Israel, petitorio de colonos y rabinos para que sea restituido el cuerpo de un joven palestino

Los habitantes de Gush Etzion escriben al ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, para que disponga la restitución del cadáver de Khaled Bahar. El joven de 15 años fue muerto por un proyectil durante los enfrentamientos entre el ejército israelí y los palestinos. Las investigaciones dieron a conocer que el chico fue ajeno a la violencia. Activista palestino: Israel ha inventado el arresto post mortem, algo que no existe en ningún lugar del mundo. 


Jerusalén (AsiaNews) – La iniciativa de los colonos judíos, apoyada por algunos rabinos, es un “paso positivo”, porque apunta a un respeto por la sacralidad de la persona “incluso después de la muerte”, y contrasta con una medida que “humilla profundamente” a las familias. Es lo que afirma ante AsiaNews Adel Misk, médico y activista pacifista palestino, al comentar la carta enviada al ministro israelí de Defensa, para que “restituya” a los padres el cuerpo de un joven muerto durante los enfrentamientos con el ejército. Vocero de The Parents Circle, asociación que reúne a cerca de 250 israelíes y 250 palestinos, todos familiares de víctimas del conflicto, él auspicia que el espíritu que anima la misiva “de los colonos llegue a los dirigentes de gobierno y que sean tomadas medidas” al respecto.

Días atrás, un grupo de colonos judíos, entre los cuales hay siete rabinos, hicieron legar un petitorio al ministro israelí de Defensa para que restituya a la familia el cuerpo de un joven palestino muerto por un disparo de arma de fuego del ejército. Los habitantes del asentamiento de Gush Etzion se dirigen en primera persona al ministro Avigdor Lieberman, pidiendo que sea entregado el cadáver del joven de 15 años Khaled Bahar (en la foto) para proceder a su sepultura.

Bahar fue muerto el 20 de octubre pasado, durante un enfrentamiento entre soldados israelíes y ciudadanos palestinos; los soldados respondieron a las piedras arrojadas por los palestinos abriendo fuego. Una bala perdida alcanzó al joven de 15 años, quien, tal como fue descubierto luego,  era ajeno a la cuestión.

Los firmantes de la carta-petitorio  -entre los cuales figuran el poeta Eliaz Cohen y Michal Frouman, una mujer acuchillada por un atacante palestino en enero pasado, cuando ella estaba encinta- recuerdan que en primer lugar, el ejército ha admitido que el joven “no tenía nada que ver con los lanzadores de piedras”. Por este motivo, “los habitantes de  Gush Etzion, que tenemos vínculos directos con los residentes de Beit Ummar y de los pueblos vecinos, pedimos que sea permitido a la familia sepultar el cuerpo del joven”.  

El secuestro del cadáver es un castigo colectivo que fue impuesto por el ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, al día siguiente del ataque en Tel Aviv perpetrado en junio pasado, en el cual murieron cuatro personas y hubo cuando menos 12 heridos. Una medida que ha contribuido a agudizar la tensión en el área.

Adel Misk define como “inhumana” y “sin igual en el mundo” la decisión que Israel ha tomado al secuestrar los cadáveres de palestinos, sean ellos autores de atentados o víctimas inocentes, como en este caso. “Esta elección –agrega- no conforma ningún obstáculo y tampoco funciona como disuasivo para quien quiere hacerse estallar o busca perpetrar un ataque” contra civiles o militares israelíes.

Para el activista, esta punición es “un absurdo: hay miles de palestinos [vivos] detenidos en las cárceles israelíes,  pero esto de que sean puestos en régimen de detención post mortem es algo que no tiene igual en el mundo”. Él resalta que “la muerte debiera llevar a un respeto, cualquiera sea la persona en cuestión”,  prescindiendo de su pertenencia religiosa o de su ciudadanía. “Los cuerpos –afirma- deben ser restituidos a los familiares”.  

La carta de los colonos y rabinos, concluye Adel Misk, es un signo del respeto de la sacralidad del cuerpo, con más razón considerando el hecho de que el joven palestino de 15 años fue una víctima inocente en este caso. El problema es la actitud del gobierno y de las autoridades israelíes, que a través de leyes y medidas –y la norma que legaliza el secuestro de tierras no será la última-  “quieren desencadenar un choque abierto entre israelíes y palestinos, transformando este conflicto [político y territorial] en una guerra de religiones”.

Desde octubre pasado, tras una serie de provocaciones de algunos judíos ultra-ortodoxos que fueron a rezar a la Explanada de las mezquitas el día después de Yom Kippur y del Sukot, se han multiplicado los incidentes y enfrentamientos en Israel y en los territorios palestinos. La espiral de ataques y violencia derivó en la llamada “intifada de los cuchillos”, un reguero de sangre en el cual ya fueron muertos 238 palestinos, 36 israelíes, dos americanos, un jordano, un sudanés y un eritreo.