Imam Drouiche: Por miedo a la derecha, la izquierda europea no condena el islamismo
de Hocine Drouiche

La inmigración musulmana que llega a Europa es cada vez más fundamentalista y se reduce la diferencia entre el islam “moderado” y “yihadista”. El mundo intelectual europeo, por temor a favorecer los intereses de la derecha xenófoba, guarda silencio sobre los hechos de violencia y sobre la necesidad de una reforma del islam. Es urgente salvar del fundamentalismo a los jóvemes musulmanes. La mayoría de los musulmanes sigue enmarcada en una lógica de la conquista, la invasión y la islamización de Europa.  


París (AsiaNews) – El imán Hocine Drouiche, Vice-presidente de la Conferencia de los imanes de Francia y gran amigo de AsiaNews, nos ha enviado este discurso, que él presentará durante un encuentro en el Parlamento europeo. En el mismo, Drouiche, un experto en vínculos entre islam y modernidad, subraya hasta qué punto Europa se encuentra dividida frente al islam y sobre todo, frente a la violencia islamista y a la interpretación fundamentalista del Corán: la “derecha” demoniza el islam y lo empuja a endurecerse aún más, la “izquierda” –por temor a ser tachada de “xenófoba”- guarda silencio sobre todos los hechos de violencia, perdiendo una ocasión para ayudar al mundo musulmán –sobre todo, juvenil- a deshacerse de los viejos esquemas salafitas. De esta manera, dice Drouiche, tanto Europa como el islam están destinados al fracaso.   

 

Desde Libia hasta Yemen, pasando por Siria, Afganistán e Irak, el mundo musulmán está envuelto en el caos. Los llamados movimientos moderados no logran proponer soluciones verdaderas que construyan un camino creíble. Frente a la devastación del yihadismo, frente a la manipulación de la religión y de la cultura por parte de los islamistas, numerosos intelectuales musulmanes o de origen musulmán no tienen más alternativa que guardar silencio, aún cuando la tarea que les toca sea difícil y peligrosa.

Hay musulmanes que se oponen a Daesh (el Estado islámico). También hay islamistas e incluso algunos salafitas, que se han abocado a un enfrentamiento armado contra Daesh. Pero en el frente de las ideas, sorprendentemente, este enfrentamiento carece de una voz.

Ello lleva a preguntarse por qué los musulmanes no se sublevan para defender su religión, siendo que hoy ésta sirve para establecer prácticas criminales e inhumanas. ¿Por qué son incapaces de decir, con claridad, que eso no es el islam?

Ante la ausencia de reformas y de una adaptación del islam a los tiempos modernos, la explicación a ello se halla en el plano intelectual, donde no existe una diferencia importante entre moderado y extremista. Los dos se inspiran en los mismos textos. Los moderados se ven obligados a aceptar puntos de vista extremistas, para no ser acusados de apostasía o de traición del derecho divino.

Los dos apuntan al retorno de un orden dual, orden que habría sido robado por los colonizadores. Los Estados-nación, al igual que la democracia y la igualdad entre el hombre y la mujer, son considerados como fenómenos pasajeros, porque “la verdad absoluta” islámica, de carácter invariable, no cambiará jamás.

Todo esto niega cualquier evolución histórica así como cualquier progreso social y cultural.

Hay un auténtico rechazo a separar la religión de la violencia. La libertad religiosa, la libertad para cambiar de religión o incluso no tener ningún credo son cuestiones tabú, inaceptables en el seno del islam, e incluso en el islam europeo.

Un islam o un musulmán de Europa aún siguen lejos [de ello] porque la mayoría de los musulmanes sigue obedeciendo a una lógica de las conquistas, de la invasión y de la islamización de Europa. Es un imaginario de poder y dominio, impulsado por la nostalgia de pretender reproducir los imperios islámicos del pasado.

La intención y la aplicación de la sharia es otro gran problema que reúne a islamistas moderados y extremistas, que viene a sumarse a la coerción, al imaginario del imperio, al desprecio por el Estado-nación y a la conquista de Europa.

