Papa: La Virgen, Reina de Corea, acompañe los diálogos entre Trump e Kim Jong-un

En el Ángelus el Papa Francisco hizo rezar un Ave María para que el encuentro entre los dos líderes del mundo traiga “un futuro de paz” para Corea y para el mundo. “El pecado contra el Espíritu Santo, único pecado imperdonable, porque parte de una clausura del corazón a la misericordia de Dios que obra en Jesús”. También a nosotros nos puede suceder que “en modo premeditado”, se quiera “destruir la buena fama del otro”. Esta actitud es capaz de destruir a las familias, las amistades, a la sociedad entera. “Todos aquellos que reciben la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre ellos”. María, perfecta discípula”.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- A dos días del encuentro entre Donald Trump y Kim Jong-un, el presidente de EEUU y el líder norcoreano, que se realizará en Singapur, el Papa Francisco quiso expresar su atención y cuidado por “el amado pueblo coreano”. Hablando con los peregrinos reunidos hoy en la plaza de S. Pedro para recitar el Ángelus, después de la oración mariana, él confió a la “Virgen, Reina de Corea” los “diálogos de estos días”, para que puedan asegurar “un futuro de paz para la península coreana y para el mundo entero”. A su pedido siguió la invitación a los presentes para que recitasen juntos un Ave María. No es la primera vez que Francisco recuerda y reza por la paz en Corea: había ya recordado a los diálogos intercoreanos el pasado 29 de abril, en la Regina Caeli. Él también envió una carta a la Iglesia coreana para que todos juntos recen para el buen éxito de los diálogos. En la audiencia general del 30 de mayo, había hecho exhibir a algunos atletas de taekwondo de Cora del Norte y del Sur, que exhibieron un cartel donde estaba escrito: “La paz es más preciosa que el triunfo”.

Precedentemente, Francisco se detuvo sobre el Evangelio de este domingo (décimo del año B. Marcos 3,20-35), explicando que Jesús “tuvo que enfrentar” dos tipos de “incomprensión”: la de los escribas, “hombres instruidos en la Sagradas escrituras”. “aquella de sus mismos familiares”. Los escribas, continuó, le hacen “una acusación precisa y terrible. “Este está poseído por Belzebul y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los Demonios” (v. 22). De hecho Jesús curaba a muchos enfermos y ellos tratan de hacer creer que lo hacía no con el Espíritu Santo de Dios, sino con el poder del Maligno”.

De tal modo, “sin darse cuenta (ellos) están cayendo en el pecado más grave: negar y blasfemar al Amor de Dios que está presente y obra en Jesús. Es el pecado contra el Espíritu Santo, único pecado imperdonable, porque parte de una clausura del corazón a la misericordia de Dios que obra en Jesús”.

El Papa hace notar que también a nosotros “nos puede suceder que una fuerte envidia por la bondad y por las obras buenas de una persona pueda llevar a acusarla falsamente. Aquí hay un veneno mortal: la malicia con la cual en modo premeditado se quiera destruir la buena fama del otro. ¡Dios nos libre de esta terrible tentación!”. Para este pecado, el consejo de Francisco es ir “inmediatamente a confesarlo en el sacramento de la Penitencia, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos malvados”.

Esta actitud-prosiguió hablando libremente- es capaz de destruir a las familias, las amistades, le entera sociedad.

La otra incomprensión es la de los familiares de Jesús, “preocupados, porque su nueva vida itinerante les parecía a ellos una locura (Cfr v. 21). De hecho, Él se mostraba tan disponible con la gente, sobre todo con los enfermos y los pecadores, a tal punto que ni tenía ni siquiera el tiempo para comer”.

Jesús rechaza encontrarse con los suyos. Su respuesta (Quien hace la voluntad de Dios, este es mi hermano, hermana y madre”), muestra que “Jesús formó una nueva familia, ya no basada en los lazos familiares, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos aquellos que reciban la palabra de Jesús son los hijos de Dios y hermanos entre ellos”.

“Esa respuesta de Jesús-concluyó- no es una falta de respeto hacia su madre y sus familiares. Es más, hacia María tiene el más grande reconocimiento, porque justamente ella es la perfecta discípula que obedeció en todo a la voluntad de Dios. Nos ayude la Virgen Madre a vivir siempre en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo que obra en Él y en la Iglesia, regenerando el mundo a una vida nueva”.