Erdogan impone silencio incluso fuera de las fronteras turcas
de Pierre Balanian

A través de Interpol y la lucha contra el terrorismo, el presidente turco puede arrestar a periodistas exiliados en Alemania o Suecia. Acusados ​​de "terrorismo" porque critican a Erdogan, o publican artículos sobre el genocidio armenio o los kurdos.


Beirut (AsiaNews) - En el número de periodistas detenidos en Turquía - ahora aumentó a 133 – se añade un joven estudiante francés, Loup Bureau, de 27 años, que trabaja como freelance para una cadena de televisión francesa. Originario de Nantes, el joven cometió el "crimen" de tomarse selfies con alguna peshmerga kurda. Ni siquiera la llamada telefónica del presidente francés Emmanuel Macron sirvió para liberarlo.

Además de los periodistas detenidos en Turquía, de aquí en adelante tendremos que acostumbrarnos a ver detenidos y extraditados a periodistas o intelectuales de origen turco, ciudadanos de países europeos o sus residentes. Esta es la nueva arma utilizada por el gobierno turco para tapar agresivamente las críticas fuera del país. Su instrumento es la Interpol y la tan abusada ley antiterrorista.

Es el caso de Dogan Akhanli, que tiene doble ciudadanía alemana y turca, que vive en Alemania desde hace 40 años. Mientras estaba en España para las fiestas, la policía española lo detuvo en la esquina del hotel donde se hospedaba. Fue detenido por la policía ibérica a petición de la Interpol turca. Llevado a Madrid, el Ministerio de Justicia español espera que el tribunal de Ankara presente el expediente de extradición. La culpa de Dogan Akhanli es una de las más severas: para su gobierno es un traidor desde que escribió libros sobre el genocidio armenio, y peor aún publicó ensayos sobre la ley kurda. Desde aquí se le acusa de apoyar el terrorismo.

También en España, esta vez en Barcelona, ​​el mismo destino le ocurrió a un ciudadano turco que se creía un ciudadano sueco. Su nombre es Hamza Yalcin, también sujeto a una búsqueda a través de interpol emitida por los tribunales turcos. A los ojos de los agentes que esperan por el expediente de extradición en Turquía, este periodista de 60 años, que ha estado de vacaciones en Barcelona y arrestado en el aeropuerto en nombre de la lucha internacional contra el terrorismo, es acusado de insultar al presidente Erdogan por internet. El punto es que este exiliado periodista expresó sus ideas libremente de Suecia en la red. Pero en su país de origen, Turquía, esta "libertad" es un crimen que le puede costar 22 años de prisión, es decir, dada su edad, la cadena perpetua.

Después de imponer el terror en el país con la detención de periodistas ilustres y populares, Turquía ahora intenta imponer un temeroso silencio incluso entre los ciudadanos turcos de Europa o entre los inmigrantes turcos o kurdos. Si se oponen al partido gobernante y al presidente Erdogan, se arriesgan a la extradición por "terrorismo". Sólo podemos recordar las famosas palabras de Lenin: "La prisión es una buena escuela". Enviando periodistas y pensadores que se oponen, enseñará a todos los demás las virtudes del silencio.