Papa: si no se escucha la Palabra de Dios, se termina confundiendo a Dios con el diablo

"Cuando un pueblo, una comunidad, digamos también una comunidad cristiana, una parroquia, una diócesis, cierra los oídos y se vuelve sorda a la Palabra del Señor, busca otras voces, otros señores, y termina con los ídolos, los ídolos que el mundo, la mundanidad, la sociedad, le ofrecen. Se aleja de Dios vivo".


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Pidamos la gracia de escuchar la Palabra de Dios, para que el corazón no se endurezca y no seguir más la voz de Dios para seguir "otras voces", los ídolos del mundo, con el tiempo se confunde a Dios con el diablo. Lo ha dicho el Papa Francisco en la misa de esta mañana en la Casa Santa Marta, inspirado en un pasaje del libro de Jeremías (7.23 a 28) en el cual "ellos no escucharon, ni inclinaron su oído" al Señor que pedía escuchar su voz.

"Cuando nosotros no nos detenemos a escuchar la voz del Señor  – subrayó el Papa – terminamos por alejarnos, nos alejamos de Él, le damos la espala. Y si no se escucha la voz del Señor, se escuchan otras voces". Al final, obligados a cerrar nuestros oídos, "nos volvemos sordos: sordos a la Palabra de Dios." "Y todos nosotros, si hoy nos detenemos un poco y miramos nuestro corazón, veremos cuántas veces  – ¡cuántas veces! – hemos cerrado los oídos y cuántas veces nos hemos vuelto sordos. Y cuando un pueblo, una comunidad, digamos también una comunidad cristiana, una parroquia, una diócesis, cierra los oídos y se vuelve sorda a la Palabra del Señor, busca otras voces, otros señores, y termina con los ídolos, los ídolos que el mundo, la mundanidad, la sociedad, le ofrecen. Se aleja de Dios vivo".

Cuando "no se escucha - continuó - el corazón se vuelve más duro, más cerrado en sí mismo, pero duro e incapaz de recibir algo; no sólo cerrazón, sino dureza de corazón”. Vive entonces “en aquel mundo, en aquel clima que no le hace bien. Lo aleja cada día más de Dios". "Y estas dos cosas – no escuchar la Palabra de Dios y el corazón endurecido, cerrado en sí mismo – hacen que se pierda la fidelidad. Se pierde el sentido de la fidelidad. Dice la Primera Lectura, el Señor, allí: ‘La fidelidad ha desaparecido’, y nos convertimos en católicos infieles, católicos paganos o, peor aún, en católicos ateos, porque no tenemos una referencia de amor a Dios vivo. No escuchar y dar la espalda – lo que hace que se nos endurezca el corazón – nos lleva por el camino de la infidelidad".

 

"Esta infidelidad, ¿cómo se colma?", se ha preguntado, entonces, el Papa. “Se colma con la confusión, no se sabe dónde está Dios, dónde no está, se confunde a Dios con el diablo”. Francisco puso de manifiesto que “a Jesús, que hace milagros, que hace tantas cosas para la salvación y la gente está contenta, feliz, y le dice: ‘Y esto lo hace porque es un hijo del diablo. Tiene el poder de Belcebú’”. "Esta es una blasfemia. La blasfemia es la última palabra de este camino que comienza con no escuchar, que endurece el corazón", que" se presta a confusión, te hace olvidar la fidelidad y, al final, dices blasfemias”. Pobre aquel pueblo que se olvida del estupor del primer encuentro con Jesús”.

“Cada uno de nosotros hoy puede preguntarse: ‘¿Me detengo a escuchar la Palabra de Dios? ¿Tomo la Biblia en la mano, y que me está diciendo a mí? ¿Mi corazón se ha endurecido? ¿Me he alejado del Señor? ¿He perdido la fidelidad al Señor y vivo con los ídolos que me ofrece la mundanidad de cada día? ¿He perdido la alegría del estupor del primer encuentro con Jesús?’. Hoy es una jornada para escuchar. ‘Escuchar, hoy, la voz del Señor, hemos orado. ‘No endurezcan su corazón’. Pidamos esta gracia: la gracia de escuchar para que nuestro corazón no se endurezca”.