Sobrevivientes de Hiroshima, en el Premio Nobel por la paz contra las armas nucleares

El Premio fue aceptado por Beatrice Fihn, directora ejecutiva de ICAN (Campaña internacional para abolir las armas nucleares) y por Setsuko Thurlow, sobreviviente de Hiroshima. La ceremonia fue desdeñada por los embajadores de los EEUU, Francia, Gran Bretaña. El tratado para la prohibición de las armas nucleares fue aprobado por 122 naciones, pero no así por las nueve potencias nucleares. Hasta ahora, sólo ha habido tres ratificaciones al mismo. El apoyo del Papa Francisco.  


Oslo (AsiaNews/Agencias) – En la entrega del Premio Nobel por la paz, conferido a la Campaña internacional para abolir las armas nucleares (International Campaign to Abolish Nuclear Weapons, ICAN), estuvieron presentes muchos de los sobrevivientes (hibakushi) a las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Las dos bombas atómicas arrojadas por la aviación de los EEUU al terminar la Segunda guerra mundial provocaron más de 220.000 muertos. Por otra parte, quizás por desprecio a los ganadores del premio, no estuvieron presentes los embajadores de tres potencias nucleares: Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, que enviaron a representantes de segunda línea.

Quien retiró el premio es una sobreviviente: se trata de Setsuko Thurlow, una japonesa de 85 años de edad que actualmente vive en Canadá. Como activista de ICAN, Thurlow recordó cuando ella, sepultada bajo las ruinas de Hiroshima, buscaba la luz y se daba coraje para no abandonar la esperanza y abrirse camino hacia la luz que se filtraba bajo los escombros.

“Ahora, nuestra luz es el tratado que prohíbe las armas nucleares –dijo. Yo repito las palabras que  oí en mí en las ruinas de Hiroshima: No pierdas el ánimo. ¿Ves la luz? Arrástrate hacia ella”.

Thurlow se refiere al compromiso asumido por ICAN –una coalición de cientos de ONG del mundo- que ha firmado un tratado que prohíbe las armas nucleares, adoptado en términos generales por 122 naciones de la ONU. El tratado marca un hito histórico excepcional, aún cuando se encuentre debilitado por el hecho de que precisamente las nueve potencias nucleares (EEUU, Francia, Gran Bretaña, Rusia, China, Pakistán, India, Corea del Norte, Israel) no lo hayan suscripto.

Hasta hora, sólo tres naciones -la Santa Sede, Guyana y Tailandia – lo han ratificado. Pero para que sea vinculante, necesita contar con 50 ratificaciones.

Beatrice Fihn, directora ejecutiva de ICAN, que ha aceptado el Premio junto a Thurlow, ha dicho que aún cuando tarde en ser ratificado, el tratado al menos es “una norma clara contra las armas nucleares... Esto es un paso adelanre. Hay una sola manera de prevenir el uso de las armas nucleares: prohibirlas y eliminarlas”.

En su discurso, Fihn aludió a la creciente tensión que rige en la península coreana, la cual fue  definida como “una situación extremadamente peligrosa”. Los líderes de los EEUU y de Corea del Norte –agregó- son hombres comunes que tienen el control sobre el fin del mundo; nadie debiera tener semejante poder”.

Ayer, en el Ángelus, el Papa Francisco recordó el Premio Nobel conferido al ICAN y agregó: “Dicho reconocimiento se produce en coincidencia con la Jornada de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos, y esto subraya el fuerte ligamen entre derechos humanos y el desarme nuclear. En efecto, abocarse a la tutela de la dignidad de todas las personas, particularmente de aquellas más débiles y desventajadas, significa, también, trabajar con determinación para construir un mundo sin armas nucleares”.