La expulsión de sor Fox es una advertencia para los extranjeros: “A Duterte no se le critica”

Un clima de tensión envuelve a los misioneros en el país. No obstante los temores difundidos, la Iglesia busca el diálogo con la administración sobre las problemáticas sociales más urgentes. Las emergencias para el país: asesinatos extrajudiciales, ley marcial en Mindanao y homicidios impunes.

 


Manila (AsiaNews) – La larga batalla legal, que terminó con la expulsión de sor Patricia Fox (Foto) del país, es “una advertencia para quien, sobre todo para los extranjeros que se atreven a criticar al gobierno del presidente Rodrigo Duterte”. Es cuanto declara a AsiaNews, una fuente católica, que prefiere permanecer anónima por motivos de seguridad. “Que a Duterte no le guste el público disenso - afirma- era claro ya desde el establecimiento de su administración. Por otro lado era evidente que la religiosa australiana habría sido obligada a dejar el país: el presidente ya lo había anunciado”.

Otra fuente, también ella anónima, nara sobre el clima de tensión en la que viven los misioneros extranjeros en el país. “Todos les dicen que no hagan comentarios, porque quien expulsó a sor Patricia puede hacer lo mismo también a los otros, ya sean sacerdotes, religiosas o laicos”. Sin embargo, continúa - los comentarios corren en voz baja, en la esperanza que este modo de obrar a las críticas de las autoridades no dure para siempre”.

No obstante los difundidos temores, la Iglesia busca el diálogo con la administración sobre todo sobre las problemáticas más urgentes. “Por el momento - declara la fuente - éstas son los asesinatos extrajudiciales, que muy a menudo caracterizaron las operaciones  antidrogas de la policía, la ley marcial en la isla de Mindanao y muchos homicidios impunes de funcionarios y sacerdotes. Frente a todo esto, las condiciones de trabajo de los misioneros pasan a un segundo plano. Diversos curas diocesanos han perdido la vida  (en los primeros 6 meses de 2018) y cualquiera que trabaje al servicio de la Iglesia trata de mantener el perfil bajo, evitando expresar críticas en público.

“Auspiciamos - concluye- que este clima cese lo antes posible, junto a los asesinatos y a los ataques a la Iglesia. Al mismo tiempo, debemos contener los daños. Una tal distancia entre la comunidad católica y el Estado fue inesperada, pero creo sea imputable sólo a la actitud sin prejuicios de Duterte”.