Terrorismo y emigrantes: un diálogo necesario entre musulmanes y cristianos (Primera parte)
de Samir Khalil Samir

Entre cristianos y musulmanes hay buenas relaciones en el Líbano, en Siria y Jordania. Las dificultades surgieron y crecieron con Arabia Saudita y su islam wahabita, además de con los Hermanos Musulmanes en Egipto. El sunismo de éstos es similar al de al Qaeda y al de Daesh. La contribución de los cristianos a la cultura árabe en lo que concierne a la modernidad, la educación, y al rol de la mujer en la sociedad. La cultura árabe común entre cristianos y musulmanes en Oriente. 


Roma (AsiaNews) – La serie de atentados terroristas que ha azotado muchas ciudades y capitales europeas, así como la ola irrefrenable de emigrantes que buscan asilo en Europa, empuja a muchos a albergar el miedo de una posible “invasión” del islam. Al mismo tiempo, a la violencia sufrida en los atentados, dar una respuesta igual de violenta parece ser la medida más racional. Una “guerra entre religiones” es el cliché que muchos medios siguen con pasión, recalcando la hipótesis del “conflicto de civilizaciones”, que estuvo en boga algunos años atrás.  

El Pbro. Samir Khalil Samir, jesuita, islamólogo, muestra, en cambio, que las tensiones con el islam no se dan en todas partes y tampoco con todo el islam, sino que éstas pueden remontarse a razones históricas, geográficas y culturales, además de que siempre ha habido una base dialógica en el Oriente Medio, que es importante reforzar ahora en Europa. Publicamos el análisis del padre Samir en tres partes. La de hoy es la Primera Parte.  

 

1. Las relaciones entre cristianos y musulmanes en Oriente

La situación difiere según el país de que se trate. Sin embargo, en general su situación es difícil, porque los Estados no son laicos, sino que están manejados por la Ley islámica (la sharia), a excepción del Líbano, el único país árabe que no es islámico. Los países musulmanes no distinguen entre la fe y la política, entre lo privado y lo público. Esta es la mayor dificultad para nosotros, los cristianos: ser sometidos al sistema islámico, un sistema que se remonta al siglo séptimo.

En el Líbano, la situación, en término generales, es buena, y existe una voluntad de convivir de manera amigable. Todos los grupos religiosos son reconocidos: pueden seguir sus normas, hay una Constitución que ha sido inspirada por aquellas más modernas, y ésta es reconocida por todos los grupos. Hay una paridad entre los dos grupos.

En Jordania, la situación es bastante buena, porque el rey es de tendencia abierta. Tanto el padre, Hussein, como el rey actual, el hijo Abdallah, se han casado con mujeres occidentales, muy cultas y de origen oriental, incluso cristianas.

Siria tiene elementos positivos, por seguir al partido Baath fundado por un cristiano ortodoxo (Michel Aflaq, 1910-1989) y tener una Constitución laica. El problema surge por el hecho de que, desde hace casi 50 años, el presidente es un musulmán de tradición chiita (alauita), pese a que el 70% de la población es musulmana de tradición sunita. El hecho de que la Constitución sea laica y de que todas las religiones sean respetadas, permite, por ejemplo, que cada grupo religioso pueda construir sus propios lugares de oración, tener sus actividades religiosas, sus días festivos; el sistema matrimonial varía según las religiones, al igual que el sistema hereditario. En síntesis, hay una distinción entre la vida política (común a todos)  y la organización religiosa, que difiere según los grupos religiosos.  

Egipto, demasiado marcado por la universidad religiosa de al-Azhar y por los Hermanos Musulmanes fundados en 1928, es más fanático. Todo es regido por la sharia islámica. Este no fue así anteriormente, bajo los monarcas, y tampoco bajo Gamal Abdel Nasser. Esto cambió con la enmienda de la Constitución durante el mandato del presidente Sadat, en 1972, con el artículo 2, que hizo de la sharia la base esencial de la Constitución.

Además, el movimiento de los Hermanos Musulmanes es muy fuerte en Egipto (donde nació). Este movimiento tiene por objetivo la islamización de la sociedad, valiéndose de todos los medios posibles. Las mezquitas son numerosísimas y cada vez más radicales, y emiten discursos de los imanes y las oraciones cinco veces al día (incluso a las 5 de la mañana) con megáfonos potentísimos. Es su modo de hacer propaganda islámica.  

