Papa en Palermo: no se puede ser cristiano y mafioso, ‘¡mafiosos conviértanse!’

 Francisco en Sicilia en ocasión del 25° aniversario de la muerte del beato Pino Puglisi, el sacerdote asesinado por la mafia. “¡No pienses en ti mismo, no huyas de tu responsabilidad, elige el amor!. Siente la vida de tu gente que necesita, escucha tu pueblo”. “Este es el único populismo posible, el único populismo cristiano: sentir y vivir el pueblo, sin gritar, acusar, y suscitar contiendas”.


 


Palermo (AsiaNews) – “¡Mafiosos, conviértanse!”. El llamado de atención de Juan Pablo II en 1993 volvió a resonar hoy en la boca de otro Papa. Lo repitió Francisco, en el curso de la misa celebrada en Palermo en ocasión del 25° aniversario de la muerte del beato Pino Puglisi, el sacerdote asesinado por la mafia.

Más de 80 mil personas reunidas en el Foro Itálico de Palermo (en la Foto), frente al mar, el Papa precisó aún. “No se puede creer en Dios y ser mafiosos. Quien es mafioso no vive como cristiano, porque blasfemia con la vida el nombre de Dios – amor. Hoy necesitamos hombres de amor, no hombres de honor; de servicio, no de opresión; de caminar juntos, no de perseguir poder. Si la letanía mafiosa es: 'No sabes quién soy yo', la letanía cristiana es: 'Yo te necesito'. Si la amenaza mafiosa es: 'Tú me las pagarás', la oración cristiana es: 'Señor, ayúdame a amar'. Por eso les digo a los mafiosos, ¡cambien! Dejen de pensar en ustedes mismos y en su dinero, conviértanse al verdadero Dios de Jesucristo! De lo contrario, su propia vida se perderá y será la peor de las derrotas”.

Beatificado en 2013, el p. Pino Puglisi fue asesinado por la mafia porque les quitaba a los jóvenes. Era párroco ,en S. Cayetano, en el barrio Brancaccio de Palermo, controlado por los hermanos Graviano, ligados a la familia del jefe Leoluca Bagarella. La acción del “padre” Puglisi miraba a desmitificar a los mafiosos, personas que a los ojos de los niños eran importantes, respetadas. Enseñando que se puede ser respetados sin conducir una vida de criminales e indicando por lo tanto una vida cristiana, lejos del modelo mafioso, quitaba a la criminalidad sus peones o trabajadores, dedicados desde pequeños al despacho de drogas y ya siendo adultos a crímenes más importantes. De aquí la hostilidad y las amenazas de los mafiosos que lo mataron el 15 de setiembre de 1993, día de su 57 cumpleaños, en el año en el cual había creado en Brancaccio el centro Padre Nuestro para la promoción humana y la evangelización.

Justamente sobre los conceptos victoria-derrota y amor-egoísmo el Papa Francisco argumentó su homilía, partiendo de la frase: “Quien ama su propia vida, la pierde” (Jn 12,25)”. “Esta-dijo-es la derrota: pierde quien ama la propia vida. ¿Por qué? No ciertamente porque se necesita tener odio a la vida: la vida va amada y defendida, ¡es el primer don de Dios! Lo que lleva a la derrota es amar la propia vida, amar lo propio. Quien vive por lo propio pierde. Es un egoísta, decimos nosotros. Parecería lo contrario. Quien vive para sí, quien multiplica sus ganancias, quien tiene suceso, quien satisface plenamente sus deseos aparece como el ganador a los ojos de del mundo. La publicidad nos martilla con esta idea, de buscar lo propio, del egoísmo, sin embargo Jesús no está de acuerdo y la da vuelta. Según Él quien vive para sí no pierde sólo algo, sino la vida entera; mientras quien se dona encuentra el sentido de la vida y gana. Por lo tanto hay que elegir: amor o egoísmo. El egoísta piensa en cuidar su propia vida y se apega a las cosas, al dinero, al poder, al placer. Entonces, el diablo tiene las puertas abiertas. El diablo entra por el bolsillo, si tú está apegado al dinero. Hace creer que todo está bien pero en realidad el corazón se adormece. Este camino termina siempre mal: al final uno se queda solo, con el vacío adentro. El fin de los egoístas es triste, solos, rodeados sólo por aquellos que quieren heredar”.

