Rangún, la bendición del Papa para la reconciliación del pueblo birmano
de Paolo Fossati

Hubo 180.000 personas en la solemne misa celebrada en el Kyaikkasan Ground de Yangon. En la función también participaron musulmanes, budistas y muchos extranjeros. Gran concurrencia de peregrinos. Anoche se generaron tensiones a raíz de las prohibiciones impuestas por las autoridades. 


Rangún (AsiaNews) – “El Papa, el vicario de Cristo, ha venido a nuestro país para bendecir al pueblo, a la nación y a los líderes. Esta es la contribución del Santo Padre al proceso de reconciliación de Myanmar”. Es lo que declara a AsiaNews Mons. Philip Lasap Za Hawng, obispo de Lashio, ciudad septentrional del Estado birmano de Shan. “Nuestros fieles pertenecen a grupos étnicos muy diversos entre sí, pero su visita nos une, nos invita a respetarnos y a amarnos. Tal como el Papa reafirmó esta mañana, la venganza jamás trae algo bueno. Responder a las controversias con amor, respeto y comprensión, en vez de con violencia, conducirá al pueblo birmano a la paz y a la armonía. Los católicos no pueden sustraerse a esta llamada”.

Al margen de la misa solemne celebrada este mañana por el pontífice en el  Kyaikkasan Ground de Rangún, el obispo reafirma que el histórico viaje apostólico representa para los fieles de la pequeña Iglesia birmana un impulso para hacerse portadores de paz en el país, que aún sigue herido por años de dictadura y conflictos étnicos. También Mons. Paul Zingtung Grawng, arzobispo emérito de  Mandalay, subraya la importancia de los reclamos del Papa Francisco en favor de la reconciliación nacional. “Los peregrinos que han acudido aquí esta mañana, han recibido coraje y esperanza de las palabras del Santo Padre. Quizás se requiera tiempo, pero también gracias a este evento histórico, el país sabrá ponerse de pie nuevamente”, afirma el prelado.

En la solemne liturgia, momento principal del primer viaje de un Papa a Myanmar, participaron cerca de 180.000 personas, según los datos aportados por los organizadores. Los peregrinos llegaron de todas partes de la nación, afrontando largos y dificultosos viajes. Como ha recordado el Papa Francisco durante la homilía, hay incluso quien ha recorrido tres días a pie para poder participar en el histórico encuentro. Muchos de los desplazados a raíz de los conflictos en el norte del país, incluso han llegado a trabajar durante tres semanas en China, en las plantaciones de caña de azúcar, para poder pagarse el costo del viaje. Ya desde las 22 horas de anoche, los peregrinos se volcaron al vasto prado del Kyaikkasan Ground, donde pasaron la noche.

Ellos aguardaron las primeras luces del alba rezando el rosario y cantando himnos a la Virgen, aplacando la tensión que había caracterizado las horas que precedieron a la misa. En efecto, las autoridades les impidieron mostrar sus cantos y bailes tradicionales. Según las fuerzas armadas, esto podría haber conducido a la multitud a un estado de euforia, lo cual habría constituido  un peligro para la seguridad pública. Entre las demás prohibiciones, a las monjas se les prohibió colocar arreglos florales sobre el altar del escenario dispuesto para la celebración.

Sin embargo, esta mañana el nerviosismo dio lugar a la alegría. Decenas de miles de banderas del Vaticano y de Myanmar recibieron la llegada del pontífice, que a bordo de su automóvil realizó numerosos paseos (foto) entre los sectores del prado para saludar a todos los peregrinos. Entre ellos había muchos budistas (foto), musulmanes (foto) y católicos provenientes de muchos países asiáticos. De manera ordenada, los fieles luego siguieron la misa con una gran participación, escuchando las palabras del Papa Francisco y guardando un silencio solemne. Los cantos en latín, a los cuales los católicos birmanos guardan un afecto particular, conmovieron mucho a los presentes.