Xi Jinping, ‘Emperador vitalicio’. Pero, ¿de veras?
de Willy Wo-Lap Lam

En el reciente Congreso del Partido comunista chino, Xi ha llenado los organismos más altos de gobierno con colegas y personas fidelísimas. Pero no se ven posibles sucesores. Al igual que ocurría con el rey de Francia Luis XIV, Xi puede decir: “¿El Partido? Soy yo”. El Comité central está abarrotado de empresarios de las compañías estatales: un signo de que las reformas económicas marcharán con lentitud. El nacionalismo es un arma de doble filo. Si Xi fracasa, sus numerosos enemigos en el Partido formarán una coalición. 


Hong Kong (AsiaNews)-  El 19no Congreso del Partido Comunista Chino, que acaba de concluirse, ha confirmado el estatus de Xi Jinping como “Emperador vitalicio”. El “líder central”, de 64 años de edad, ha llenado los consejos de más alto rango del país – el Politburó y el Comité Permanente de Politburó (CPP)- con amigotes y hombres fidelísimos colocados por él.  No se introdujeron cuadros de las jóvenes generaciones en el CPP, lo cual presta credibilidad a la tan difundida afirmación de que Xi, de 64 años de edad, seguirá siendo el top líder hasta el 21ro Congreso del Partido, a celebrarse en 2027, e incluso más allá del mismo (Apple Daily [Hong Kong], 26 Octubre 26; HK01.com, 25 Octubre). Y a esto se suma el hecho de que el “Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con características chinas para una Nueva Era” ha sido consagrado en la Constitución del PCC, apuntalando a Xi en una posición de “Gran Timonel” del Partido y del país, equiparándolo  a Mao. Los proyectos planeados como parte de esta “Nueva Era” se prolongan hasta el 2030 e incluso hasta el 2040, lo cual brindaría a Xi un fundamento para prolongar su mando en el timón más allá de los habituales diez años. Trazando un alarmante paralelo con la famosa frase del rey francés Luis XIV “El Estado soy yo”  (“l’etat, c’est mois”), el comando absoluto que Xi ejerce en todos los niveles de poder es su modo de decir a los chinos que “¿El Partido? Soy yo”.

 

Composición de la Nueva Dirigencia

En el PCC, el poder permanece en aquellos que pueden colocar a sus cuadros en las posiciones de alto nivel. Durante el último Congreso, Xi hizo exactamente eso. Tal como se esperaba, el Secretario General de Partido Xi y el Premier Li Keqiang permanecieron en el CPPC, el órgano de máxima autoridad del gobierno de China. Las cinco personas que fueron incorporadas al CPPC, todas ellas nacidas en la década de 1950,  juraron lealtad al “comandante supremo”. Li Zhanshu, confidente y esbirro de Xi, a partir del mes de marzo pasará a ocupar el cargo de presidente de la Asamblea Nacional del Pueblo (ANP), como se denomina al parlamento chino. El teórico del Partido Wang Huning se está ocupando del repertorio que atañe a la ideología y la propaganda. Otro hombre fiel, el Director del Departamento de Organización, Zhao Leji, encabezará la principal agencia anti-corrupción, la Comisión de Inspección Disciplinaria (CID). El vice premier Wang Yang, quien es considerado un reformista en el campo de la economía y las finanzas, será nombrado Presidente de la Conferencia Consultiva del Pueblo Chino (CCPC), el consejo asesor supremo de China. Y el veterano jefe del Partido en Shanghái, Han Zheng, ha sido preseleccionado para ocupar próximamente el cargo de vice-premier ejecutivo, principal vice del premier Li.

La incipiente hegemonía de la Facción de Xi Jinping (que está conformada por sus subordinados, alternos, amigotes y protegidos de su época en las Provincias de Fujian y Zhejiang entre 1985 y 2007, así como por sus compañeros de clase en la Tsinghua University y sus amigos de su provincia natal de Shaanxi) se muestra aún más pronunciada en un Politburó, que ha sido extendido a una composición de 25 miembros. Quince miembros del Politburó son fieles a Xi, a los cuales se suman cuadros que han jurado públicamente su lealtad a Xi. Sin contar a los miembros del CPPB Li Zhanshu, Zhao Leji y Wang Huning, los miembros prominentes que han logrado ser incorporados al Politburó incluyen los siguientes nombres: Los Secretarios del Partido (SP) de  Chongqing, Beijing, Shanghái y Tianjin, Chen Min’er, Cai Qi, Li Qiang y Li Hongzhong respectivamente; los SP de la provincia de Guangdong y de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, Li Xi y Chen Quanguo; el jefe de asesores en materia económica de Xi, Liu He; el nuevo Director de la Oficina General del Comité Central, Ding Xuexiang; los recientemente promocionados para encabezar los Departamentos de Organización y Propaganda, Chen Xi y  Huang Kunming, respectivamente; y los dos Vice presidentes de las Comisión Militar Central, los generales Xu Qiliang y Zhang Youxia (Radio French International, 25 de Octubre; Oriental Daily News [Hong Kong], 25 Octubre).