“Hoy - añadió - estamos llamados a elegir de qué parte estar: vivir para sí, con la mano cerrada o donar la vida, con la mano abierta. Sólo dando la vida se vence al mal”.

“Hace 25 años como hoy, cuando murió aquel día de su cumpleaños, coronó su victoria con la sonrisa, con aquella sonrisa que no deja dormir de noche a su asesino, el cual decía: “había una especia de luz en aquella sonrisa”.“El padre Pino estaba indefenso, pero su sonrisa transmitía la fuerza de Dios: no era un resplandor cegador, sino una luz gentil que excava dentro e ilumina el corazón. Es la luz del amor, de la entrega, del servicio”.

“Como el Padre Pino, hoy “tenemos necesidad de muchos sacerdotes de la sonrisa, de cristianos de la sonrisa, no para que se tomen las cosas a la ligera, sino porque únicamente son ricos en la alegría de Dios, porque creen en el amor y viven para servir. Es dando la vida como se encuentra la alegría, porque hay más alegría en el dar que en el recibir (Cfr Hech 20,35)”. Ahora quisiera deciros: ¿Quieren vivir así también vosotros? ¿Quieren dar la vida, sin esperar que los otros den el primer paso? ¿Quieren arriesgar en este camino para el Señor?”.

“El p. Pino sabía que se arriesgaba, pero sobre todo sabía que el verdadero peligro en la vida no es arriesgarse, es vivir en la comodidad, pequeños medios y atajos. Dios nos libera de vivir a la baja, contentándonos con medias verdades. Dios nos libera de una vida pequeña. Nos libera de pensar que todo va bien si a mí me va bien. Que el otro se las arregle. Nos libera de creernos justos si no hacemos nada para contrarrestar la injusticia no en ni un hombre ni una mujer justa. Nos libre de creernos buenos sólo porque no hacemos ningún mal”.  “Señor dónanos el deseo de hacer el bien; de buscar la verdad detestando la falsedad; de elegir el sacrificio, no la pereza; el amor, no el odio; el perdón, no la venganza”.

“El Evangelio de hoy termina con la invitación de Jesús: “Si uno me quiere servir, que me siga” (v. 26). Me siga, o sea se ponga en camino. No se puede seguir a Jesús con las ideas, es necesario hacer algo. “Si cada uno hace algo, se puede hacer mucho”, repetía el p. Pino. ¿Cuántos de nosotros ponemos en práctica estas palabras suyas? Hoy delante de Él preguntémonos: ‘¿Qué puedo hacer yo? ¡Qué puedo hacer por los otros, por la Iglesia? ¡Por la sociedad?’. No hay que esperar que la Iglesia haga algo por tí, comienza tú. No esperes en la sociedad, ¡inicia tú! No pienses en tí mismo, no escapes de tu responsabilidad, ¡elige al amor! Siente la vida de tu gente que necesita, escucha a tu pueblo. Tengan miedo de la sordera, del no sentir al pueblo. Este es el único populismo posible, el único ‘populismo cristiano’: sentir y servir al pueblo, sin gritar, acusar sin suscitar peleas”.

Como coronamiento de la visita, durante la tarde Francisco visitará en forma privada la parroquia de S. cayetano en el barrio Brancaccio, donde el p. Puglisi fue párroco durante los 3 años precedentes a su asesinato frente a su casa, que se convirtió en un museo didáctico a cargo del Centro Padre Nuestro”. (FP).