La guerra de aranceles sacude levemente la autoridad de Xi Jinping
de Willy Wo-Lap Lam

Intelectuales y economistas acusan al gobierno de no contar con los recursos para reaccionar a la guerra comercial entablada con los Estados Unidos. Hay cierto descontento entre los miembros del Partido allegados a Xi y entre los líderes regionales. De todos modos, sigue siendo bastante poco probable que esto ponga en peligro la posición de Xi en la cima de la jerarquía política china. A fin de mes, una nueva delegación china viajará a  Washington.


Hong Kong (AsiaNews) – El Ministerio de Comercio de China anunció hoy que a fin de mes, una delegación suya viajará a Washington a fin de tratar “cuestiones económicas y comerciales entre China y los Estados Unidos”. La delegación estará encabezada por el viceministro Wang Shouwen, quien se reunirá con David Malpass, subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos. Del lado chino, se registra un cambio en la cúpula de las delegaciones. Hasta ahora, las tratativas habían sido conducidas por Liu He, un amigo cercano de Xi Jinping, que fracasó en su intento de llegar a un entendimiento con los EEUU. Hasta ahora, la “guerra de los aranceles” se llevó adelante con tasas y contra-tasas, golpes y contragolpes entre Washington y Beijing. En China, la actitud excesivamente confiada de Xi ha hecho surgir críticas aquí y allá, al punto de dar lugar a la sospecha de que rige una lucha de poder en el seno del gobierno.  Willy Wo-Lap Lam desmiente –al menos, en parte- esta previsión y confirma que, a pesar de que pueda haber un sutil disenso dentro del Partido, lo cierto es que el liderazgo de Xi sigue estando firme. De todos modos, la guerra comercial representa el primer gran desafío del líder supremo chino. Gentileza de la Jamestown Foundation.

Un gran número de insólitos reportes, tanto en Hong Kong como en medios extranjeros en lengua china, está dando crédito a la idea de que, si bien Xi Jinping sigue siendo el emperador indiscutido de China, su autoridad parece haber disminuido un poco. Parece invocarse una suerte de moratoria sobre el incesante culto de la personalidad construido en torno a Xi, mientras surgen señales que indicarían que el aparato político-económico chino ha quedado obstaculizado por los desacuerdos entre Xi y su principal formulador de políticas, en lo que concierne al modo en que ha de manejarse una guerra comercial con los Estados Unidos que se está tornando cada vez más profunda. Si bien la guerra comercial parece haber ejercido una presión tal sobre el sistema político chino al punto de llegar a abrir espacios para la crítica del estilo y de las tácticas de Xi, lo cierto es que es bastante poco probable que la posición que Xi ocupa en la cima de la jerarquía política china corra peligro. 

 

Signos de disenso

A partir de julio, en varias ciudades de toda China se expusieron retratos y fotografías de Xi (exhibiciones públicas de fidelidad, que constituyen elementos clave del culto de la personalidad). La Academia de Ciencias Sociales de Shaanxi concluyó de manera repentina su investigación sobre "La gran sabiduría de Liang Jiahe" (梁家 河 大学 问), una obra centrada en las ideas y hazañas innovadoras de Xi en su época de estudiante, en la aldea de Liangjiahe, Shaanxi, durante la Revolución Cultural. De manera inexplicable, el 11 de julio pasado, la Xinhua News Agency, publicó un artículo donde se criticaba a  Hua Guofeng – el sucesor de Mao, designado por él mismo y que terminó siendo derrotado y derrocado por Deng Xiaoping, por haber cultivado un culto de la personalidad. Quizás esto podría ser visto como un ataque indirecto hacia Xi, cuyo culto de la personalidad ha comenzado a guardar semejanzas con aquél que se construyó en torno a Mao Zedong  (Voice of America, 16 julio; Ming Pao (Hong Kong), 16 julio;  Radio Free Asia, 12 julio).

