Después de Astaná, las maniobras de Moscú para convertirse en el árbitro supremo del conflicto sirio
de Pavel Felgenhauer

Trump firmó dos decretos para "mantener fuera" de los EEUU a los "terroristas". Prioridad a los refugiados "cristianos", suspendió las entradas "sine die" de los sirios. Durante tres meses cerrarán las puertas a los ciudadanos iraquíes, iraníes, somalíes, sudaneses, libios y yemenitas. Réplica del presidente iraní: "No es momento para muros". Mientras tanto, se está hablando del futuro de Siria. En las recientes conversaciones en Astaná, se propone la reflexión de un experto. Cortesía de la Fundación Jamestown (traducción del inglés de AsiaNews).


Damasco (AsiaNews) - En este momento, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha firmado dos decretos ejecutivos con el objetivo de "mantener fuera" de los EE.UU. a los "terroristas". Da prioridad "a los refugiados cristianos", ha suspendido "indefinidamente" la entrada de refugiados de Siria. Y durante tres meses ha cerrado las puertas a los ciudadanos de Libia, Irán, Irak, Somalia, Sudán, Yemen. "Queremos mantener  a los terroristas islámicos radicales fuera de los EE.UU" - dijo el inquilino de la Casa Blanca.

A las palabras Trump replicó en las últimas horas el presidente de Irán, Hassan Rouhani, que no ahorra críticas a la contraparte estadounidense. "Se han olvidado - dijo el líder de la República Islámica - que el muro de Berlín fue derribado hace muchos años. Aunque todavía hay paredes entre las naciones, éstas deben ser eliminadas".

Mientras tanto, se discute acerca de los próximos coloquios de paz de la ONU sobre Siria, previstos en un principio para el 8 de febrero en Ginebra. En las últimas horas han surgido dudas e incertidumbre sobre la fecha, que podría aplazarse hasta fines de febrero, aunque por el momento no hay confirmación al respecto.

Sobre la situación en Siria y sobre las recientes conversaciones de paz en Astaná, Kazajistán, patrocinadas por Rusia, Turquía e Irán, ofrece un reflexión la Fundación Jamestown.

 

El mes pasado (diciembre de 2016), la mitad oriental de aquella ciudad que, antes de la guerra, supo ser la más poblada del país, Alepo, en manos de los rebeldes de la oposición desde 2012, ha caído como resultado de un asalto incesante y conjunto de Irán, Rusia y las fuerzas pro-gubernamentales.

Los combatientes de la oposición siria, junto con una parte de la población civil, pudieron salir de Alepo hacia la vecina provincia de Idlib, en manos de la oposición, después de que sus defensas quedaran destruidas , y ahora su defensa ya resulta en vano.

Las fuerzas leales al presidente Bashar al-Assad y las milicias chiíes iraníes no parecían contentos con la retirada de la oposición de Alepo, pero Moscú insistió en proporcionar un paso seguro. Un batallón reforzado de la policía militar rusa (MP), formado por soldados musulmanes sunitas - en su mayoría ex combatientes separatistas chechenos, ahora al servicio de la bandera rusa - con una pocas franjas musulmanes sunitas de otras regiones de Rusia han sido destinados a Siria ( EDM, 8 de diciembre).

De acuerdo a lo referido por el líder paramilitar checheno Ramzan Kadyrov, son justamente estas fuerzas militares musulmanas de Chechenia las que hoy garantizan la "defensa de Alepo" (Instagram.com, 24 de enero).

Tras la caída de Alepo, el futuro de las fuerzas de oposición sirias parece sombrío. Parecía razonable esperar que las fuerzas pro-Assad aprovecharían el momento para empujar el acelerador aún más y así erradicar la oposición siria de sus últimos reductos: la ciudad de Idlib, la provincia circundante, así como los suburbios de Damasco controlados por los rebeldes.

Sin embargo, Moscú parece tener otros planes en mente. A fines de diciembre, Rusia y Turquía han acordado un alto el fuego y conversaciones de paz entre el gobierno sirio y la oposición armada, que tuvieron lugar en los últimos días en Astaná, capital de Kazajistán (Anadolu 28 de diciembre de 2016). La tregua, aunque  débil, parecía sostenerse. Y en la semana se llevaron a cabo las conversaciones de paz en Astaná, según fue dispuesto, con el patrocinio de Rusia, Turquía e Irán. De la reunión de Astaná no se obtuvieron resultados sorprendentes, pero no hubo interrupciones repentinas o cortes súbitos. Todas las partes han acordado mantener el alto el fuego,  y la continuación del diálogo a través de intermediarios, lo que ha permitido a Rusia hablar de éxito global (RIA Novosti, 24 de enero).

Én Astaná, las fuerzas de la oposición no estuvieron representados por intermediarios políticos de las fuerzas revolucionarias anti-Assad, sino por una delegación de comandantes en jefe encabezados por Mohammed Alloush, el líder del Jaysh al-Islam, una coalición de unidades extremistas islámicas y salafistas que operan particularmente en el área de Damasco, en la ciudad de Douma y en el Ghouta oriental. Estuvieron ausentes otros grupos armados de primer plano, en particular Ahrar al-Sham, una fuerza dominante en Idlib, en el norte de Siria.

