Papa: Madre Teresa, ícono para todos aquellos que se ocupan de la globalización irresponsable

En el encontrarse con los miembros de la Global Foundation, el Papa Francisco condena la “cultura del descarte” y el “sistema capitalista”, ya rechazado por Juan Pablo II en su “Centesimus Annus”. Madre Teresa “acogió toda vida humana, aquella no nacida como aquella abandonada o descartada”. Para un globalización “solidaria y cooperativa” se necesita “com-partir con aquellos que sufren”. Dejarse guiar por la doctrina social de la Iglesia.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Madre Teresa de Calcuta, canonizada el pasado 4 de setiembre es “un ícono de nuestros tiempos” que representa y reasuma” los “esfuerzos de individuos y de instituciones para sanar los males producidos por una globalización irresponsable”. Lo dijo hoy el Papa Francisco encontrando una delegación de la “Mesa Redonda” de Roma de la Global Foundation.

La Global Foundatio, fundada en 1998 en Melbourne es una organización non-profit que trabaja por el bien común desde el punto de vista económico y social. Esta recoge a miembros entre asociaciones filantrópicas y empresariales privadas, colaborando con el Banco mundial, el Fondo monetario internacional, miembros de las religiones mundiales, entre las cuales la Iglesia católica y la anglicana.

El Papa elogió el proyecto de la Global Foundation, que es el de “individuar los justos caminos, capaces de conducir a una globalización “cooperativa” o sea positiva, opuesta a la globalización de la indiferencia”

Para el pontífice, “es inaceptable, porque es inhumano, un sistema económico mundial que descarta a hombres, mujeres y niños, por el hecho que estos parecen no ser más útiles según criterios de ganancias de las empresas o de otras organizaciones”.

Contra tal “sistema capitalista” se manifestó ya Juan Pablo II en su “Centesimus Annus”: “EN 1991, san Juan Pablo II, frente al derrumbe de sistemas políticos opresivos y a la progresiva integración de los mercados que ya calificamos habitualmente como globalización, advertía sobre el riesgo que se difundiese por todos lados la ideología capitalista. Ella habría comportado una escasa o nula consideración por los fenómenos de la marginación, de la explotación y de la alienación humana, ignorando a las multitudes que viven aún en condiciones de miseria material y moral y confiando en modo fideista en la solución única del libre desarrollo de las fuerzas del mercado. Mi predecesor, preguntándose si un tal sistema económico fuese el modelo que había que proponer a aquellos que buscaban el camino del verdadero progreso económico y social, llegó a una respuesta netamente negativa. Este no es el camino (Cfr. “Centesimus Annus”, 42)”.

En el tiempo, según Francisco, se manifestaron los riesgos temidos por Juan Pablo II, pero surgieron también “tantos esfuerzos de individuos y de instituciones para resanar los males producidos por una globalización irresponsable. Madre Teresa de Calcuta, que tuve la alegría de proclamar Santa, hace algunos meses y que es un símbolo y un ícono de nuestros tiempos, de algún modo representa y reasume tales esfuerzos. Ella se inclinó hacia las personas agotadas, dejadas morir en las veredas de las calles, reconociendo en cada una de ellas la dignidad dada por Dios. Recibió toda vida humana, aquella no nacida, como aquella abandonada o descartada y ha hecho sentir su voz a los potentes de la tierra para que conocieran los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos (Cfr. Homilía de la canonización de Madre Teresa)”.

Para una globalización "inclusiva y cooperativa" se necesita "que cada uno, personalmente, no sea indiferente a las heridas de los pobres, sino que  aprende a sufrir con los que sufren persecución, la soledad, el desplazamiento o la separación forzada de sus familias; con aquellos que no tienen acceso a servicios de salud; con los que pasan hambre, frío o calor".

"Esta compasión asegurará que los operadores económicos y políticos puedan utilizar su ingenio y sus recursos no sólo para controlar y vigilar los efectos de la globalización, sino también para ayudar a los responsables de las distintas áreas de la política - regionales, nacionales e internacionales - a corregir la orientación siempre que sea necesario. La política y la economía, de hecho, deben incluir el ejercicio de la virtud de la prudencia".

"La Iglesia - concluyó el Papa - está siempre atenta, para que se conozca el gran potencial de la inteligencia humana que acepta la ayuda y guía de Dios y también la buena voluntad de los pequeños y grandes, ricos y pobres, los empleadores y los trabajadores. Por lo tanto os animo a continuar con su compromiso, siempre guiados por la Doctrina Social de la Iglesia, la promoción de una globalización cooperativa junto con todos los actores involucrados - la sociedad civil, gobiernos, organizaciones internacionales, comunidades académicas y científicas y otros - y les deseo mucho éxito en su trabajo".