Patriarca Rai: Oriente Medio debe volver a ser cuna de convivencia entre cristianos y musulmanes
de Pierre Balanian

Nuevo reclamo del jefe de la Iglesia maronita para la elección del jefe de Estado, cargo que se encuentra vacante desde hace más de dos años. Pero la 43ra sesión parlamentaria, celebrada ayer, se concluyó con un nuevo aplazo. El prelado participó en la ceremonia de inauguración de un anfiteatro dedicado al mártir armenio Ignacio Maloyian. En su intervención recordó el genocidio y el testimonio de fe de los armenios, así como la “nueva generación del genocidio” de cristianos en Oriente Medio.


Beirut (AsiaNews) – Sin haberse hecho nada al respecto, concluyó la 43ra sesión parlamentaria, celebrada ayer en Beirut, para la elección del jefe de Estado, cargo que está vacante desde hace más de dos años.  El presidente de la Cámara, Nabih Berri, suspendió la sesión, aplazándola para el 7 de septiembre, a causa de la falta de quórum necesario para llevar cabo la votación.

El Líbano está sin presidente desde mayo de 2014, cuando concluyó su mandato Michel Aoun y se inició un enfrentamiento entre las dos principales agrupaciones –la 8 de marzo y la 14 de marzo-  que, de hecho, ha impedido la elección de un sucesor. Según la Constitución, el cargo ha de ser ocupado por un cristiano, en un complejo y delicado mosaico de credos, culturas y etnias que dan forma al país.

Refiriéndose al tema de la elección del presidente de la República intervino, una vez más, el responsable de la Iglesia maronita, Card. Bechara Rai, que días atrás relanzó un mensaje de unidad y renovó la invitación a llevar cabo un esfuerzo común para poner fin al receso. El patriarca habló durante la ceremonia de inauguración de un anfiteatro en  Bzommar, dedicado al mártir armenio Ignacio Maloyian.

A continuación, el relato de nuestro enviado en el Líbano:

En el antiguo monasterio católico armenio de Bzommar, sobre las verdes colinas de los Montes del Líbano, situado a 35 km de la capital Beirut, se celebró, el 7 de agosto pasado, la ceremonia de inauguración de un anfiteatro dedicado al beato Ignacio Maloyian. Él fue un mártir católico armenio, víctima del Genocidio perpetrado por Turquía en 1915, muerto por no haber renegado de su fe en Cristo. Sus ejecutores lo invitaron insistentemente a convertirse al islam para salvar su vida, pero él se opuso rotundamente y fue ajusticiado.

La ceremonia se desarrolló en un clima que estuvo marcado por el ecumenismo, algo que puede ocurrir sólo en el Líbano, gracias a la sabia organización del padre superior del convento armenio de Bzommar y vicario del patriarca, Mons. Gabriel Mouradian. Estuvieron también presentes el Card.  Bechara Rai, patriarca de los católicos armenios Gregorio Bedros XX, el patriarca de los católicos melquitas Gregorio III Laham, un obispo representante del  Catholicós del Patriarcado Ortodoxo Armenio en Cilicia. E incluso más, el nuncio apostólico Mons. Gabriele Caccia, el embajador de la República de Armenia en el Líbano, diputados de todas las confesiones religiosas, el presidente del CSM libanés, oficiales de las Fuerzas armadas y exponentes de varios partidos, junto a personalidades del arte y de la cultura. Los presentes asistieron a una ceremonia que duró tres horas y que se distinguió por las oraciones, los discursos, los himnos y cantos sacros, interpretados por el coro maronita de Louaize y por el coro armenio de Groung.

Dirigiéndose a los presentes, el Card. Bechara Rai recordó que en el 2015 “hemos conmemorado” el “primer centenario del genocidio armenio y el exterminio de un millón y medio de hijos de la Iglesia hermana armenia y de cientos de fieles de las iglesias siríaca, caldea y asiria en Turquía”. Sin embargo, agregó el jefe de la Iglesia maronita, “la sangre de los mártires es la semilla de los cristianos”, y como nos ha enseñado “Nuestro Maestro [Jesucristo], a la muerte le sigue la resurrección”. Es por eso que “los pocos que sobrevivieron al exterminio” han sabido “hacer que crezca toda la Iglesia, fortaleciéndose y difundiéndose en todas parte del mundo, conservando las costumbres, la unidad y la tradición”.

