Patriarca Sako: en las violencias y persecuciones, la misericordia es el camino del cristiano
de Louis Raphael I Sako*
Carta pastoral del patriarca caldeo para el inicio del Jubileo extraordinario de la Misericordia. Ese es el camino que hay que seguir “en los momentos de prueba y de sufrimiento”. Y “no es un ideal vago”, sino un comportamiento “dinámico a la luz de la fe” según el ejemplo de Jesús”. El martirio es “el carisma” de la Iglesia oriental. A los musulmanes los invito a colaborar “en paz y armonía”.

Bagdad (AsiaNews)- Convocado por el Papa Francisco, el próximo 8 de diciembre se abrirá el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que será celebrado no sólo en Roma, sino en todas las diócesis del mundo y en los principales santuarios. En la vigilia de las celebraciones, el patriarca caldeo Mar Louis Rapheal I Sako escribió una carta pastoral, enviada para su conocimiento a AsiaNews, en la cual recuerda que "la misericordia es el camino del cristiano”, en particular en los momentos de prueba y de sufrimiento”. Su beatitud explica que la misericordia “no es un ideal vago”, sino un comportamiento “rico, abierto y dinámico a la luz de la fe y de la manera de Jesús”. Para nosotros cristianos, recuerda, “el martirio es el carisma de nuestra Iglesia” y, dirigiéndose a los musulmanes, exhorta a “colaborar con ellos por una vida común, en paz y armonía”.  

A continuación, la Carta pastoral de Mar Sako:

Introducción

La misericordia no es un ideal vago, sino un comportamiento cristiano rico, abierto y dinámico a la luz de la fe y a la manera de Jesús. Es el primer anuncio, el “Kerigma”. La misericordia es la primera oración en el Evangelio. “Señor piedad”, quiere decir “ten misericordia de mí” en griego significa “ungirme con olio, para ser curado”. Esto requiere nuestro continuo compromiso de crecer en aquello que es más noble es verdadero, en el camino cristiano del discípulo de Cristo, que nos da consolación y fuerza. La Iglesia debe consolar, su misión es acoger a los hijos heridos por el pecado y no dejarlos solos, como hace Dios que es padre y madre, consuela y no se cansa nunca. Siguiendo a Jesús, la Iglesia deber ser madre y maestra. Pero puede ser maestra sólo en cuánto es madre. Por esto muchos se esperan del Papa Francisco decisiones valientes y proféticas, en esta Año jubilar de la Misericordia.

La misericordia en la espiritualidad de la Iglesia caldea

La Iglesia caldea, que es una de las más antiguas iglesias cristianas, mantuvo su sobriedad lejos del triunfalismo griego y su lógica en el presentar la propia fe. La fe según la teología caldea es una relación de amor, una relación mística, algunas veces experimentado en la sangre (permanece como Iglesia mártir). Ella se expresa en su liturgia (judeo-cristiana) a través de la línea de la resurrección, vida y renovación (esperanza9 y en los textos de los padres que han tratado de ayudar a los fieles a ser discípulos de Cristo en los detalles de la difícil vida cotidiana, con una fidelidad absoluta.

La teología caldea se basa en la gracia. La gracia es más grande del pecado. No hay ninguna apelación a la cruz, al sufrimiento ni a la mortificación. Se trata del Evangelio lleno de amor, de la misericordia, del perdón, de la admiración y la alegría. La cruz en las iglesias caldeas está privada de cuerpo, como en la tumba vacía, simbolizando así la resurrección y mirando a Jesús resucitado y glorificado, que se dirige a los fieles que viven en las dificultades. Jesús resucitó y si estaremos unidos a Él, tendremos su mism suerte de resucitado. Imitarlo significa cada día tomar algo de Él y ponerlo dentro de nosotros para ser incorporados y transformados en Él. Nosotros mortales unidos a Él, el Inmortal, obtendremos la vida eterna. Esto infunde en nosotros una gran esperanza y nos alienta. Este camino que penetra en el misterio pascual está lleno de fatigas, es un camino de pérdidas y ganancias, que al final nos conduce a la vida nueva.

La misericordia tiene  un  gran espacio en la liturgia caldea. Ella está influenciada por los Salmos de la misericordia y la piedad. La misericordia crea un cambio positivo en el pecador, le da confianza y lo ayuda en la reconciliación con Dios y con los otros miembros de la comunidad. En árabe la palabra “rahim-rahma” significa el vientre que recibe a la vida (los niños). Así es nuestro Dios misericordioso, que nos acoge como sus hijos con amor y ternura. También nuestros hermanos musulmanes, como nosotros cristianos, invocan a Dios misericordioso. Jesús en el Evangelio nos invita diciendo: “Sean misericordiosos como los es vuestro padre celestial”.

San Isaac de Nínive, un padre espiritual de nuestra tierra, que vivió en el S. VII, dice: “No es digno del Señor que es amor, enviar a un pobre pecador al infierno”. “Esta actitud no corresponde con su misericordia”. “Los pecados son actos y no esencias”. Simon Taibuteh, del mismo período, dice: “La experiencia nos enseña que cuando la gracia obra en nosotros, la luz del amor por nuestros hermanos se difundirá en nuestros corazones al punto que no vemos sus pecados”. Nasrai, del Siglo V, declaró: “La misericordia de Dios y su amor no se miden por el pecado humano”. El “sheol” (palabra) que hemos traducido como purgatorio es un lugar de misericordia. La misericordia, como el amor, no conoce límites. El amor no se equivoca nunca. Dios amor y misericordia nos ama, se baja hacia nosotros, nos perdona y camina con nosotros. Meditamos la parábola de hijo pródigo en Lucas 15. La misericordia del padre que nos espera: “Bueno y misericordioso es el Señor, lento a la ira y muy benigno…como un Padre tiene compasión por sus hijos (Slmo 103:8-13). ¡Este es nuestro Dios!”.

