La masacre de Zhengding: misioneros extranjeros muertos por defender a jóvenes chinos
de Wang Zhicheng

Un obispo holandés y ocho misioneros austríacos, franceses y polacos fueron muertos por el ejército japonés por haber defendido a cientos de mujeres y muchachos chinos y por refugiarlos en su iglesia. Zhuo Xinping, director del Instituto para las religiones mundiales: los católicos han compartido el destino de los chinos.  


Beijing (AsiaNews) – Misioneros extranjeros que fueron muertos por mano del ejército japonés, por salvar la vida de cientos de mujeres y muchachos chinos a quienes protegían. Es lo que surge de los estudios presentados durante una Conferencia llevada a cabo en la capital, conmemorando el 80mo aniversario de la denominada “Masacre de la iglesia de Zhengding “. La Conferencia tuvo lugar el 25 de octubre pasado, pero la noticia recién fue dada a conocer en el día de hoy, a través del China Christian Daily.

El hecho sucedió el 9 de octubre de 1937, durante la ocupación japonesa en China, pocos meses después de la trágica “Masacre de Nankín”, donde más de 300.000 chinos fueron asesinados.

El obispo Frans Schraven (1873-1937), holandés, y otros ocho misioneros austríacos, franceses y polacos fueron muertos por haber defendido a cientos de mujeres y muchachos chinos, a quienes ofrecieron protección en su iglesia. La historia, que es poco conocida, salió a la luz a raíz de los estudios conducidos por la Profesora Li Chen, que luego fueron profundizados por otros especialistas en la materia.

La Conferencia tuvo lugar en la sede del Instituto para las religiones mundiales, que depende de la Academia de Ciencias Sociales de Beijing, y estuvo patrocinada por el Centro cultural Xinde de Hebei.

En el encuentro participaron Mons. José Ma Yinglin, presidente del Consejo de obispos chinos (no reconocido por la Santa Sede), el Prof. Zhuo Xinping, estudioso y director del Instituto dedicado a las religiones del mundo.

Según el P. Zhang Shijiang, director del Xinde, quienes se encargaron de perpetrar la masacre fueron los norcoreanos y manchúes (etnia mongol) enrolados en el ejército japonés.

El Prof. Zhuo ha  subrayado que este episodio da cuenta de cómo los católicos han compartido la misma visión y destino del pueblo chino, mostrando la fraternidad y el amor de los católicos en la protección de la población.

En la misma línea, el Pbro. Zhao Jianmin, de la arquidiócesis de Beijing, ha dicho que el episodio es un signo de una fraternidad manifestada en el sacrificio.

El seminario parece responder casi al pie de la letra al reciente pedido del presidente Xi Jinping que apunta a “sinizar” las religiones, acercándolas a la cultura china y orientándolas al desarrollo del pueblo chino. De todos modos, un estudio de este tipo muestra un costado de la obra de los misioneros extranjeros en China que suele ser demasiado olvidado. La publicidad oficial a menudo tiende a aplacar el rol de los misioneros extranjeros, rotulando su testimonio como un banal sostén en apoyo de las potencias extranjeras enemigas de la China.