Siendo que la mayoría de los miembros de la facción de Xi Jinping son relativamente jóvenes, pasarán cuando menos cinco años (hasta el 20mo Congreso del Partido, en 2022) antes de que ellos puedan ejercer un control más estricto sobre los órganos del partido, de gobierno y del área militar. El CCPB que vendría a formarse para el 20mo Congreso del Partido estaría conformado básicamente por miembros de la facción de Xi. Sin embargo, ciertas evidencias sugieren que se ha querido contrarrestar de alguna manera el creciente poder de Xi. Xi tuvo que atenerse a algunos compromisos en lo que respecta a la redacción de la Constitución del PCC, y en su reporte de gestión, Xi ha tenido que dedicar un espacio mayor al previsto a fin de reinstalar, al menos parcialmente, algunas de la políticas reformistas de Deng Xiaoping’s conocidas como de “Puertas Abiertas”.

 

Introducción de las Contribuciones Teoréticas de Xi en la Constitución del Partido

Xi tuvo que sufrir una pequeña derrota en lo que respecta a la consagración de sus “contribuciones teoréticas” en la Constitución del PCC. Él quería que en la misma se insertase el “Pensamiento de Xi Jinping” (习近平思想); esto lo hubiera elevado automáticamente, colocándolo al mismo nivel del presidente Mao, cuyo Pensamiento de Mao Zedong (毛泽东思想) ha sido largamente celebrado a la par del Marxismo-Leninismo en el documento supremo. En cambio, el “Pensamiento de Xi Jinping sobre el Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era” fue honrado por la Constitución del PCC como una suerte de guía y lineamiento para el Partido y el Estado. Si bien éste no se elevó al nivel que Xi se esperaba, su influencia en el documento es destacable. Mientras que el nombre de sus dos predecesores, los ex presidentes Jiang y Hu están ausentes en la Constitución, “Xi Jinping”, en cambio, es mencionado 11 veces. Una de las cláusulas incluso estipula que los miembros de PCC deben “salvaguardar decididamente la autoridad del dangzhongyang [“centro del partido”] con el Camarada Xi Jinping como núcleo central”, mientras que otra exhorta a los miembros del Partido a “estudiar con seriedad el Pensamiento de Xi Jinping referido al Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era” (Ming Pao [Hong Kong], 29 Octubre; People’s Daily, 28 Octubre).

De todos modos, el test definitivo que irá a demostrar si Xi está a la altura de su imagen preferida de “Mao Zedong del Siglo XXI” es si el nuevo Timonel podrá o no introducir amplias reformas en los sectores político, económico y social.  El tan coreado “Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era” consiste en una bandada de eslóganes –muchos de ellos, reciclados de los discursos de los primeros tiempos de Xi- referidos a los logros que China habrá de alcanzar para el 2035 y el 2050. En su discurso inaugural del Congreso, Xi dijo que para el año 2020, China se convertirá en una “sociedad moderadamente próspera”. Para el año 2035, el país habrá llegado a  una plena modernización socialista. Y para el 2050, China llegaría a ser un “país socialista moderno grandioso” que se caracterizará por ser “próspero, fuerte, democrático, culturalmente avanzado, armonioso y hermoso” (Xinhua, 29 Octubre; People’s Daily, 28 Octubre). Sin embargo, según el historiador dedicado al Partido y pensador independiente Zhang Lifan, el “‘Socialismo con Características Chinas’ no es un concepto nuevo –y el hecho de haber agregado meramente el término ‘Nueva Era’ no necesariamente aporta el sentido de que el mismo abarque una innovación teorética.”

 

Implicaciones para las Reformas Económicas

Para realizar la “Nueva Era en el Socialismo con Características Chinas” Xi enumeró cuatro políticas directivas en su Reporte presentado en el Congreso. La primera y la más importante se refiere a “mantener el liderazgo del Partido en todos los sectores” del país. Los miembros del Partido y los ciudadanos comunes son llamados a “salvaguardar conscientemente la autoridad de las autoridades centrales del Partido y su liderazgo concentrado y unificado”. En materia económica,  aparentemente Xi ha hecho ciertas concesiones, al menos teoréticas, a los cuadros del Partido y del Consejo de Estado que han favorecido un ritmo de liberalización más veloz, diciendo que el gobierno “alentará, apoyará y guiará decididamente el desarrollo económico de sectores no estatales, a fin de que el mercado asuma un rol decisivo en la distribución de recursos”.    Xi cambió la Constitución del PCC para enfatizar que el mercado jugará un “rol decisivo” –y no sólo un “rol fundamental”, como establecía la versión antigua del documento- en la asignación de recursos. En un aparente esfuerzo por atraer inversiones extranjeras, el jefe del Partido incluso reintroduce el concepto de “pacto nacional”, en el cual las multinacionales registradas en China   reciben el mismo trato que las empresas nacionales (Economic Daily [Beijing], 23 Octubre 23; Ming Pao, 20 Octubre).

