Obispos indios: en la Fiesta de los trabajadores, no olvidemos al emigrante explotado y traficado
de Purushottam Nayak

El mensaje de la Oficina de trabajo de la Conferencia episcopal. En 1955, el Papa Pío XII instituyó la fiesta de San José Obrero, “para cristianizar el trabajo”. En la India, los migrantes suman cerca de 326 millones, sobre un total de 1,2 millardos de habitantes. Migrantes que son privados de su dignidad y del acceso a los servicios más básicos. 


Nueva Delhi (AsiaNews) – En la jornada en la cual se celebra la Fiesta de los trabajadores, que es hoy, los obispos indios invitan a no olvidar “ la migración y el tráfico de seres humanos, que están estrechamente correlacionados, en un momento en el cual los trabajadores autónomos y personas no instruidas abandonan sus propias casas o son vendidos por un trabajo”. Es lo que afirma Mons. Oswald Lewis, presidente del la Oficina de Trabajo de la Conferencia episcopal india (CBCI). Él dirige un saludo a todos los trabajadores indios: “Que este día pueda darles el bellísimo recuerdo de los acontecimientos y de los esfuerzos que han contribuido a la solidaridad de los trabajadores”.

El obispo recuerda que, en 1955, el Papa Pio XII instituyó la fiesta de San José Obrero “para cristianizar el concepto de trabajo y brindar a todos los trabajadores un modelo y protector”. Por esto, él espera que la fiesta del día de hoy “pueda acentuar la dignidad del trabajo y lleve una dimensión espiritual al trabajo y a los sindicatos”.

Sobre todo, agrega, es necesario no olvidar el fenómeno del trabajo migrante. “Los emigrantes –dice- son intrínsecamente vulnerables desde el mismo momento en que dejan sus hogares en busca de nuevos modos para saciar su hambre y la de sus familias. Estos son nuestros hermanos y hermanas, que tratan de huir de situaciones difíciles y buscar un poco de calma, paz y un lugar mejor para sí y para sus familias. Y por el contrario, ellos desaparecen, son traficados y llevados a la desolación”.  

Retomando el ejemplo del Papa Francisco, que en reiteradas oportunidades se ha descargado contra los traficantes de seres humanos, Mons. Lewis resalta que “no podemos permanecer en silencio frente al escándalo de la pobreza [que es el origen] de los movimientos migratorios. Violencia, explotación, discriminación, marginación, abordajes restrictivos de la libertad fundamental de los individuos o de los grupos,  son algunos de los elementos clave de la pobreza que debemos superar”.

 

Joseph Jude, presidente de la Workers India Federation (WIF), recuerda que “las víctimas de la marginación y del tráfico de seres humanos viven en medio de nosotros, nos rodean a diario” Pero, ¿cómo podemos identificarlos?”, se pregunta. “En el caso de los niños o de las mujeres empleados en las tareas domésticas, podemos estar atentos a los signos de opresión, violencia, discriminación que se pueden expresar de distintas maneras, por ejemplo, bajo la forma de conductas introvertidas y ansiosas en el menor, o bien a través de las huellas del maltrato físico, de los comportamientos insólitos y los gritos”.

No es casual que el mensaje de la Oficina de la Conferencia episcopal se concentre en el tema de los trabajadores migrantes. En la India, el fenómeno de las migraciones está muy difundido: tanto las internas (desde los Estados más pobres a aquellos más ricos), que abarcan el 90% del total, como la migración al exterior, por parte de aquellos que prueban suerte en Oriente Medio, Europa y Norteamérica. A su vez, la India es una meta para las personas que son traficadas desde Nepal y Bangladesh, o bien un país de tránsito para aquellos que toman el camino rumbo a los países medio-orientales.

Según el censo del 2011, sobre un total aproximado de 1,2 millardos de habitantes, los migrantes internos suman 326 millones (el 28,5% de la población). Son empleados sobre todo en la construcción, en las tareas domésticas, el sector textil, las fábricas de ladrillos, el transporte, la actividad minera, la extracción de minerales y la agricultura; también son traficados para el mercado del sexo y el tráfico de órganos. A los migrantes se les niegan los servicios básicos como el acceso a subsidios para alimentación, vivienda, agua potable, atención médica, educación y servicios bancarios. La mayor parte de ellos no puede permitirse buscar protección legal, y vive en condiciones de extrema pobreza.   

Mons. Jose Porunnedom, miembro de la Oficina de Trabajo de la CBCI, reconoce que “la pobreza es la causa primera del tráfico de seres humanos en nuestro país”. Para evitar que se continúen perpetrando formas de explotación, la Oficina y la WIF han abierto un portal online, donde aquel que decida emigrar (tanto dentro de la patria como al exterior) puede registrarse y obtener ayuda. “Dejen que esta jornada –concluyó Mons. Lewis- traiga buenas noticias de libertad, prosperidad y paz a todos los trabajadores de nuestro país”.