Papa. El deseo de la unidad de los cristianos pertenece a nuestra "sed de Dios"
"Acongojado pedido" para que en Ucrania cesen los enfrentamientos y reinicie el diálogo. "Dios haciéndose hombre, hizo propia nuestra sed, no sólo del agua material sino y sobre todo la sed de una vida plena. Libre de la esclavitud del mal y de la muerte". Los filipinos "un pueblo maravilloso".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El "deseo de la unidad" de los discípulos de Jesús pertenece a nuestra "sed, no sólo del agua material, sino y sobre todo de la sed de una vida plena, libre de toda esclavitud del mal y de la muerte". La frase dirigida por Jesús a la samaritana, "Dame de beber", tema de la Semana de oración por la unidad de los cristianos de este año fue recordada hoy por el Papa Francisco en las palabras dirigidas a las 40 mil personas presentes en la plaza de S. Pedro para la oración del Ángelus. Entre ellos miles de jóvenes de la Acción católica de Roma que han concluido su "Caravana de la paz" del mes de enero por ellos dedicada generalmente al tema de la paz. Un niño y una niña de la Asociación, han leído, junto al Papa un mensaje de paz en nombre de la ACR de Roma mientras los jóvenes de la plaza han lanzado un globo aerostático que contenían mensajes de paz y globos, en lugar de las tradicionales palomas.

Después de la plegaria mariana el Papa hizo un "acongojado pedido para que se reinicien los tentativos de diálogo y se pongan fin a las hostilidades" en Ucrania, donde continúa el conflicto que "continúa  a provocar víctimas entre la población civil".

Antes del Ángelus, el Papa, que ha invitado a los fieles a participar a la oración de calusura de la Semana, hoy por la tarde en la basílica de S. Pablo extramuros, recordó que el Evangelio de hoy nos presenta el inicio de la predicación de Jesús en Galilea. S. Marcos subraya que Jesús comenzó a predicar "después que Juan el bautista fue arrestado" (Mc. 1,14). Justo en el momento en el cual la voz profética del Bautista que anunciaba la venida del Reino de Dios, se la hace callar por Herodes, Jesús inicia a recorrer las calles de su tierra para llevar a todos, especialmente a los pobres "el Evangelio de Dios" (ibid). El anuncio de Jesús es similar al de Juan, con la diferencia substancial que Jesús no indica más a otro que debe venir: es Él mismo el cumplimiento de las promesas, Es Él la "buena noticia" que hay que creer, recibir y comunicar a los hombres y mujeres de todos los tiempos, para que ellos confíen en Él su existencia. Jesucristo en persona es la Palabra viviente y operante en la historia: quien los escucha y los sigue entra en el Reino de Dios".

"Jesús- dijo- es el cumplimiento de la promesas divinas porque es Aquel que dona al hombre el Espíritu Santo, "el agua viva que sacia nuestro corazón inquieto, sediento de vida, de amor, de libertad, de paz: sediento de Dios. Cuántas veces sentimos a nuestro corazón sediento. Lo reveló Él mismo a la mujer samaritana, que encontró en el pozo de Jacob, a la cual le dice: "Dame de beber" (Jn.4,7). Justamente estas palabras de Cristo, dirigidas a la Samaritana, han constituido el tema de la anual Semana de oración por la unidad de los cristianos que hoy se concluye. Esta tarde, con los fieles de la diócesis de Roma y con los representantes de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales, nos reuniremos en la Basílica de S. Pablo extramuros para rezar intensamente al Señor, para que refuerce nuestro compromiso por la plena unidad de todos los creyentes en Cristo. Es una cosa fea que los cristianos estén divididos, Jesús nos quiere unidos, un solo cuerpo, nuestros pecados nos han dividido. Por eso debemos rezar tanto para que el Espíritu Santo no reúna de nuevo".

"Dios, haciéndose hombre, creó nuestra propia sed, no sólo del agua material, sino y sobre todo la sed de una vida plena, libre de lla esclavitud del mal y de la muerte. Al mismo tiempo, con su encarnación Dios puso su sed en el corazón de un hombre: Jesús de Nazaret. Por lo tanto, en el corazón de Cristo se encuentran la sed humana y la divina. Y el deseo de la unidad de sus discípulos pertenece a esta sed. Los encontramos a menudo en la plegaria elevada al Padre antes de la Pasión: "Par que todos sean una sola cosa" (Jn17,21). Esto es lo que quería Jesús. El diablo, lo sabemos, es el padre de las divisiones, uno que siempre divide, hace la guerra, hace tanto mal. ¡Que esta sed de Jesús se convierta más en nuestra sed! Continuemos, por lo tanto, rezando y comprometiéndonos por la plena unidad de los discípulos de Cristo, en la certeza que ël mismo está al lado nuestro y nos sostiene con la fuerza de su espíritu, para que tal meta se acerque. Y confiamos toda esta nuestra oración a la materna intercesión de María Virgen, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia".

Después del Ángelus, Francisco recordó que "hoy se celebra la Jornada de los enfermos de lepra. Expreso mi cercanía a todas las personas que sufren de esta enfermedad, como también por todos los que los cuidan, por quien lucha para eliminar la causas de contagio, o sea condiciones de vida no dignas del hombre. ¡Renovemos nuestro compromiso solidario con estos hermanos y hermanas!.

Un saludo a la comunidad filipina de Roma. "Queridísimos, el pueblo filipino es maravilloso, por su fe fuerte y alegre. El Señor los sostenga siempre también a uds. Que viven lejos de la patria. ¡Gracias por vuestro testimonio!".