Frente a las enseñanzas recientes de la hstoria, el Card. Rai quiso extraer una lección para el presente: “Hoy, los cristianos de Oriente Medio –subrayó- viven una nueva versión el genocidio, sobre todo en Siria y en Irak. Un exterminio de matriz takfirista dentro de la sociedad misma, perpetrado por guerras que continúan intensificándose cada vez más y por el entrelazarse de movimientos fundamentalistas con organizaciones terroristas y con  intereses de las naciones a nivel regional e internacional”.

“Cientos de hijos de nuestras iglesias –recordó el cardenal- han muerto, cientos de miles han perdido lo sembrado en toda una vida y han emprendido el camino de la emigración”. A pesar de todo, “nuestras Iglesias resisten, siguen y progresan, gracias a la sangre de los mártires mezclada con la sangre salvífica de Nuestro Señor, y con la fuerza de la resurrección”, recordando la promesa de Jesús a Simón Pedro: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las fuerzas del mal no podrán destruirla”.

El cristianismo, por su esencia, afirmo el patriarca maronita, "es la apertura hacia el otro, el diferente, para construir una humanidad mejor y civil... Consideramos la presencia de los cristianos en Oriente un factor vital y esencial para este mismo Oriente, con sus contribuciones intelectuales, teológica, culturales que se remontan a períodos anteriores de seis siglos antes de la aparición del islam". Y con él, prosiguió, entro "en contacto enriqueciendo la humanidad con contribuciones culturales, científicas conocidos por todos, erigiendo con Occidente puentes cultural y científicos, lanzando los valores de la modernidad y una atmósfera de interacción, cooperación y diálogo entre estos dos mundos". Al mismo tiempo, explicó el card. Rai, "consideramos el islam una necesidad para nuestro mundo árabe, a condición, sin embargo, que preserve la moderación y apertura, poniendo fin a las organizaciones terroristas y takfiristas que utilizan la violencia en nombre del islam mismo".

Junto a los musulmanes, es la invitación del Patriarca Rai, "estamos llamados a preservar la faz del Oriente árabe y protegerlo del rechazo de la diversidad, de las diferencias sectarias, étnicas y lingüísticas". "En el Líbano - añadió - con ellos y con los armenios, que en el Líbano han experimentado la gracia de aspirar a una patria, juntos, cristianos y musulmanes, nos basamos en el acuerdo de la vida en comunidad, la separación de la religión y el Estado, respetando los derechos de cada religión y sus enseñanzas". En un país que "no privilegia a cualquier otro Estado, sea este oriental u occidental, que es parte de la familia árabe y mantiene un equilibrio constante entre todas las naciones, que no participa en las luchas y trabaja por la justicia, por la paz y por la unidad de todos sus componentes".

"Insistimos en la participación en la gobernabilidad - ha confirmado el cardenal - y en la gestión sobre una base justa y equitativa de la democracia, la diversidad, la aceptación del otro, el respeto a los demás y los derechos humanos, según lo dispuesto por nuestra Constitución" . "Líbano - recuerda – ofrece una experiencia muy especial en el diálogo, en la comunidad del destino y la vida... Los cristianos de Oriente han tenido un papel clave en el fortalecimiento de la diversidad cultural y religiosa".

El cardenal Rai concluyó su discurso diciendo que "por estas razones, y desde este lugar, junto al pueblo armenio celoso de los destinos de este país y frente a la estatua del Beato Obispo Ignacio mártir Ignacio Maloyian, hago un llamamiento a los grupos parlamentarios para la elección de un presidente la República. Hoy antes de mañana, para preservar así nuestros valores".

Por su parte, el Nuncio Apostólico Mons. Gabriele Caccia invitó a los cristianos de Oriente a tomar como ejemplo el dolor y el triunfo de la resurrección experimentada por el pueblo armenio, perseguidos en Oriente hace un siglo a causa de su fe. El prelado insta a seguir la fuerza, única entre todos los cristianos, que les llevó a tallar la cruz en piedra, llevando una cruz de piedra, un símbolo de la resistencia máxima. "Una cruz, la de Khatchkar [la cruz de piedra de Armenia] - dijo el Nuncio - sin crucificado, pero florecida como un símbolo del renacimiento de la vida en la resurrección".