Cox’s Bazar, centros para la infancia: una nueva esperanza para los niños Rohingya (Foto)
de Sumon Corraya

En el distrito bengalí en la frontera con Myanmar acampan cerca de 700 mil refugiados. Sobre un centenar de “espacios amigos de los niños”, 6 son gestionados por Caritas. Los maestros dan lecciones de inglés y birmano. Las nociones de ética “pueden salvar a los menores de la criminalidad”.        


Cox’s Bazar (AsiaNews) – Cuando el año pasado Yousuf Ali, de apenas ocho años, llegó al  campo de refugiados para los musulmanes Rohingyás de Cox´s Bazar, estaba malnutrido y lleno de miedo. Había visto morir a su padre delante de sus ojos, asesinado por el ejército birmano y para sobrevivir escapó de su país junto a su madre que quedó viuda. Pero, ahora para él y para muchos otros niños en sus mismas condiciones, se abrió una nueva esperanza. Se llama “Child Friendly Space” (Cfs), un centro para la infancia gestionado por la Ong local Community Development Center (CODE).

El centro para la infancia del CODE no es el único de su tipo. También Caritas Bangladés creó 6 “espacios amigos de los niños” y en los próximos meses prevé abrir otros 5. Otras numerosas organizaciones no gubernamentales han creado en el distrito al menos un centenar de estas estructuras. Aquí se trata de aliviar el sufrimiento de los menores que, no obstante su tierna edad, ya han experimentado muerte y destrucción.

En el Cox´s Bazar y en la zona de Bandarban viven cerca de 200 mil familias de refugiados Rohingyás, que se escaparon de Myanmar cuando reiniciaron los enfrentamientos entre el ejército birmano y los rebeldes en el Estado de Rakhine el pasado agosto. Se calcula que en la frontera los niños, que a menudo están obligados a mendigar para sobrevivir.

Los centros para la infancia representan una verdadera ancla de salvación. Aquí los docentes dan lecciones en birmano e inglés, mientras que el gobierno de Daca prohibió el estudio del bengalí. Mohammod Hasan, asistente docente, refiere a AsiaNews que “los niños aprenden con entusiasmo. Las materias son alfabeto, ética y matemáticas, en ambas lenguas (birmana e inglés)”.

Entre los estudiantes está el mismo Yousuf, junto a otros 150 menores. “Recibimos una buena educación-afirma- además podemos jugar, tengo muchos amigos y también recibimos comida”. Sikander Hossian, un compañero de clase, agrega: “Podemos aprender, cantar y rezar juntos. Nos dan de comer. Por esto agradecemos a Bangladés y a los benefactores (extranjeros)”.

Amroze Gomes, manager de los proyectos Cfs para Caritas Bangladés, reporta que ya desde el inicio de la emergencia refugiados, la asociación católica se ocupó particularmente de los niños. “Los menores Rohingyás-sostiene- fueron siempre nuestra prioridad. Ellos eran perseguidos en su tierra madre. La mayor parte estaba desnutrida, traumatizada y con enfermedades. Se pelaron dentro del campo, pero poco a poco se superaron todas las divergencias. Nosotros no sólo les damos instrucción sino que también nos ocupamos de resolver los traumas (psicológicos)”. El operador recuerda que en los campos se difundió la micro-criminalidad también entre los niños, porque a la Ong no les está permitido obrar después de las 166 horas de la tarde. “En estas condiciones-concluye- los pequeños necesitan más educación ética si quieren salvarse del crimen”.