Con tan sólo una fracción de las fuerzas combatientes de la oposición presente, no había ningún motivo práctico para esperar algo sensacional de Astaná. Los Estados árabes que apoyan a la oposición anti-Assad, tampoco estuvieron representados. Rusia y Turquía han extendido una invitación a la nueva administración estadounidense del presidente Donald Trump, mientras que Irán se opuso fuertemente a la presencia de un funcionario de los Estados Unidos.

Al final, los EE.UU. han enviado como "observador" al embajador a Astaná, George Krol, al parecer para desempeñar el papel de una mosca en la pared. Los observadores extranjeros y diplomáticos acreditados en Astaná, junto con la prensa, vagaban por las habitaciones del hotel Rixos (teatro de las conversaciones de Astaná), obviamente confundidos en su intento por comprender el verdadero propósito de Moscú al haber organizado la reunión.

Al final de la reunión de dos días de duración,  una vaga declaración final fue distribuida. La oposición siria y el gobierno se han negado a hablar cara a cara y estuvieron presentes - en conjunto - sólo en la sesión de apertura.

El enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, anunció la intención de continuar con las conversaciones en Ginebra, previstas para el  8 de febrero [luego se cambió a una fecha por definir, ndr], que también deberían implicar al brazo político de la oposición siria, a pesar de no tener ninguna garantía de éxito. Rusia, Turquía e Irán se han puesto de acuerdo para llevar a cabo una supervisión conjunta del alto el fuego, mientras que los delegados de la oposición han acusado a Irán de entrometerse en el conflicto sirio. Al mismo tiempo, la delegación del gobierno vinculado a Assad acusó a Turquía de apoyar a "terroristas" (RBC, 24 de enero).

Desde cierto punto de vista, Astaná parece más bien un intento prematuro de alcanzar un acuerdo general sobre Siria; sin embargo, los objetivos reales de Rusia con la reunión pueden haber sido diferentes, y mucho. El éxito militar de la ofensiva en Alepo demuestra cuán inútil puede llegar a ser oponerse al poder militar exterior de Rusia, incluso en las calles de una gran ciudad. Ahora, Rusia está ofreciendo a la oposición siria - incluyendo a islamistas y salafistas - un acuerdo: morir luchando o registrarse como colaboradores de hecho.

Esta estrategia parece haber funcionado al menos con Jaysh al-Islam y con otros grupos pequeños en Astaná. El líder del Jaysh al-Islam, Alloush, anunció la intención de continuar las negociaciones con Moscú y expresó su esperanza de que los rusos restrinjan las actividades de Irán y del Hezbollah pro-iraní (RBC, 24 de enero). En Idlib, en el norte de Siria, Ahrar al-Sham y otros grupos de oposición, al parecer, se beneficiaron con el apoyo de Turquía. Sin embargo, Damasco y sus alrededores, la oposición - incluyendo el Jaysh al-Islam - se encuentran, en realidad, rodeados. Un asedio en toda la línea como el realizado en Alepo, con el apoyo de Rusia, en el este de Ghouta terminaría, con seguridad, con una derrota de la oposición. Sin embargo, en ese momento, Maas parece tener otros planes y Alloush se ha beneficiado de una cobertura positiva de los medios en la televisión estatal rusa.

El jefe de la delegación rusa en Astaná, Alexander Lavrentyev, dijo a los periodistas presentes: "Ambas partes están violando el alto el fuego, pero las fuerzas del gobierno pro Assad lo hacen con más frecuencia a las provocaciones lanzadas por al-Nusra [el Frente de al-Nusra, un grupo radical islámico extremista en Siria, que recientemente fue rebautizado con el nombre Jabhat Fateh al-Sham]. Lavrentyev también anunció que Moscú  centrará su atención en el objetivo de pacificar la zona oriental de Ghouta y Wadi Barada, en la región de Damasco "aunque no podemos decir que la zona oriental Ghouta es controlada en su totalidad por la oposición moderada" ( Militarynews.ru 24 de enero).

Acusar a las fuerzas de al-Assad de violar el alto el fuego es un cambio de tono; y, anteriormente, los militares rusos han negado incluso la existencia de una "oposición moderada en Siria." Según los informes de Lavrentyev, los representantes militares rusos tuvieron conversaciones directas separadas con delegados de la oposición en Astaná, que han "continuado toda la noche." Las dos partes acordaron un mapa que define a la oposición, y en el cual se excluye a los terroristas de Fatah Jabhat al-Sham y al Estado Islámico (Militarynews.ru 24 de enero).

Los militares rusos continúan los bombardeos contra el Estado Islámico y contra otros grupos terroristas en Siria, a pesar del alto el fuego, incluso al tiempo que ofrece un lugar y un futuro a la oposición política que tenga la intención de firmar un acuerdo y, por último, dando vuelta un escudo como es el caso del checheno "Kadyrovtsy" (véase más arriba).

Las conversaciones directas secretas a nivel militar con la delegación de la oposición en Astaná pueden haber sido la verdadera razón por la que han tenido lugar estas reuniones. Moscú parece decidido a distanciarse de Assad y de sus patrocinadores iraníes. Al mismo tiempo, aparentemente, Moscú estaría tratando de construir relaciones más estrechas con los sunitas en Siria y posiblemente en todo el Oriente Medio, como base para un futuro dominio de Rusia en la región, a largo plazo.