En cuanto a los países de la Península arábiga, y en el caso particular de Arabia Saudita, la intolerancia religiosa es la norma, basada en el fanatismo wahabita, doctrina introducida por el imán Muhammad Abd al-Wahhāb (1703-1792), siendo ésta la forma más rígida del islam, que insiste sobre una interpretación literal del Corán. Muchos de ellos [los wahabitas] consideran que quien no adopta esta forma del islam es simplemente un pagano, un kāfir. Personajes como Osama bin Laden, los Talibanes y hoy en día el ISIS (en árabe, Da’esh) se inspiran en esta concepción del islam, con toda la violencia que vemos perpetrada por parte de estos grupos. Lo peor, es que todas estas masacres inhumanas son hechas en nombre de Dios y de la religión.

La mayoría de los países de la Península arábiga siguen a Arabia Saudita, en distintos grados. La tragedia hoy es que Arabia (y Qatar), con su riqueza proveniente del petróleo, distribuyen abundantemente millones de dólares en cada país islámico, para que adopten la doctrina wahabita. Y de esta manera, están arruinando a todos los países musulmanes.

 

2. La cultura árabe, común a cristianos y musulmanes, facilita el diálogo

Los cristianos y musulmanes del Oriente Medio comparten una cultura árabe en común. Es más, todos reconocen que a través de los siglos, los cristianos han jugado un rol importante en la cultura árabe, tanto durante el período abasí (750 - 1250), como en la época moderna, en los siglos XIX y XX. Han modernizado la lengua y el pensamiento árabes; a menudo han sido promotores de las ideas modernas y de las tecnologías modernas. Todos reconocen su aporte (sobre todo, el de los cristianos siro-libaneses, incluso en Egipto, en los siglos XIX y XX) en la sociedad árabe y en la política árabe.

Esta cultura árabe en común, y esta contribución positiva en lo que concierne a renovar y modernizar la cultura, facilita la relación entre las dos religiones. Sin embargo, los cristianos suelen ser más abiertos a la cultura occidental que los musulmanes, los cuales tiene una visión de la vida más cerrada, más marcada por el pasado, sobre todo en lo que respecta al vínculo entre el hombre y la mujer. En este campo, en lo que respecta al lugar que ocupa la mujer, los cristianos han dado una importante contribución. Sin caer en algunos excesos visibles en Occidente, han dado valor al rol que desempeñan hombres y mujeres, respectivamente.

El aporte más importante que los cristianos han hecho a la civilización árabe moderna puede ser visto probablemente, en el sector de la educación. Tanto en el Líbano como en Egipto, las escuelas cristianas (principalmente, católicas), tanto aquellas masculinas como femeninas, ya a mediados del siglo XIX, han formado a las personalidades más destacadas, tanto musulmanes como cristianas. Por otro lado, en el Líbano, las universidades más famosas incluso al día de hoy,    fueron creadas por cristianos protestantes (como al Universidad americana, AUB, fundada en 1866) y católicos (la Universidad de San José de los jesuitas, USJ, fundada en 1875).  En el siglo XX surgieron muchas universidades católicas (fundadas por órdenes religiosas), comenzando con la Universidad de Kaslik (USEK, fundada en 1950), la Universidad ortodoxa de Balamand (inaugurada en 1988) y, finalmente, la Universidad libanesa (en 1953).  

El instituto de estudios islámico-cristianos, fundado en 1977 en la Universidad San José, brinda información científica sobre las dos religiones y sobre la relación entre ambas. La proporción de estudiantes musulmanes y cristianos es más o menos par. Lo mismo vale para los profesores. Algunas materias son dictadas simultáneamente por dos profesores, uno musulmán y el otro, cristiano. Esto permite completar el punto de vista de cada uno con el punto de vista del otro profesor.  

El hecho de tener una cultura árabe en común permite a los cristianos entender mejor a los musulmanes, y a los musulmanes, descubrir que los cristianos no son ajenos al mundo cultural musulmán. Las dificultades se encuentran con los musulmanes rigurosos o fanáticos, y más raramente, con los cristianos fanáticos.

Además, hay una base común entre musulmanes y cristianos de Oriente: la fe en un único Dios, la total confianza en Dios. Existen muchas expresiones en común que expresan el abandono a la voluntad de Dios en todo, y la confianza en Él: insciallah (¡si Dios quiere!), al-hamdu lillah (¡alabado sea Dios!), bi-idhn Allah (¡con el permiso de Dios!), neshkor Allah (¡demos gracias a Dios!), Subḥān Allah (¡Gloria a Dios!), Mā sha’ Allah (¡aquello que Dios ama!), Fi aman Allah (¡con la protección de Dios!), Rahimahu Allah (¡Dios tenga piedad de él! Por un difunto), etc.