China, el “zar de la seguridad” caído en desgracia era seguidor de un santón
Después de la sentencia y la condena a cadena perpetua de Zhou Yongkang, surgen nuevos detalles sobre su caso. El hombre estaba relacionado con la figura de Cao Yongzheng: curandero místico y experto en la práctica del qigong. A él el ex -dirigente de la seguridad nacional le habría pasado secretos de Estado.

Beijing (AsiaNews)- Zhou Yongkang, ex “zar de la seguridad nacional”, condenado en los días pasados a cadena perpetua, era seguidor de un curandero, místico y experto en la práctica tradicional del qigong. Lo revela la Xinhua, agencia de prensa oficial del gobierno chino, según la cual justo a este “santón” Zhou habría revelado y pasado documentos de Estado “extremadamente confidenciales”. Conocido como el “sabio del Xinjiang”, Cao Yongzheng es una figura conocida en la sociedad china y que-gracias a sus “artes”- logró con el tiempo entrar hasta en el mercado del petróleo nacional.

China es aún un Estado formalmente ateo, que lleva adelante y desde hace tiempo una lucha particularmente dura, no sólo contra las religiones tradicionales sino sobre todo contra el gran número de cultos y de grupos para-religiosos que en la mayor parte de las veces se reúnen alrededor de santones con poderes milagrosos. Cao es uno de éstos, surgió en la escena nacional en los años 90, por su presunta habilidad en el predecir el futuro y curar enfermedades.

Los “talentos” de cao le permitieron alcanzar vértices políticos y económicos dentro del país, tanto que logró crear con el tiempo-junto a un ex alto dirigente de la China National Petroleum Corporation-una sociedad comprometida en el sector petrolífero con sede en Hong Kong.

El mismo Cao, dice también la Xinhua, testimonió contra Zhou Yongkang durante una audiencia a puertas cerradas que se realizó el 22 de mayo pasado. En su deposición admitió que el ex miembro del Politburó-el más alto cargo en la historia reciente del país en terminar preso- le había pasado documentos “extremadamente confidenciales”. Estos textos, concluye la agencia, “no debían terminar en manos distintas de las suyas, esto representa una directa violación de la Ley sobre el secreto de Estado”.