Tempestad de sal sobre la región: ‘La venganza de la naturaleza’

Dificultades para respirar y cultivos dañados. La sal proviene del Mar de Aral, cuyas aguas, con el correr de los años, se fueron drenando para los proyectos de irrigación intensiva. Es la primera vez que una tormenta de sal alcanza una extensión semejante.


Taskent (AsiaNews/Agencias) – Una tormenta de sal se abatió durante tres días en amplias áreas del Uzbekistán occidental y del Turkmenistán septentrional. Desde el 26 de mayo, la tormenta ha azotado las regiones uzbekas de Karakalpakistán y Corasmia y la provincia turkmena de Daşoguz. El viento sopló con mayor violencia en las regiones uzbekas de Corasmia, Navoi y Bujará, donde superó velocidades de 20 metros por segundo. Proveniente de sectores drenados del Mar de Aral, la sal cubrió los campos de los agricultores y los árboles frutales. Toda la ciudad de Nukus quedó cubierta de partículas. La tempestad también provocó la interrupción de los vuelos cuya partida estaba prevista desde el aeropuerto de Urgench. En muchos casos se constataron dificultades respiratorias, si bien de momento no se han reportado heridos.

Para Temirbek Bobok, un anciano residente de Karakalpakistán, esta es la primera vez que ve una tormenta de sal. Es cierto que este tipo de inconvenientes climáticos suelen darse en el área que limita con el Mar de Aral, pero jamás habían llegado a cubrir la extensión registrada en el último episodio.

“La Naturaleza ha comenzado a vengarse por [lo que hemos hecho en]  el Mar de Aral”, afirma Bobok en diálogo con Radio Free Europe. Él se refiere a los proyectos de irrigación intensiva implementados durante el régimen soviético, en los años ’60, que condujeron al drenado de las aguas de aquél que supo ser uno de los cuatro lagos más grandes del mundo. Hace años que la explotación de las fuentes hídricas en Asia Central es un motivo de tensiones entre las ex repúblicas soviéticas.  La cuenca del Aral también debe asumir la carga de la producción intensiva del algodón. A ello, se suman los campos agrícolas de los alrededores, que contaminan las aguas con pesticidas y fertilizantes, que a su vez quedan cristalizados con la sal.

La inhalación de sal puede provocar graves problemas pulmonares y en la garganta, además de envenenar los productos de los agricultores y causar daños químicos a los edificios.