Crisis política en Sri Lanka: el ex dictador Rajapaksa es el nuevo primer ministro

El presidente Sirisena apartó del cargo a Wickremesinghe, aliado de gobierno, acusándolo de corrupción y de tramar un complot orientado a asesinarlo. Rajapaksa es el ex dictador que está siendo indagado por abusos cometidos durante la guerra civil. Como telón de fondo, las relaciones económicas con la India y con China. El Parlamento seguirá suspendido hasta el 16 de noviemre. 


Colombo (AsiaNews) – Sri Lanka se sume en una crisis política, luego de la decisión del presidente Maithripala Sirisena de apartar del cargo de primer ministro a Ranil Wickremesinghe y colocar en su reemplazo a Mahinda Rajapaksa, el ex dictador y ex presidente acusado de cometer abusos y de amenazas durante la guerra civil. Sirisena también disolvió el gobierno y suspendió las actividades del Parlamento hasta el 16 de noviembre. Los motivos que han llevado a este viraje político siguen siendo confusos, mientras los ministros de gobierno denuncian un intento de “golpe de Estado” y protestan ante la expulsión de un premier democráticamente electo, calificando la medida como “inconstitucional” e “ilegal”.  Como trasfondo de toda esta situación, permanecen expectantes las grandes potencias del área, sobre todo China y la India, que tienen en miras proyectar sus ambiciones sobre la isla.

La alusión a una maniobra inconstitucional también está en boca de la Iglesia anglicana de Sri Lanka, que mira con preocupación el giro de los hechos, temiendo que “pueda llevar a un ulterior deterioro de nuestra economía y terminar incidiendo de manera severa sobre la vida de nuestro pueblo, ya de por sí difícil”. Es por eso que exige “salvaguardar la Constitución y honrar el mandato recibido” de los electores. Según el National Peace Council, una eventual “transferencia de poderes” debiera darse “en conformidad con el estado de derecho, de otro modo las consecuencias a largo plazo podrían ser catastróficas”.

La situación se precipitó en las últimas 48 horas y condujo a la muerte de una persona, que ayer recibió un disparo de arma de fuego, efectuado por un guardaespaldas de unos de los ministros apartados. En la noche del 26 de octubre, de manera sorpresiva, se anunció la decisión de remover a Wickremesinghe, quien fue acusado de nepotismo y lazos excesivos con China. En agosto de 2017, su Ejecutivo decidió ceder a Beijing el puerto de Hambantota por 99 años. Antes de ello ya había habido situaciones de tensión entre los dos políticos de la cúpula de gobierno, que culminaron con la presentación de una moción de desconfianza por parte de algunos diputados oficialistas. La semana pasada, Sirisena denunció públicamente que se había frustrado un complot orientado a asesinarlo, impulsado por un ministro de gobierno, con la complicidad de la India.  

El panorama político se complica todavía más por el hecho de que Sirisena haya convocado a formar parte del gobierno a Rajapaksa, bajo cuyo gobierno él se desempeñó en el cargo de ministro de Salud, y a quien derrotó en las elecciones presidenciales del 2014, al aliarse con el United National Party (UNP) de Wickremesinghe. En cuanto concierne  los lazos con China, Rajapaksa no puede ser considerado un opositor: es precisamente gracias a él, que se encuentra en fase de obra el mega-proyecto de la ciudad portuaria en Colombo, financiado por Beijing pero criticado por ambientalistas y por la población local.

Por último, quedan en pie las promesas de la campaña electoral del 2014: Sirisena ganó apuntando a la reconciliación nacional, amparándose en los principios democráticos y enarbolando la promesa de hacer justicia contra las atrocidades perpetradas durante la guerra civil y en los años de su predecesor, el mismo y preciso Rajapaksa. Son muchos los que ahora plantean dudas sobre su capacidad para mantener dichas promesas.

 

(Colaboró en esta nota Melani Manel Perera)