Los 20 años de Hong Kong a la prueba con la visita de Xi Jinping
de Bernardo Cervellera

El presidente y su esposa llegan mañana para participar en diversas ceremonias. Barreras que pesan 2 toneladas y pantallas para la seguridad. Deng había prometido “un país, dos sistemas”, pero en estos años la población de Hong Kong tuvo que luchar contra las leyes sobre la seguridad y por la democracia. Muchas declaraciones de Beijing exhiben una ciega supremacía. El descontento de los jóvenes, tentados por el “independentismo”.


Roma (AsiaNews)- Todo está preparado en el territorio de la ex colonia británica para recibir al presidente chino Xi Jinping que llega para festejar los 20 años del retorno de Hong Kong a la madre-patria (huiguo).

Xi y su esposa Pen Liyuan llegarán mañana 28 de junio por la tarde al aeropuerto internacional e irán inmediatamente a su hotel. Durante la noche serán huéspedes del actual jefe del ejecutivo CY Leung, para una cena de gala en su honor. El día después, el presidente pasará en reseña a la guarnición local del Ejército de liberación del pueblo en Yuen long. Durante la tarde participará en una serie de show de fiesta en  Convention Centre a Wan Chai.     

El 1° de julio, siempre en el Convention Centre a Wan Chai, Xi presidirá el juramento del nuevo jefe del ejecutivo, Carrie Lam (v. foto 1 con Xi) y de su gobierno. Luego dejará la ciudad y el territorio, después de haber visitado algunas infraestructuras en construcción que unen Hong Kong a China.

La preparación de la ciudad es sobre todo a nivel de seguridad, que es altísimo: habrá 10 mil policías para controlar las zonas del centro, donde se realizarán las ceremonias del aniversario. Alrededor de los lugares que visitará el presidente y su esposa están colocadas pantallas y barreras pesadas de hasta dos toneladas para evitar acciones y manifestaciones inesperadas.

También el Grand Hyatt, el hotel donde la pareja presidencial se hospedará junto a su séquito, está rodeado de barreras; todas las habitaciones fueron reservadas para el presidente y a ningún huésped, fuera de los del séquito, les será permitido entrar al edificio.

Xi y su esposa tendrán poquísimas posibilidades de encontrarse en modo directo con la población- solamente huéspedes y amigos de China fueron invitados a las ceremonias oficiales.

La separación entre el presidente y amigos del resto de la población es el símbolo de la ambigüedad de esta celebración de los 20 años. En Hong Kong hay quien llora sólo en el pensar que el territorio volvió a los brazos de la madre-patria, lavando la ofensa de las guerras del opio de casi 200 años hace y quien en cambio está siempre preocupado que Hong Kong termina en ser sólo una de las tantas ciudades de China, dominado por la misma dictadura, sometida a los mismos controles y perdiendo su estilo de vida liberal.

Tal ambigüedad domina desde los años ’80 del siglo XX, cuando Deng Xiaoping decide por el retorno de Hong Kong, haciéndolo aceptar por la fuerza a Gran Bretaña. Fue él quien acuñó el lema “un país, dos sistemas”, para indicar el modo con el cual Hong Kong sería gobernada, conservando el estilo de vida cercano al occidente, la independencia de la magistratura, el estado de derecho.

Pero a los primeros entusiasmos siguió el terror, sobre todo después de la matanza de Tiananmen en 1989. Así, antes de julio de 1997, al menos 60 mil personas de Hong Kong dejaron el territorio e hicieron saltos mortales para conseguir un pasaporte extranjero en los EEUU, en Australia, Canadá, Gran Bretaña. Su temor era que el territorio fuese invadido por las tropas y por los tanques del ejército chino, que terminase la libertad de palabra y de comercio.

Esto no sucedió. Es más, el comercio logró superar las crisis asiáticas del 97, la del 2008 también gracias a la ayuda de China. Pero, ciertamente Hong Kong es siempre menos apetecible como “puente” hacia China, dado que ya en la madre-patria hay ciudades como Shanghai, Guangzhou, Shenzhen, que son centros financieros, manufactureros y con puertos altamente eficientes.

