Rusia e China: el G2 que hace de contrapeso al G7
de Vladimir Rozanskij

La visita de Putin a Xi Jinping potencia la colaboración entre Moscú y Beijing en la economía y en la geopolítica: uso de las propias monedas en los intercambios comerciales; defensa del acuerdo con Irán; reforma de la Onu para dar voz a los países en vías de desarrollo y no permitir a “algunos países” iniciar acciones militares sin un mandato de la Onu. El G2 euroasiático lanza el desafío al Occidente, para un nuevo orden internacional.


Moscú (AsiaNews)- El presidente ruso Vladimir Putin y el chino Xi Jinping firmaron ayer una declaración común de “buenos vecinos, amistad y cooperación”, al finalizar de los coloquios que se tuvieron en los días pasados en Beijing. El documento de 15 páginas toca diversas cuestiones bilaterales, pero también internacionales, que no podrán pasar inobservados a los ojos de los grandes del G7 canadiense de estos días. No casualmente el presidente Trump, inmediatamente de hacer volver a Rusia al G8, apoyado en esto por el nuevo Premier italiano Giuseppe Conte. Pero, Putin respondió inmediatamente que prefiere otros formatos, parpadeando justamente a las alianzas rusas en Asia.

La visita a China es la primera del presidente ruso después de su (enésima) reelección del 18 de marzo pasado. La declaración proclama solemnemente que los dos países han concordado sobre “el crecimiento y la profundización de una colaboración en todas las direcciones y con esta finalidad desarrollarán un diálogo estratégico de recíproca confianza en los máximos niveles y altos niveles, continuando en la perfección de los mecanismos de la colaboración bilateral a nivel gubernamental, parlamentar, partidario, administrativo y regional”. Además de los coloquios entre los dos líderes, de hecho desde hace años están activos en 5 comisiones inter-gubernamentales a nivel de vice-Premier, con sus relativas sub-comisiones y grupos de trabajo, además de un informe privilegiado entre la Administración presidencial rusa y el Comité central del Partido comunista chino.

La primera importante cuestión internacional señalada se refiere a Irán: expresando la común amargura por la salida unilateral de los EEUU del acuerdo global de 2015 sobre el programa nuclear iraní, Putin y Xi Jinping tratarán de “hacer todo esfuerzo para conservar el acuerdo”, deseando “la defensa de los intereses comerciales y económicos dependientes de la colaboración de todos los Estados con Irán”.

Se debe tener presente que desde hoy en Qingdao, comienza el encuentro de la Organización para la cooperación de Shanghai, al cual fue invitado el presidente iraní Hassan Rouhani, junto a los líderes de Asia central, de India y Pakistán, además de Rusia y China.

También en lo que se refiere a las tensiones en la península coreana, Rusia y China decidieron coordinarse para una solución pacífica de los problemas. Planes comunes se referirán también a la colocación de Afganistán, “sin perder de vista la lucha al terrorismo y al narcotráfico en aquel país” y la conservación de la integridad territorial en Siria, el respeto de su soberanía y el apoyo al proceso de paz “gracias a las fuerzas de los mismos sirios, con el apoyo de la Onu y según las decisiones del Congreso para el diálogo nacional sirio, que se realizó el 30 de enero en Sochi”.

Frente a la creciente inestabilidad del escenario internacional, los dos colosos eurasiáticos se consultarán con regularidad sobre las cuestiones estratégicas referentes a la seguridad a nivel gubernamental e informativo, pero también militar y tecnológico, para contraponiéndose juntos a los desafíos y a las amenazas globales y regionales. Una atención especial fue reservada a los inminentes campeonatos mundiales de fútbol “Rusia 2018”, para que sigan siendo “una fiesta del deporte y de la amistad entre los pueblos de todos los continentes”, evitando que se arruinen por “el influjo de factores extraños al deporte”.

El acuerdo contiene claras indicaciones sobre la colaboración económica y financiera, “aumentando las cuotas de las respectivas monedas nacionales en los intercambios comerciales ruso-chinos. Será potenciada la cooperación en campo energético, ya sea por las fuentes tradicionales que por aquellas alternativas, en la agricultura y en la seguridad alimenticia, en las infraestructuras y en los transportes que unen ambos países del norte y centro de Asia, pero también a lo largo de las directivas de la así llamada: “Nueva vía de la seda” eurasiática.

En concreto, Rusia y China se auguran también un reforma de la Onu y de su Consjo de Seguridad, “con la finalidad de una mejor realización de los Estatutos de la Onu”, evitando forzamientos “antidemocráticos” que impongan limitaciones artificiales sin un común acuerdo. Al Consejo se le deberá “ampliar la representación y el derecho de voto de los países en vías de desarrollo”, y evitar intentos “de algunos países” de iniciar acciones militares sin el mandato de la Onu. El G2 eurasiático lanza el desafío al Occidente, para un nuevo orden internacional.