglesia tiene como modelo a la Virgen María, el modelo más bello y más alto que pueda existir. Es cuanto ya las primeras comunidades cristianas han puesto en luz y el Concilio Vaticano II, expresó en modo admirable. La maternidad de María es ciertamente única, singular, y se cumplió en en la plenitud de los tiempos, cuando la Virgen dio a luz al Hijo de Dios, concebido por obra del Espíritu Santo. Y sin embargo, la maternidad de la Iglesia se pone justamente en continuidad de aquella de María, como su continuidad en la historia. La iglesia, en su fecundidad del Espíritu, continúa generando hijos en Cristo, siempre en la escucha de la Palabra de Dios y en la docilidad a su designio de amor. La Iglesia es madre. El nacimiento de Jesús en el seno de María, de hecho, es preludio del renacer de cada cristiano en el seno de la Iglesia, desde el momento en que Cristo es el primogénito de una multitud de hermanos y nuestro primer hermano es Jesús nacido de María, es el modelo, y todos nosotros nacimos en la Iglesia- Comprendemos, entonces, como la relación que une a María y la Iglesia sea tan profunda: mirando a María, descubrimos el rostro más bello y más tierno de la Iglesia; y mirando a la Iglesia, reconocemos los lineamientos sublimes de María. Pero, nosotros cristianos, no estamos huérfanos, tenemos una mamá, tenemos madre, y ¡esto es grande! ¡No somos huérfanos! La Iglesia es madre, María es madre".

La Iglesia-prosiguió el Papa- es nuestra madre porque nos ha parido en el Bautismo. Cada vez que bautizamos a un niño, se convierte en hijo de la Iglesia, está dentro de la Iglesia. Y desde aquel día, como mamá premurosa, nos hace crecer en la fe y nos indica, con la fuerza de la Palabra de Dios, el camino de la salvación, defendiéndonos del mal. La Iglesia recibió de Jesús el tesoro precioso del Evangelio no para quedárselo para sí, sino para donarlo generosamente a los otros, así como una mamá hace. En este servicio de evangelización se manifiesta en modo peculiar la maternidad de la Iglesia, comprometida, como una madre, en ofrecer a sus hijos la nutrición espiritual que alimenta y hace fructificar a la vida cristiana. Todos, por lo tanto, estamos llamados a acoger con la mente y el corazón abiertos la Palabra de Dios que la Iglesia cada día dispensa, porque esta Palabra tiene la capacidad de cambiarnos por dentro".

"Sólo la Palabra de Dios tiene esta capacidad de cambiarnos bien desde adentro, desde nuestras raíces más profundas. ¿Tiene este poder la Palabra de Dios? La madre Iglesia, nos amamanta desde niños con esta Palabra, nos cría durante toda la vida con eta Palabra, ¡Y esto sí que es grande! Es justamente la madre Iglesia que con la Palabra de Dios nos cambia desde adentro. La Palabra de Dios que nos da la madre Iglesia nos transforma, hace de nuestra humanidad algo palpitante, no según la mundanidad de la carne, sino según el Espíritu".

"En su solicitud materna- añadió Francisco- la Iglesia se esfuerza en mostrar a los creyentes el camino que hay que recorrer para vivir una existencia fecunda de alegría y de paz. Iluminados por la luz del Evangelio y sostenidos por la gracia de los Sacramentos, especialmente por la Eucaristía, nosotros podemos orientar nuestras elecciones hacia el bien y atravesar con coraje y esperanza los momentos de obscuridad y los senderos más tortuosos, que hay en la vida. El camino de la salvación, a través del cual la Iglesia nos guía y nos acompaña con la fuerza del Evangelio y el apoyo de los Sacramentos, nos da la capacidad de defendernos del mal. La Iglesia tiene el coraje de una madre que sabe que tiene que defender a sus propios hijos de los peligros que derivan de la presencia de satanás en el  mundo, para llevarlos al encuentro con Jesús. Una madre siempre defiende a sus hijos".

"Esta defensa consiste también en el exhortar a la vigilancia: vigilar contra el engaño y la seducción del maligno. Porque si bien Dios venció a satanás, este vuelve siempre con sus tentaciones- nosotros lo sabemos, todos somos tentados, fuimos tentados. Y está en nosotros el no ser ingenuos, él viene "como un león rugiente", dice el apóstol Pedro. Está en nosotros no ser ingenuos, sino vigilar y resistir saldos en la fe. Resistir con los consejos de la madre, resistir con la ayuda de la madre Iglesia, que como una buena mamá siempre acompaña a sus hijos en los momentos más difíciles".

"Esta es la Iglesia, esta es la Iglesia que amamos todos, esta es la Iglesia que amo yo: una madre que quiere el bien de sus propios hijos y que es capaz de dar la vida por sus hijos. Pero, no debemos olvidar que la Iglesia no son los curas, o nosotros los obispos, no, ¡Somos todos! ¡La Iglesia somos todos! ¿De acuerdo? Y también nosotros somos hijos pero todos también madres de otros cristianos. Todos los bautizados, hombres y mujeres juntos, somos la Iglesia. ¡Cuántas veces en la vida no damos testimonio de esta maternidad de la Iglesia, de este coraje materno de la Iglesia! ¡Cuántas veces somos cobardes!, ¡eh! No, ¡eh! Confiemos entonces en María, porque Ella como madre de nuestro primer hermano, del primogénito Jesús, nos enseñe a tener su mismo espíritu materno en relación con nuestros hermanos, con la capacidad sincera de acoger, de perdonar, de dar fuerzas y de infundir confianza y esperanza. Es esto lo hace una mamá".