Por otra parte, han salido a flote versiones que afirman que dos de los más estrechos asesores de Xi, Wang Huning y Liu He, han sido apartados –al menos de momento-. Wang, que es miembro del Comité permanente del Politburó (PBSC) y está a cargo de la ideología y de la propaganda, aparentemente tuvo que cargar con la culpa de hacerse responsable del culto de la personalidad en torno a Xi. Liu, miembro del Politburó encargado de economía y relaciones comerciales con los Estados Unidos, ha sido ampliamente criticado por el fracaso de Beijing a la hora de negociar un “cese del fuego” en la guerra comercial con los Estados Unidos (Ming Pao, 23 de julio; Apple Daily (Hong Kong), 20 de julio).

Los relatos referidos a los problemas políticos que se ciernen sobre Xi podrían ser exagerados. Recientemente, Xi hizo un viaje de 10 días por África y Oriente Medio: es improbable que él hubiera dejado el país durante tanto tiempo si su posición estuviese en peligro inminente. Otro factor que lleva a mitigar la idea de una inestabilidad política es el hecho de que los golpes de Estado sucedidos dentro del PCC –como el arresto del grupo de extrema izquierda – la Pandilla de los Cuatro- en 1976, o el frustrado golpe de Estado contra Mao, liderado por Lin Biao en 1971- fueron efectuados por figuras que contaban con la lealtad de cuando menos una facción del Ejército Popular de Liberación (PLA). Es muy poco probable que el PLA se levante contra Xi,  siendo que en el proceso de reestructuración de su aparato de comando y control, efectuado entre fines del 2015 y principios del 2016, Xi instaló a sus protegidos, que asumieron los principales roles de la plana mayor del PLA.  (China Brief, 20 de octubre de 2017).

Como si esto fuera poco, el 19 de julio, antes de que Xi partiera rumbo a los Emiratos Árabes Unidos, el Presidente del Congreso Nacional de Pueblo, Li Zhanshu, un confidente de larga data de Xi, acuñó un nuevo modo de elogiar a Xi, cuando se refirió a él como el “núcleo eterno” del liderazgo del Partido. Li, miembro del PBSC, exhortó a todos los cuadros y miembros del Partido a hacer todo lo posible para “asegurar que las autoridades centrales del Partido, con su camarada Xi Jinping, tengan el poder de yichuidingyin [llevar la batuta – ndt] y de dingyuyizun [resolver las diferencias con la máxima autoridad]. “Cuatro meses atrás, Li incluso fue determinante al consolidar el estatus de Xi, equiparándolo con el de Mao, elogiándolo como el ‘núcleo central del Partido’, comandante militar, líder del pueblo, timonel del país y pionero del pueblo en abrir caminos”(Xinhua 17 de julio; China.com.cn, 21 marzo).

 

¿Víctimas de una guerra comercial?

Si bien es indiscutible que Xi sigue manteniéndose en la posición de líder supremo, su autoridad –incluyendo su capacidad de tomar decisiones sobre importantes cuestiones políticas, económicas o en materia de política exterior – parece haber quedado comprometida en las últimas semanas. Pareciera que Xi no logra hacer frente a lo que el ministerio de Relaciones Exteriores chino ha dado en llamar las tácticas “hegemónicas” y el “lingba” (las intimidaciones) de Trump. En la mayor parte de los casos, el líder supremo se ha limitado a devolver los ataques recurriendo a la retórica,   advirtiendo a la administración de Trump sobre las terribles consecuencias que acarrearía el hecho de desafiar a China. En un encuentro con los CEO de multinacionales realizado a fines de junio, Xi observó que China seguía la ética del “diente por diente” y que sin lugar a dudas “devolvería el golpe” en caso de que los americanos planteasen exigencias irrazonables (Radio French International, 27 junio; CNBC.com, 25 de junio). Y mientras estaba de gira en Sudáfrica, a fines de julio, Xi incluso llegó a invocar la famosa frase de Mao cuando se refería a los enemigos de China –en este caso, a los Estados Unidos- “Levantar una roca, que apunte a destrozar sus pies” (Xinhua  26 de julio, Ming Pao, 26 de julio).

