Vicario de Arabia: Pascua en medio de los inmigrantes, donde la fe popular es signo de catolicidad

Miles de creyentes colman las iglesias para participar en los ritos de la Semana Santa. Las celebraciones se vuelven ocasiones de encuentro para una comunidad caracterizada por una “religiosidad popular, por peculiaridades y tradiciones diversas”. Mons. Hinder: la pastoral de los migrantes es un tema prioritario, es fundamental compartir alegrías y dolores.


 Abu Dabi (AsiaNews) – Las celebraciones de la Semana Santa y de la Pascua son “ocasiones de encuentro” para una comunidad compuesta casi exclusivamente por inmigrantes, y que vive los ritos [confesiones, misas, Vía Crucis] “con una religiosidad popular, impregnada del influjo de sus orígenes”. Es lo que cuenta a AsiaNews el vicario apostólico de Arabia meridional (Emiratos Árabes Unidos, Omán y Yemen), Mons. Paul Hinder, quien narra el clima de espera y participación en vista del culmen de las festividades. “Libaneses, sirios, jordanos –explica- tienen un estilo distinto, en comparación con los filipinos, los indios. Sin embargo, este carácter distinto crea un ambiente cargado de fe y es testimonio de la verdadera catolicidad… Miles de personas, con peculiaridades y tradiciones diversas”.  

En la región de Arabia meridional viven cerca de un millón de fieles, todos de nacionalidades extranjeras. La comunidad más importante es la filipina, seguida de la de los católicos indios, provenientes sobre todo de Kerala. El resto de la Iglesia está compuesto por libaneses, sirios, iraquíes, egipcios y jordanos que ha llegado a la región por motivos de trabajo.

Gracias a la libertad de culto concedida por los emires del Golfo Pérsico, la vida de la Iglesia es muy activa y se organiza en torno a siete parroquias en los Emiratos Árabes Unidos, cuatro en Omán –con cerca de 18.000 fieles- y una pequeña comunidad en Yemen, que en este momento es víctima de la violencia. Sobre el territorio se desempeñan 55 sacerdotes que trabajan en las iglesias y en las escuelas católicas dedicadas a los migrantes.

“La de Arabia es una Iglesia viva –resalta Mons. Hinder, un franciscano de origen suizo-, jamás había pasado que los lugares de culto estuviesen tan abarrotados de fieles como en este período. Varios católicos provenientes de Occidente, al toparse con esta realidad, cuentan que representa una medicina antidepresiva, y que es una fuente que devuelve la fuerza y el calor”. La semana pasada, en las misas vespertinas, participaron en promedio “un millar de fieles, cantando y rezando, lo cual es signo de una fe profunda”.

En estos días, lo cristianos han llenado los confesionarios para acercarse al sacramento de la penitencia. Cuando menos 5 o 6 sacerdotes en cada iglesia de Abu Dabi han recibido, incluso hasta las 9.30 de la noche, a miles de personas “deseosas de pasar por el confesionario”, cuenta Mons. Hinder. Desde la fiesta de San José, patrono de la catedral de la capital de los Emiratos, hasta la misa del Domingo de Ramos, las celebraciones han convocado a comunidades enteras,  que incluso han venido de lugares remotos. A pesar de las preocupaciones de la vida cotidiana, de la crisis ocupacional y de los temores por la incertidumbre ante el futuro, las personas “no quieren perder el compromiso semanal con la misa”.

Para la Misa Crismal del Jueves Santo, se espera que participen los sacerdotes de todo el vicariato, aunque se sabe que alguno de Omán no podrá estar presente. Para el Viernes Santo y para el Sábado Santo, se prevén dos celebraciones diarias a fin de favorecer una mayor participación.  “De otra manera –subraya el vicario- no sería posible recibir a todos”. Uno de los temas más relevantes, agrega, es el de la seguridad: “Las autoridades están atentas –agrega- y vigilan con discreción los lugares de culto, para impedir cualquier tipo de violencia”.

La pastoral de los migrantes, un tema sumamente apreciado por el Papa Francisco, sigue siendo la prioridad para el vicario de Arabia meridional, así como para los sacerdotes y religiosas que se desempeñan en todo el territorio. “Necesitan del consuelo material y espiritual –cuenta-, tanto quienes se han mudado con sus familias y deben luchar para sobrevivir, como aquellos que están solos y viven en los complejos donde trabajan, y no siempre resulta fácil llegar donde están ellos”. “Para los hombres de iglesia como nosotros –concluye Mons. Hinder- es fundamental estar dispuestos a la escucha de sus alegrías y dolores, y alentarlos a compartir el mensaje de la Pascua de Resurrección”. (DS)