Obispo de Palo: “El tifón Yolanda, la fe que hace reconstruir”
de Santosh Digal

“Las personas crecieron. Su fe maduró en la prueba”. En 2013 el desastre afectó a 3.424.593 personas en nueve regiones, causando la muerte de 6.193 personas y resultando heridas otras 28.689. “Demostrado un fuerte sentimiento de comunión y con los años, una gran capacidad para compartir y cooperar”. En 2015 fue el viaje apostólico del papa Francisco a las regiones afectadas. “La visita del pontífice fue una gran alegría y una bendición indescriptible para todos”.


Manila (AsiaNews)- El tifón Yolanda, que afectó a Filipinas en el 2013, “ayudó a que la fe de la gente madurara de modo auténtico”. Lo afirma Mons. John Forrosuelo Du, arzobispo de Palo (provincia de Leyte).

Mons Du declara a AsiaNews: “El tifón fue una bendición inesperada. Éste destruyó los bienes de millones de personas; hemos perdido muchas vidas preciosas y después del desastre, hemos enfrentando sufrimientos y pérdidas. Pero no perdimos nuestra fe en Dios, que dio a las personas la fuerza de levantarse y fue un impulso para la reconstrucción. Esto nos permitió reconstruir nuestras vidas, casas, iglesias, conventos y medios de subsistencia.

El super tifón Yolanda (el nombre internacional es Haiyan) azotó el país el 5 de noviembre de 2013. Con vientos de más de 235 Km/h, Yolanda se desató sobre Filipinas superando todas las expectativas, dejando detrás de sí una huella de muerte y destrucción. Considerada como la tempestad más potente registrada en la historia, la misma afectó a casi 3,5 millones de personas en nueve regiones, causando la muerte de 6.193 personas y resultando heridas otras 28.689. Los desaparecidos todavía suman 1.061. Fueron devastados 12.139 pueblos en 44 provincias, 591 municipalidades y 57 ciudades. Los datos son los de una investigación de abril de 2014, llevada a cabo por el Consejo nacional para la gestión y la reducción de riesgo de catástrofes, pero algunas ONG estiman que el saldo de las víctimas podría superar las 10 mil unidades.

“Ahora -prosigue Mons. Du- cuando miramos atrás después del desastre, puedo decir con firmeza que nuestro pueblo demostró un fuerte sentimiento de comunión y con los años, una gran capacidad para compartir y cooperar en la reconstrucció de la propia vida. La participación en las misas dominicales y en otras solemnidades es más alta que antes. Las personas están comprometidas en muchas actividades en la Iglesia y en sus comunidades, manteniendo firme su solidaridad y unidad. El tifón reforzó la fe de la gente, cambiándola y fortaleciendo el sentido de comunidad. Ahora las personas han recibido muchas bendiciones.

Durante su viaje apostólico de 2015 el Papa Francisco visitó algunas de las regiones afectadas por el tifón. Inmediatamente después del terrible tifón, él había ofrecido sus oraciones y exhortó a todos a ayudar a las víctimas a reconstruir sus vidas. “La visita del pontífice fue una alegría y una bendición indescriptible para todos. A través de su solidaridad, las oraciones y la presencia él hizo una gran diferencia”.

La enorme solidaridad de cada individuo y de varias agencias de todo el mundo fue de gran ayuda para las diócesis afectadas por el desastre. “Agradecemos a todos ellos por sus oraciones y ayudas”, afirma el arzobispo. Antes, muchos pensaban que el tifón era una “maldición”, pero ahora la gente entendió que fue una ‘bendición’ para todos. Las personas crecieron. Su fe maduró en la prueba y se convirtió en una cuestión de gran confianza en Dios y en sus modos de obrar”.