Obispos filipinos: acoger a los migrantes es una obligación moral, le hace bien al país
En una circular del presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Villegas, recuerda la historia de la hospitalidad del país y elogió la decisión del gobierno para dar cabida a 3.000 refugiados del mar: "Dios nos da otra oportunidad para vendar las heridas del mundo".

Manila (Asianews / CBCP) - A pesar que las Filipinas "no está legalmente obligada" a dar la bienvenida a los inmigrantes que buscan asilo, "hay un deber moral para protegerlos de daños de los que están huyendo, y no a repatriarlos a la fuerza. Para todos los preceptos de la moral y las buenas costumbres, existe la obligación de no dejarlos a la crueldad de los elementos en alta mar". Lo escribió en una carta circular dirigida a la Iglesia de Filipinas, Mons. Sócrates B. Villegas, Arzobispo de Lingayen-Dagupan y presidente de la Conferencia Episcopal.

En el mensaje, el prelado recordó que la historia de Filipinas está llena de episodios de la hospitalidad - especialmente de los refugiados vietnamitas en los años 70 y 80 - que trajeron el bien: "Una vez, nuestra tierra brillaba no sólo para los lugares turísticos, pero porque le dimos la bienvenida a los refugiados con la hospitalidad que nos hizo famosos en todo el mundo".

"En ese momento nuestro país ha actuado como una especie de estación de paso – recuerdea Villegas -para que nuestros huéspedes de Vietnam pronto encontraron su camino a otras partes del mundo, una de ellos ha hecho una carrera académica y se convirtió en decano de la eclesiástica Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Roma. Fue un capítulo glorioso de nuestra historia, y gracias a Dios que muchos de nuestros sacerdotes y religiosos han tenido el privilegio de servir a ellos".

El arzobispo observó con dolor que una nueva generación de refugiados del mar (unos 3.000 refugiados Rohingya de Myanmar y Bangladesh) están buscando asilo en las costas filipinas: "Muchos de ellos han perdido la vida en busca de un lugar seguro. Navegaron a la mar, la gente desesperada, hambrientos, cansados, muchos llevando hasta los cuerpos de los niños". "Dios nos da la oportunidad una vez más para vendar las heridas del cuerpo y del espíritu - dice Villegas - y abrazar la solidaridad con nuestros hermanos y hermanas que vienen de tierras con problemas".

Según el arzobispo, la actitud de los países del sudeste de Asia que se han negado a conceder asilo a los refugiados es deplorable: "En muchos casos, los guardacostas remolcan las barcazas llenas de hermanos y hermanas que están enfermos y hambrientos, dejándolos a lo largo enfrentarse a la intemperie y, a menudo, por desgracia, ¡morir!".

El cardenal elogió la actitud del gobierno de Filipinas, que ha dado la disponibilidad para dar hospitalidad a los reugiados. Aunque los recursos económicos no permiten dar cabida a todo el mundo como residentes permanentes, Villegas dijo que siempre hay espacio para los cansados ​​y oprimidos para descansar en la costa de Filipinas, antes de reanudar su viaje.