De todos modos, queda claro que lejos de reducirse, el control del aparato del partido-Estado se verá reforzado. Por ejemplo, el gobierno ha comenzado a comprar acciones en algunas de las compañías privadas más importantes, como Tencent; si bien el número de acciones del gobierno es meramente simbólico, esto podría llevar al nombramiento de representantes del Partido como miembros del consejo directivo de estas compañías privadas gigantescas (Radio France International, 12 Octubre; Wall Street Journal, 11 Octubre). Además, una de las medidas de liberalización económica consideradas fundamentales para los próximos años como son las SOE, los conglomerados de compañías de propiedad estatal, se ha implementado de manera lenta y circunscripta. Si bien Beijing ha prometido que estos conglomerados deberán ser de propiedad mixta, es claro que el Partido-estado seguirá siendo el mayor accionista –y que la mayor parte de los top managers seguirá siendo nombrada por el Partido-estado  (South China Morning Post, 6 Septiembre; China Securities Journal, 28 Junio). El apoyo formal de Xi a las fuerzas del mercado y la participación de las empresas extranjeras podría brindar una justificación teorética para que los reformistas, dejados de lado en el Consejo de Estado y liderados por el Premier Li, ejerzan un lobby para asumir un rol más importante en la toma de decisiones referidas a la economía.

El protagonismo que asumen en las empresas las autoridades del Partido-Estado  es ilustrado por el número, sin precedentes, de cargos directivos en las SOE que ha sido nombrados para formar parte del Comité Central, que se ocupa de establecer las políticas acordes. Al menos veinte de estos empresarios han conseguido este raro honor de unirse al Comité Central que establece las políticas, a pesar de hacerlo como miembros alternantes o sin derecho al voto (Ta Kung Pao [Hong Kong], 25 Octubre; Finance.sina.com, 24 Octubre). Para ver a quiénes se incluye ver foto 2 (listado ordenado por el número de votos que cada nuevo miembro alterno obtiene).

La fusión del Partido con el mundo de los negocios –que es la implicación más importante para la promoción de 20 empresarios estatales al Comité Central—podría señalar  otro round del tipo “el Partido-Estado da pasos adelante, el sector privado da marcha atrás”, para la economía.

 

Implicaciones en la Política Exterior

El “Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era” guarda impresionantes similitudes con el mantra de Xi, más conocido como el “Sueño Chino”. Ambos eslóganes conllevan intensos matices nacionalistas. El objetivo de Xi es hacer que China se convierta en un “país socialista moderno grandioso” para el año 2050, o incluso antes. Tal como resaltó Xi la semana pasada, su administración “alentará en todos los sentidos una diplomacia de país-de-vanguardia, con características chinas,  de modo de escoltar disposiciones diplomáticas en un sentido multi-direccional, multifacético y tridimensional”. El Consejero de Estado Yang Jiechi, quien ocupa el cargo más elevado en la diplomacia, ha sido promovido como miembro y vice premier del Politburó, un signo cierto de que la administración de Xi está dedicando mayores recursos a la diplomacia.

 

Conclusión: ¿Quién irá a desafiar al Nuevo “Emperador”?

En tanto Xi surge como el líder más poderoso desde la época de Mao, es importante destacar que el PCC, que está conformado por 90 millones de miembros con los antecedente más dispares, no es necesariamente un partido monolítico. Sumado a los enemistados miembros de la rival Facción de Shanghái y de la rival Facción de la Liga de la Juventud Comunista, Xi ha cosechado un número tremendo de enemigos a través de su maquiavélico uso de la operación anti-corrupción, con la que ha buscado eliminar o intimidar a los cuadros que se niegan a profesar una absoluta lealtad hacia él.     

Por el momento, estos elementos anti-Xi se mantienen con un perfil bajo; pero ellos podrían formar una coalición de manera repentina, y derribar a Xi, en caso de que éste cometiese un terrible error en su política externa o interna. La consolidación del poder que ha logrado Xi incrementa las probabilidades de que él cometa un error de este tipo. Tal como ha señalado el historiador  Zhang Lifan: “Xi quiere dictar todas las políticas. Y si él llegase a cometer un error inmenso, no habría institución ni nadie capaz de rectificar el error” (Central News Agency [Taiwán], 26 Octubre; BBC Chinese, 25 Octubre). A modo de ejemplo, el nacionalismo es un arma de doble filo. En el supuesto caso de que Xi quedase envuelto en una horrible confrontación con los EEUU, por ejemplo, en el Mar de China meridional –y llegado el caso de que se viera al dictador Maoista fracasando en la tarea de hacer frente a los americanos- él no sólo perdería la cara, sino también el poder. Sus legiones de enemigos podrían aprovechar la oportunidad para derrocarlo –o al menos, para negarle su sueño feudal de ser un monarca de por vida.

 

Por gentil concesión de la Jamestown Foundation (traducción al español realizada por AsiaNews)