“Morir con dignidad”, un debate que sacude a Japón. Y abre a la eutanasia.

El país ha superado los 350 millardos de dólares anuales en presupuesto de Salud: un tercio del mismo está dedicado a los mayores de 75 años. La natalidad es cada vez más baja, y, por primera vez se registra una caída en el número de ciudadanos. Debates televisivos, artículos en los periódicos y discusiones parlamentarias comienzan a hablar de poner “fin a la vida”. ONGS a favor de la vida rebaten: “Una puerta para la selección genética”.


Tokio (AsiaNews) – Envejecida y sin hijos, la sociedad japonesa comienza a reflexionar acerca de la posibilidad de legalizar la “muerte digna”, práctica que de hecho apunta a eliminar los costos médicos vinculados al tratamiento de los enfermos en estado vegetativo, pero que podría abrir la puerta a la eutanasia. Debates televisivos, discusiones parlamentarias e investigaciones en los periódicos nacionales apuntan a mostrar los pros y contras de una práctica muy controvertida.

En el país, el término “morir con dignidad” nació a fines de los años Setenta, y siempre ha diferido de la eutanasia. En general, el mismo significa “dejar morir a un enfermo terminal o a un paciente en estado vegetativo permanente, eliminando los tratamientos de apoyo a la vida, en caso de que el sujeto haya expresado este deseo en vida y estando en pleno uso de sus facultades”. Quienes apoyan la práctica la definen “muerte natural” o “muerte humana”. Los detractores, en cambio, sostienen que la misma abre la puerta a la eutanasia.  

Shoji Nakanishi tiene 72 años y lidera la Asociación Human Care. Luego de un incidente ocurrido cuando tenía 21 años, sufrió daños en la médula espinal, lo cual lo obligó a estar en una silla de ruedas. Los médicos dijeron que tenía tres meses de vida. Habiendo transcurrido 51 años desde aquel incidente, él está a la vanguardia contra la promulgación de la ley; “Dicen que quieren dar dignidad al final de la vida de un enfermo, pero en realidad quieren reducir los costos de salud.  Y, obviamente, con una ley de este tipo, en la práctica, se borrarían los límites con la eutanasia”.

El punto, dice junto a otras asociaciones similares a la suya, “es que la legislación quiere validar el abatimiento de aquellos a quienes ve como una carga financiera”. En el año 2014, por primera vez en la historia moderna, Japón superó los 350 millardos de dólares en su presupuesto de salud pública. Un tercio del total es dedicado a quienes tienen más de 75 años, y este porcentaje está destinado a crecer, dada la velocísima tasa de envejecimiento de la población.

Por primera vez desde que se instaurara un censo nacional (1920), el Sol Naciente registra una contracción en su población. El total de ciudadanos registrados en 2015 fue de 127,1 millones, contra los 128,1 millones de 2005: una caída de 947.000 unidades que ha obligado al Ejecutivo a tomar en consideración, al menos, el problema de la caída de la natalidad en el país. Por otro lado, también en el 2015, por primera vez el número de japoneses “por arriba de 80 años” ha superado los 10 millones.

Confrontando los últimos datos estadísticos con los del resto del mundo, Japón es el más anciano de todos. En el territorio nacional, 1 de cada 10 mujeres tiene más de 80 años, mientras que 10,2 millones de personas (lo cual equivale al 7,9% de la población total, compuesta por cerca de 126 millones de habitantes) tienen más de 81 años. Otro récord es el de las personas mayores de 65 años, que superan por primera vez los 33,84 millones: se trata del 26,7% del total.

Toshiharu Furukawa, jefe del Departamento de Salud y Bienestar, del Partido democrático liberal (que está en el gobierno) admite: “No podemos decir con claridad que el centro del problema sean los costos, pero que los costos son un problema es evidente”. Y el ministro de Finanzas del Poder Ejecutivo, Taro Aso, en el 2013 invitó a los ancianos a “disponerse a morir” desencadenando un debate nacional muy candente.  Es improbable, dicen los analistas políticos, que se pueda llegar a un liso y llano proyecto de ley antes de julio de 2016. Sin embargo, según puede leerse en un editorial del  Japan Times, “el camino es este”.