Ante la falta de una reforma profunda del islam y de sólidas bases intelectuales para oponerse a este extremismo religioso, los jóvenes musulmanes tienen la impresión de que es precisamente  Daesh –este islamismo intolerante y beligerante- el que representa al islam, y no los inconsistentes moderados.

Actualmente, en Europa, una musulmana no puede estar sino con el velo, un musulmán debe creer en la yihad, y ambos, sentir un odio inconmensurable por Occidente.

Europa podía ser una verdadera esperanza para la reforma y la modernización del islam. Lamentablemente, se han cerrado los ojos frente a la manipulación que han promovido los fundamentalistas en las periferias (banlieues) y en las instituciones islámicas de Europa.

Mientras se aterroriza a los imanes y predicadores de un islam iluminado, el miedo de pasar por racistas, de ser tachados por islamofobia o arrogancia, acalla a numerosos pensadores europeos.

El mundo musulmán, destrozado por interminables guerras, se ha convertido en un verdadero desierto cultural, social y económico que se desearía poder ignorar, cuando en realidad, está a nuestras puertas. La inmigración aumenta sin cesar y los musulmanes, sin importar de dónde vengan, están representados solamente a través del prisma islamista.

En el seno de los musulmanes europeos, los extremistas musulmanes no cesan de aumentar. Y ello contribuye al negocio de la extrema derecha en Europa.

Una Europa laxa no servirá ni al islam ni a Europa. Un europeo extremista no hará sino desencadenar una nueva ola de violencia y odio.

Toda generación tiene derecho a beneficiarse de su enseñanza y de su progreso, para descubrir nuevos horizontes, [horizontes] que trasciendan la verdad perdida por las generaciones que la precedieron.  

Europa debe ayudar a la juventud musulmana a liberarse del pasado y de las interpretaciones violentas de los textos islámicos. Para esto, sólo existe un sendero. Solamente el conocimiento y la cultura pueden liberar a los musulmanes de la violencia y del odio, que destruyen la imagen de su religión.

Europa debe ayudar a los musulmanes a liberarse de la tiranía de los islamistas, negándose a prestarles apoyo. Esto salvará a los musulmanes e incluso a Europa, que a causa de los islamistas arriesga perder sus logros y sus valores universales, para beneficio de los nacionalistas y de los extremistas.

Entre extremistas islamistas y extremistas nacionalistas, Europa se encuentra ante a una peligrosa encrucijada. La derecha europea es la única que podría obligar a terminar de manera razonable con este deseo descabellado de destruir a Europa, especialmente luego de las nuevas oleadas de migrantes agrícolas asiáticos, cuya mayor parte es musulmana.

Resulta fácil, cómodo y placentero acusar a Occidente y al resto de la humanidad por nuestros defectos, enfermedades y  neurosis, y se vive tranquilamente sin denunciarlas cuando éstos se dan en nuestra propia casa. Nosotros exigimos compartir el estatuto de la humanidad, pero nos negamos a admitirla como valor universal en nuestra propia casa.

Queremos que el resto de la humanidad acepte nuestras diferencias, pero no aceptamos las de los demás y tampoco los demás credos.

Y, por otro lado, para algunos, escribir cuanto fue dicho hasta ahora, resulta embarazoso. Ya sea porque esto es visto como una jugada a favor de la extrema derecha en Occidente o porque se considera que hacerlo es pecar de ingenuo. La excusa sirve para justificar un silencio cómplice en relación a los crímenes cometidos por los amigos. Y entonces, no se habla. No se denuncia una injusticia cometida en la propia casa, para no colaborar con la injusticia en otra parte. Y esto constituye un cálculo imbuido de falsedad, además de ser una elección inmoral.

 

 * Presidente de la Conferencia de los imanes reformistas de la República; Vice-presidente de la Conferencia de los imanes de Francia; Doctor en teología y en derecho musulmán