Sin embargo, siendo que Trump ha hecho público que podría aplicar las tarifas sobre la totalidad del volumen de importaciones provenientes de China, que suman 550 millardos de dólares, la respuesta de parte de los cuadros del PCC y de los voceros oficiales ha sido mayormente una parálisis (South China Morning Post, 22 de julio). En efecto, a partir de junio, la respuesta del aparato del Partido-Estado ha sido de extrema cautela, llegando al error. Primero, Beijing ordenó que en los medios se interrumpiera cualquier mención o referencia al “Made in China 2025”, un plan del gobierno central destinado a forjar líder nacionales en tecnología de punta, que fue tomado como prueba por los funcionarios americanos al referirse a las tremendas interferencias estatales que rigen en el mercado chino (Radio Free Asia, 27 de Junio; New York Times Chinese Edition, 27 de junio). Y a mediados de julio, el Departamento de Propaganda del PCC prohibió en los medios el uso de la expresión “guerra comercial”, en un esfuerzo aparente por despegar la atención pública del hecho de que Beijing carece de los medios para responder a las amenazas de Trump con el mismo tono  (South China Morning Post, 14 de julio).

Si bien Xi se ha arrogado la autoridad para tomar decisiones sobre todas las cuestiones económicas relevantes, el líder supremo parece privado del conocimiento y de las habilidades profesionales que son propias de un zar económico. Las relaciones han hecho que él choque con su principal asesor en materia económica, el vice premier Liu He, en lo que respecta a cómo deben ser las tratativas con los americanos. Al hablar en una conferencia realizada en los Estados Unidos, el responsable de economía de la Casa Blanca, Larry Kudlow, afirmó que el halcón Xi estaba obstaculizando el intercambio de ideas que palomas como Liu He y otros burócratas del Consejo de Estado se abocaban a entablar con los americanos. “Pienso que Xi está demorando el juego”, dijo Kudlow. “Pienso que Liu He y los demás querrían dar un paso, pero no lo han dado”  (Voice of America Chinese, 18 de julio; Businessinsider.com, 18 de julio). En efecto, desde que Liu regresó con las manos vacías -tras haber tenido dos rondas de coloquios en Washington-, su posición de “líder chino en diálogo económico global sino-americano” (中美 全面 经济 对话 中 方 人) ha concluido. Liu no acompañó a Xi en su gira por África y Oriente Medio, y es probable que haya recibido la nueva responsabilidad de ocuparse de los conglomerados de negocios estatales de China, que ciertamente resultan muy difíciles de manejar (Caixingglobal.com, 27 de julio; South China Morning Post, 26 de julio).

Quizás el hecho de que la autoridad de Xi se haya visto truncada –sumado al alejamiento temporal de su hombre líder en materia económica- hace que parezca no haber una autoridad lo suficientemente poderosa como para frenar las riñas internas entre los departamentos de gobierno que monitorean la economía. Tanto Hong Kong como los medios occidentales se han referido a un guerra abierta en el seno del Consejo de Estado, en la cual se discute cómo gestionar una crisis económica incipiente, e incluso cómo dar una mano a las empresas que han sido azotadas por la guerra comercial (Reuters, 18 de julio; Sinoinsider.com, 17 de julio). Un punto que genera gran confrontación es si las políticas monetarias y fiscales deben flexibilizarse, para evitar una desaceleración económica.  El 13 de julio, Xu Zhong, director de la Oficina de investigación del Banco Popular chino, publicó un artículo en el cual critica al Ministerio de Finanzas por su aparente “falta de políticas fiscales eficaces” para ayudar a los sectores que sufren a causa de la controversia sino-americana. Xu también se quejó por el hecho de que el ministerio de Finanzas tenga “escasa transparencia” y que se esté “comportando como un rufián” (Finance.sina.com, 16 de julio; Wallstreetcn.com, 13 de julio). Semejante conflicto abierto entre departamentos y funcionarios es un hecho raro en el almidonado aparato del Partido-Estado.