El Año Santo de la Misericordia 
 
El Año Santo de la Misericordia, que comenzará el 8 de diciembre de 2015, y que terminará el 30 de noviembre 2016, es un momento importante para nosotros los pastores y fieles, que nos llama a ser verdaderos "Misioneros de la Misericordia", como dice el Papa Francisco. Es una ocasión para la conversión primero de nosotros los pastores y, en particular, a los "lejanos" como el Buen Pastor. Él, el Hijo de Dios, mientras que combate contra el pecado, nunca ha rechazado ningún pecador. En siríaco, un obispo se llama Hassia, lo que significa que es portador del perdón; debemos mantener viva en nuestros corazones la gracia de la misericordia y el hablar de Dios a los hombres de nuestro tiempo de una manera más comprensible, con un lenguaje apropiado y claro, sin dejar nada ambiguo y vago. Debemos proclamar el Evangelio de una manera nueva y con entusiasmo, como lo está haciendo el Papa Francisco, quien nos pidió durante el Sínodo sobre la familia utilizar las hermosas palabras: "Por favor, disculpe, permiso y gracias". 
 
El documento citado comienza con la afirmación de que "Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar en esta palabra en su síntesis". La misericordia no es una palabra abstracta, sino una cara para descubrir, reconocer, contemplar y servir. Las obras de misericordia ante la tragedia de la pobreza y la injusticia nos deben motivar para ir más profundo en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia de Dios". La Iglesia debe convertirse en la voz de cada hombre y de cada mujer y repetir con confianza y sin descanso: "Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor, que es de siempre" (Sal 25,6). 
 
Necesitamos entender mejor la realidad que vivimos en la luz del espíritu y no de forma mecánica o sólo legal. Profundizar nuestra forma de pensar en la palabra de Jesús. El sábado es para el hombre y quiero misericordia y no sacrificio (Mateo 07,12). Busquemos el espíritu y el significado de los gestos e internalicemos esto como María: "María guarda en su corazón todas estas cosas y los medita" (Lucas 2'19). La importancia del silencio y la contemplación en nuestra vida es esencial. Nuestro objetivo es escuchar, hablar y dar esperanza a la gente joven, abriendo delante de ellos el futuro, ayudar a los ancianos, los pobres y los perseguidos. Sentir su sufrimiento. 
 
Misericordia en los sufrimientos actuales en Irak 
 
"Para nosotros los cristianos de Irak el martirio es el carisma de nuestra Iglesia. Como minoría, nos enfrentamos a dificultades y sacrificios, pero somos conscientes de ser testigos de Cristo y esto también puede significar conseguir el martirio" como ha ocurrido con nuestros mártires a lo largo de la historia, pero también hoy: el arzobispo de Mosul, Paul Faraj Rahho, los padres Raghid Ganni, y Wassim Thair, y muchos fieles. La fe y el martirio en árabe tienen la misma raíz: "Shahid wa shahad". Para nosotros, la fe no es cuestión de ideología o de especulación teológica, sino una realidad mística del amor, es el ADN de nuestra existencia. La fe es un encuentro personal con Cristo, que nos conoce, nos ama y al cual nos donamos totalmente. Pero es necesario ir más allá y más allá, hasta el sacrificio como lo hicieron los cristianos en Mosul y pueblos de la llanura de Nínive hace un año, en el verano de 2014. Se trata de un honor para nosotros y un signo de la generosidad. 
 
No queremos abandonar nuestra patria vaciada de la presencia cristiana. Irak es nuestra identidad. Tenemos un compromiso, debemos dar testimonio de la alegría del Evangelio. Como Abraham hijo de esta tierra que espero, contra toda esperanza. Abraham era para todos y nosotros somos para todos. Como patriarca, obispos y sacerdotes son para todos, para servir a los cristianos y los musulmanes, esta es nuestra misión que es un compromiso absoluto. En las circunstancias en las que vivimos tenemos que estar más atentos a nuestros hermanos y hermanas que sufren, los desplazados, los inmigrantes, los pobres, los huérfanos y las viudas, ponernos al lado de ellos, estar presentes y cercanos y darles signos de nuestra esperanza. Qué bueno compartir lo que tenemos con los demás, con alegría, como testigos de nuestra fe en Jesucristo. Qué hermoso es mostrar la amistad, la solidaridad y el apoyo a nuestros hermanos musulmanes. Debemos trabajar con ellos para una vida en común, en paz y en armonía. ¡Nuestro sufrimiento común se convierte en una fuerza, de modo que pase la tormenta! 
 
La misericordia debe ser para nosotros el camino para ser testigos de la presencia de Dios y de Jesús en nuestro mundo. La puerta de la misericordia debe estar siempre abierta: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos verán a Dios" (Mateo 05.07.). 
 
¡Aquí está nuestro evangelio! 
 
Patriarca de Babilonia de los Caldeos y presidente de la Conferencia Episcopal de Irak