Manila, voluntarias católicas al servicio de las personas sin techo
de Santosh Digal

Son entre 4.000 y 5.000 los núcleos familiares que viven debajo de pórticos, puentes y en los cementerios de la ciudad. El objetivo del Kariton Empowerment Center (KEC) es rehabilitar y formar en una responsabilidad a las familias que viven en la calle, “ayudándolas a ayudarse”. Los testimonios de las personas sin techo que han sido asistidas.


Manila (AsiaNews) – Salvaguardar la dignidad humana, a la luz de la doctrina social de la Iglesia y a través de la promoción de los valores del Evangelio. Es este el objetivo de la iniciativa de un grupo de mujeres católicas, que se dedican a asistir a las personas sin techo en Manila. Guiadas por Sheba Martinez, docente de teología en el Miriam College y coordinadora del proyecto, las voluntarias del Kariton Empowerment Center (KEC) involucran a las familias de la calle en programas de sustentamiento, explorando las posibilidades de crecer en cooperativas.

El grupo toma su nombre del kariton, el carro de madera que los sin techo empujan durante el día, para recoger de las calles los residuos reciclables, y que de noche les sirve como reparo. Según las estimaciones más recientes, son entre 4.000 y 5.000 los núcleos familiares que viven debajo de pórticos, puentes y en los cementerios de Manila. El KEC se orienta a rehabilitar a estas familias de la calle y a lograr que se vuelvan más reponsables, “ayudándolas a ayudarse”, organizando grupos de escucha y permitiéndoles afrontar su situación de un modo más creativo y responsable.

Las operadoras del KEC creen firmemente que todas las personas son creadas para vivir una vida digna y plena, con todos sus derechos. El actual sistema económico mundial de libre mercado y la globalización aumentan la brecha entre ricos y pobres, privando a la gente de sus recursos y riqueza. El grupo se dedica a una globalización desde abajo, que vuelva a las personas más conscientes, que las ayude a levantarse de la pobreza y a luchar por una sociedad alternativa y justa.

“Conocí al KEC a través de un amigo en común –declara a AsiaNews Rose Del Rey, 22 años, beneficiaria del programa. He asistido a sus seminarios de orientación, que me han permitido aprender muchas cosas. También he tomado conciencia de que tengo derechos y de que debo tener un respeto por mí misma, aunque sea pobre. Gracias a la guía, a la motivación y al apoyo del KEC, ahora trabajo como cocinera en un restaurante y soy consciente de que tengo dignidad y derechos, como persona y como ciudadana del país”.

Por su parte, Christian Cabading, de 33 años, afirma: “He participado en algunos programas ofrecidos por el KEC. Me he beneficiado un poco gracias a ellos. Sé que necesito capacitarme en algunas cosas, pero aún debo alcanzarlas en la vida. Quisiera no tener que seguir hurgando entre la basura”.

“Los abusos y las malas compañías me llevaron a la cárcel –cuenta Peter Rey, de 29 años. Cuando salí de prisión, nadie quería contratarme y terminé viviendo en la calle. Gracias a la ayuda del KEC, he aprendido a generarme una ocupación y a pedir ayuda”.