El Papa preside la liturgia penitencial

Francisco, que no ha emitido homilía, se confesó durante unos cinco minutos y luego confesó, durante unos 50 minutos, algunos de los fieles. Esta mañana había dicho que el confesor debe rezar, discernir - “no poner todo en el mismo saco”- y recordar que el confesionario es también un lugar de evangelización, para encontrar el verdadero rostro de Dios, que es el de la misericordia.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El Papa Francisco presidió, esta tarde en la basílica de San Pedro, una liturgia penitencial durante el cual se confesó (en la foto) durante unos cinco minutos y luego confesó, durante unos 50 minutos, algunos de los fieles.

El Papa, que no tuvo homilía, esta mañana habló de la confesión y de los confesores recibiendo a los participantes en el curso promovido por la Penitenciaría Apostólica sobre la Confesión. Francisco en su discurso dijo que para ser buenos confesores deben rezar, discernir - “no poner todo en el mismo saco”- y recordar que el confesionario es también un lugar de evangelización, para encontrar la verdadera cara de Dios, que es la misericordia.

En primer lugar, entonces, la oración, porque "un confesor que ora se reconoce a sí mismo como el primer pecador y el primero perdonado " y "la oración es la primera garantía para evitar cualquier actitud de dureza, que juzga innecesariamente al pecador y no al pecado".

El buen confesor, en segundo lugar, "es un hombre del Espíritu, un hombre de discernimiento." El Espíritu "le permite empatizar" con los que quieren confesarse. "El confesor no hace su propia voluntad y no enseña a su propia doctrina. Él está llamado a hacer siempre y sólo la voluntad de Dios, en plena comunión con la Iglesia, de la que es un ministro o servidor" y "el discernimiento le permite distinguir siempre", “lo que permite la delicadeza de espíritu tan necesaria frente a quien abre el santuario de su propia conciencia, para recibir luz, paz y misericordia".

Tercer punto, el confesionario es también un lugar de evangelización. "En el breve diálogo con el penitente, el confesor está llamado a discernir qué cosa sea más útil, e incluso necesaria, en el camino espiritual de aquel hermano o hermana” y "a veces tendrá que volver a anunciar la más elemental verdad". "es una obra de rápido e inteligente discernimiento que puede hacer mucho bien a los fieles”.