Al mismo tiempo, China siempre tuvo el temor- a veces la angustia- que la libertad del territorio “contaminase” también a la madre-patria. Por esto en estos 20 años, Beijing hizo de todo para limitar, aislar y sofocar la prisa de la ex colonia británica.

Sobre la libertad de palabra y expresión, la población siempre tuvo que luchar contra el intento del gobierno local- presionado por Beijing- en emitir una ley sobre la seguridad que daba poderes especiales a la policía para frenar manifestaciones, arrestar, bloquear publicaciones. Tal ley (el famoso “Art 23”) fue rechazada por el pueblo de Hong Kong con una manifestación el 1| de julio de 2003, cuando en el tórrido calor del verano tropical más de 500 mil personas desfilaron en el centro de la isla. El gobierno tuvo que retirar la ley.

Pero la influencia de China no se detuvo. En el año 2004, una ley sobre la educación permitió al gobierno controlar a las escuelas libres; se continúa exigiendo que las escuelas tengan lecciones de historia “patria” (de China) en la cual narran sólo sus “maravillas”, pero no los problemas ni los fracasos; se exige todavía ahora que hayan lecciones de “patriotismo”.

Pero sobre todo, la influencia de China es pesada en la interpretación de la Basic Law, la Constitución de Hong Kong, estilada en su tiempo por Beijing y Londres. El punto discriminante es la democracia, un elemento que ni siquiera los británicos tenían en cuenta. La Basic Law dice que “después de 2007” podrán iniciar los diálogos para actuar una plena democracia en el territorio, con las elecciones de todo el Parlamento de Hong Kong (en el presente son elegidos sólo la mitad de los  legisladores; los otros son miembros de las corporaciones o nombrados por el gobierno) y la elección directa del jefe del ejecutivo.

Beijing se avocó a sí toda interpretación y primero postergaron los diálogos más allá de 2007, luego al 2017, hasta excluir en 2014 la democracia plena para el territorio.

Los más heridos por esta supremacía ciega son los jóvenes que ven difícil su propio futuro profesional (hay siempre más licenciados chinos y del Partido que trabajan en Hong Kong) su oscuro su futuro político. Justamente los jóvenes fueron los protagonistas de las manifestaciones de masa pro-democracia, que fueron realizadas bajo el nombre de Occupy central (v. foto 2). Algunos de ellos logaron hasta hacerse elegir en el Parlamento de Hong Kong como miembros de partidos autonomistas y hasta “independentistas”.

El calor “independentista”, es un problema por la demasiada involucración de Beijing en los asuntos y negocios de Hong Kong. En las semanas pasadas hubo hasta una personalidad del gobierno central que reivindicó no sólo la interpretación de la Basic Law, pero han opuesto en crisis a la misma independencia del poder judicial. La impresión de muchos es que con el miedo del independentismo, Beijing quiera silenciar toda la vida del territorio. Forman parte de este diseño las intervenciones de la policía china en el secuestrar en Hong Kong a editores y hombres de negocios culpables de haber publicado libros críticos hacia la dirigencia de Beijing, o listos para exponer y denunciar la corrupción de la dirigencia china.

Deng Xiaoping había prometido que en Hong Kong “por 50 años no cambiaría nada”, entendiendo que hasta 2047 el territorio habría conservado su estilo de vida y su libertad. Pero según algunos analistas, “el fin de Hong Kong” llegó 30 años antes de la caducidad fijada por el líder de las modernizaciones.

En la visita de Xi Jinping toca demostrar si “un país, dos sistemas” tenga todavía un futuro. Para hacer esto, él debe encontrar el modo de conquistar a los jóvenes de Hong Kong. Ayer, algunos de ellos han envuelto con una tela negra el monumento dorado de la “bauhina”, la flor símbolo de la isla, edificado hace 20 años a pocos metros donde se realizarán las ceremonias con Xi (v. foto 3). La policía quitó inmediatamente las telas negras del monumento, pero se necesita mucho más que esto para dar signos de esperanza a la inquieta juventud del territorio.