Papa: mis viajes al Cáucaso para “alentar esperanzas y senderos de paz”

En la audiencia jubilar Francisco habla del viaje apenas realizado en Armenia y de aquellos programados para septiembre a Georgia y a Azerbaiyán. “Una cosa es hablar de misericordia, otras es vivir la misericordia”, porque “las obras de misericordia no son temas teóricos, sino testimonios concretos. Obligan a arremangarse las mangas para aliviar el sufrimiento”.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Es para “alentar esperanzas y senderos de paz” que después de la apenas terminada visita a Armenia, Francisco en septiembre irá a Georgia y Azerbaiyán. Porque “la historia nos enseña que el camino de la paz nos pide una gran tenacidad y continuos pasos, comenzando por aquellos pequeños y poco a poco haciéndolos crecer, yendo uno al encuentro del otro. Justamente por esto mi auspicio es que todos y cada uno den su propia contribución para la reconciliación”. Los viajes al Cáucaso y la necesaria concreción de la misericordia fueron los argumentos de los cuales el Papa habló en la audiencia jubilar de hoy, la última antes de la pausa estival de las audiencias públicas.

“He aceptado la invitación para visitar estos países-dijo- por un doble motivo: por una parte valorizar las antiguas raíces cristianas presentes en estas tierras-siempre en espíritu de diálogo con las otras religiones y culturas- y por la otra alentar esperanzas y senderos de paz”.

“Como cristianos-dijo además- estamos llamados a reforzar entre nosotros la comunión fraterna, para dar testimonio del Evangelio de Cristo y para ser la levadura de una sociedad más justa y solidaria”. “Por esto toda la visita fue compartida con el Supremo Patriarca de la Iglesia Apostólica Armenia, el cual me ha hospedado fraternalmente por tres días en su casa. Renuevo mi abrazo a los Obispos, a los sacerdotes, a las religiosas, a los religiosos y a todos los fieles de Armenia. La Virgen María, nuestra Madre, los ayude a permanecer firmes en la fe, abiertos al encuentro y generosos en las obras de misericordia”.

Las obras fueron el otro tema del cual Francisco habló a las treinta mil personas presentes en la plaza de san Pedro, para subrayar que “una cosa es hablar de misericordia y otra es vivir la misericordia”, porque “las obras de misericordia no son temas teóricos, sino testimonios concretos. Obligan a arremangarse para aliviar el sufrimiento”.

“¡Cuántas veces-dijo durante estos primeros meses del Jubileo hemos sentido hablar de las obras de misericordia! Hoy el señor nos invita a hacer en serio un examen de conciencia. Está bien, de hecho, no olvidarse nunca que la misericordia no es sólo una palabra abstracta, sino un estilo de vida. Una persona puede ser misericordiosa o puede no ser misericordiosa; es un estilo de vida. Yo elijo vivir como misericordioso o elijo vivir como un no misericordioso. Una cosa es hablar de misericordia, otra es vivir la misericordia. Parafraseando las palabras de Santiago apóstol (cfr. 2,14-17) podremos decir: la misericordia es su constante dinamismo para ir al encuentro a las necesidades de cuantos están en un malestar espiritual y material. La misericordia tiene ojos para ver, oídos para escuchar, manos para sustentar”.

“La vida cotidiana nos perite tocar con la mano tantas exigencias, que se refieren a las personas más pobres y a las más probadas. A nosotros se nos pide esa atención particular que nos lleva a darnos cuenta del estado de sufrimiento y necesidad en el cual están tantos hermanos y hermanas. A veces pasamos delante de situaciones de dramática pobreza y parece que no nos tocan; todo continúa como si nada sucediese, en una indiferencia que al final nos vuelve hipócritas y sin que uno se dé cuenta, termina en un letargo espiritual que rinde insensible el alma y estéril la vida. La gente que pasa, que va por la vida sin darse cuenta de las necesidades de los otros, sin ver tantas necesidades espirituales y materiales, es gente que pasa sin vivir, es gente que no sirve a los otros. Recuérdense bien, ¡Eh! Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.

“¡Cuántos son los aspectos de la misericordia de Dios hacia nosotros! Del mismo modo, cuántos rostros se dirigen a nosotros para obtener misericordia. Quien ha experimentado la misericordia del Padre no puede permanecer insensible delante de las necesidades de nuestros hermanos. La enseñanza de Jesús que hemos escuchado no permite vías de escape: “Tenía hambre y me habéis dado de comer; tenía sed y me habéis dado de beber, estaba desnudo, enfermo, en la cárcel y me habéis asistido”(Cfr. Mt 25,35-36). No se puede tergiversar delante de una persona que tiene hambre: es necesario darle de comer. ¡Jesús nos dice esto! Las obras de misericordia no son temas teóricos, sino que testimonios concretos. Obligan a arremangarse para aliviar el sufrimiento”.

“A causa de los cambios de nuestro mundo globalizado, algunas pobrezas materiales y espirituales se multiplicaron: por eso demos espacio a la fantasía de la caridad para individuar nuevas modalidades operativas. De este modo la vía de la misericordia se convertirá siempre más concreta. Por lo tanto, a nosotros se nos pide estar atentos como centinelas, para que no suceda que delante de las pobrezas producidas por la cultura del bienestar, la mirada de los cristianos se debilite y se convierta en incapaz de mirar a lo esencial. Mirar a lo esencial: ¡Qué significa? Mirar a Jesús, ver a Jesús en el hambriento, en el encarcelado, en el enfermo, en el desnudo, en aquel que no tiene trabajo y debe llevar adelante a una familia. Mirar a Jesús en estos hermanos y hermanas nuestros; mirar a Jesús en aquel que está solo, triste, en aquel que se equivoca y necesita de consejos, en aquel que necesita caminar con él en silencio, para que se sienta acompañado. Estas son las obras que Jesús nos pide a nosotros: ver a Jesús en ellos, en esta gente, ¿por qué? Porque Jesús a mí, a todos nosotros nos mira así”.