 

Silencio oficial, disenso intelectual

La falta de líderes provinciales y comunales que elogien abiertamente a Xi también da motivos para dudar de la sujeción –otrora muy fuerte- de la lealtad de los cuadros regionales. El biaotai (表态) – declaraciones rituales de lealtad que realizan eminentes sostenedores a nivel regional- es casi una norma en la tradición del Partido, que se emplea cuando un líder de alto rango quiere más poder o precisa de un respaldo adicional.  En los últimos 12 meses, la mayor parte de los secretarios regionales del Partido, gobernadores e intendentes han participado con entusiasmo en las actividades de  biaotai  cuando Xi  pasó a asumir la posición de hexin (核心) o “núcleo del liderazgo” y expresaron su aprobación con entusiasmo, cuando Xi cambió la Constitución en marzo para remover los límites al mandato para el cargo de presidente de Estado. Sin embargo, esta vez, prácticamente no hubo ningún peso pesado a nivel regional que saliera en apoyo de Xi. Luego de que Li Zhanshu alzara las pancartas de yichuidingyin y dingyuyizun, los líderes provinciales o intendentes parecieron reticentes a la hora de demostrar su respaldo a través de los biaotai. Incluso hubo célebres aduladores de Xi, como Li Hongzhong, Chen Min'er y Cai Qi, secretarios del Partido en Tianjin, Chongqing y Beijing respectivamente que no dijeron nada para dar brillo a la autoridad de Xi. La excepción a la regla fue el secretario del Partido en Jiangxi,  Liu Qi, que prometió apoyar la autoridad de Xi en lo referente a yichuidingyin y dingyuyizun. Pese a ello, el biaotai de Liu llegó tras cinco días de una visita a Jiangxi de nada menos que el miembro del PBSC, Li  Zhanshu (Jiangxi Daily, 24 de julio).

Mientras los protegidos de Xi a nivel regional guardan un silencio sorpresivo, una manada de intelectuales liberales han corrido un gran riesgo al descargarse contra Xi por haber dado marcha a atrás con respecto a las reformas políticas. En un artículo de fines de julio titulado “Temores inminentes, esperanzas inminentes”, quien se desempeña como profesor de Derecho en la Universidad Tsinghua, Xu Zhangrun, acusó a Xi –aunque sin nombrarlo directamente- de estar desmantelando las reformas de Deng Xiaoping y de estar reviviendo la dictadura al estilo maoísta. Xu se refirió a este sentimiento, que circula entre los colegas intelectuales: “Luego de 40 años de reformas, en cuestión de una noche volvemos al ancien régime”. Xu agregó que “la resucitación de tal modo abarcadora de la política totalitaria” ha generado miedo e indignación entre los académicos e intelectuales  (Apple Daily, 30 de julio, Theinitium.com, 24 de julio), y exigió abiertamente que se restablezcan los límites al mandato presidencial y que se proceda a la rehabilitación política de las personas afectadas por la represión que siguió a la masacre de la plaza Tiananmen de 1989. Ambos reclamos constituyen asombrosos y audaces repudios del programa político de Xi, por parte de un intelectual que trabaja en una de las mejores universidades de China.  De la misma manera, Zi Zhongyun -un académico veterano especializado en política internacional- ha dicho que el impasse en las negociaciones comerciales fue provocado por la incapacidad de encarar reformas, demostrada por la administración de Xi. Zi atribuyó la debilidad de la economía china al “monopolio sobre los recursos” que lleva adelante la élite del Partido, y expresó la esperanza de que los funcionarios chinos puedan seguir el consejo de Trump e instituir reformas que estén orientadas al mercado (Chinainperspective.com, 21 de junio).

En tanto, la disputa económica entre China y Estados Unidos se ha metamorfoseado, deviniendo un careo a larga escala donde se confrontan los valores capitalistas del liberalismo occidental y el modelo chino autoritario de Xi. El economista de la Casa Blanca, Kudlow, ha expresado su esperanza de que “los EEUU y la UE sean aliados en la lucha contra China, que ha quebrado el sistema comercial mundial”. El asesor de la Casa Blanca también ha indicado que hay otros países que albergan temor por la “amenaza china […], que van desde la India al Japón, desde Australia a Nueva Zelandia, y que están formando una alianza contra China (Reuters, 27 de julio,  Fox News, 16 de julio). Que Xi logre hallar medidas eficaces para manejar varios frentes de tiros provenientes de la Casa Blanca, dependerá, en parte, de su capacidad de apuntalar su autoridad –que se ve amenazada- en el seno del Partido. Sin embargo, por el momento es difícil no dar crédito a las especulaciones que afirman que el llamado “líder vitalicio” está afrontando el desafío más grave que haya encarado desde que asumió el cargo, hace menos de seis años atrás.