El metropolitano Juan, jefe de los ortodoxos rusos en Europa
de Stefano Caprio*

El joven obispo, de 44 años, es responsable de las Iglesias del patriarcado de Moscú en 13 países europeos. El nuevo exarcado fue revivido después de la ruptura entre Constantinopla  y Moscú sobre la autocefalia concedida a Ucrania. En los días pasados, en el Sínodo de Moscú, fue fundado en nuevo Exarcado de Asia sudoriental, que comprende cerca de 10 países, entre los cuales Corea del Norte y del Sur, Vietnam, Tailandia, Singapur.

 


Roma (AsiaNews) - Desde hace pocos días, el metropolitano Juan (Roščin), ya vicario del patriarca y obispo de Bogorodosk, es el nuevo jefe de los ortodoxos rusos en Europa. En noviembre pasado fue nombrado administrador de las parroquias del patriarcado de Moscú en Italia, con sede en Roma en la iglesia de S. Catalina, en el territorio de la embajada rusa en Italia. A fines de diciembre, fue a Moscú para la reunión del Sínodo patriarcal, el joven obispo (nacido en 1974) se vio lanzado al nuevo cargo de “metropolitano de Korsun y de Europa occidental”. Compró rápidamente un “klobuk” (la mitra de los metropolitanos), él fue solemnemente consagrado en su nuevo oficio en la catedral de la Asunción, en el Kremlin en Moscú. Pasando por Roma para ir a París, logramos encontrarlo y a hacerle algunas preguntas.

 

Eminencia, cuéntenos sobre su nuevo cargo y de la estructura a la cuál fue llamado para guiar.

El exarcado ruso de Europa occidental fue instituido en 1945, y estuvo activo hasta los años 90, para luego ser disuelto como consecuencia de las nuevas condiciones de la diáspora rusa, después de la finalización del régimen soviético. Había sido fundado por el metropolitano Eulogio (Georgievskij) en 1945 (que no quiso unirse a los otros obispos “zaristas”, que fundaron la Iglesia rusa en el extranjero en polémica con el régimen soviético, ndr). En un primer momento era una estructura  independiente reconocida por Constantinopla. Para los rusos en Europa existían por lo tanto dos exarcados paralelos: uno bajo Moscú y el otro bajo Constantinopla. Este último fue suprimido hace pocas semanas, después de decidir la autocefalia a los ucranianos. Ahora, después de las cuestiones que han llevado a la ruptura entre Moscú y Constantinopla, el Patriarca Cirilo decidió reorganizar el cuidado de tantos rusos que viven en el extranjero, en Europa en particular, haciendo renacer sobre nuevas bases el exarcado de París.

 

¿Cuánto es grande este exarcado?

La nueva metropolia comprende las diócesis y las parroquias de 13 Estados: Francia, Alemania, España, Portugal, Gran Bretaña, Irlanda, Holanda y Suiza, además de Estados más pequeños como Andorra, Lichtenstein, el principado de Mónaco y Luxemburgo. Existen ya muchas parroquias y 5 diócesis, las de España y Portugal (recientemente constituidas), luego en Bélgica, Holanda e Italia, que ahora están bajo el metropolitano de París, si bien tienen sus obispos que guían en modo autónomo la vida en las las Iglesias locales y que se reunirán en un Consejo del Exarcado. Nos reuniremos para discutir juntos las varias cuestiones, sean las internas de la vida de la Iglesia, como de las relaciones externas con la sociedad de estos países europeos. En Italia, por ahora, mantuve la cátedra para mí, habiéndola obtenido sólo hace 2 meses y no tengo intención de renunciar demasiado pronto a este bellísimo país.

 

¿Cuánto ha influido sobre estas decisiones el conflicto con Constantinopla?

Yo diría que simplemente se trata de una reorganización de estructuras ya existentes. Nosotros en substancia jamás estuvimos separados del patriarcado de Constantinopla. Siempre hemos reconocido su primado de honor y su rol de Iglesia-madre, de la cual hemos recibido el Bautismo. Pero con los últimos sucesos nuestras relaciones se complicaron mucho. En particular, en lo que se refiera al cuidado pastoral de los rusos en la diáspora, nosotros no podemos dejarlos sin asistencia, según el mandato del Señor, ellos deben recibir aquello por lo cual vienen a la Iglesia, comenzando por los Sacramentos.
 

Por lo que parece, la reorganización no atañe sólo a Europa occidental, sino a toda la diáspora rusa en el mundo.

Es así. De hecho fue constituido también el nuevo Exarcado de Asia sudoriental, que comprende cerca de 10 países:  Corea del Norte y del Sur, Vietnam, Tailandia, Singapur (donde tendrà su sede el Exarca) y en los otros Estados asiáticos donde la misión de la Iglesia ortodoxa rusa es particularmente activa y fructífera, con la reciente apertura de muchas nuevas iglesias. Por ahora hay un único exarca, pero pronto deberían ser nombrados también los obispos de algunos otros países y el exarca será probablemente elevado a la dignidad de metropolitano.

En América del norte existe la red de las así llamadas “parroquias patriarcales”, o sea de la Iglesias que han querido permanecer directamente bajo el patriarcado de Moscú cuando, en 1970. Moscú concedió la autocefalia a la Iglesia ortodoxa de América (no reconocida por Constantinopla- ndr). Ellas representan al patriarcado de Moscú en los EEUU, pero hoy están unificadas en la administración a aquellas de la Iglesia ortodoxa rusa en el Extranjero, que se unió al patriarcado de Moscú en 2007.

En Sudamérica existe una eparquía única, que actualmente está guiada por el metropolitano Ignacio (Pologrudov) con sede en Buenos Aires, fundada ya en 1945. Existen parroquias en Brasil, Chile y Paraguay, prácticamente en todos los países del continente.
 

¿Es aquel que viene denominado el “mundo ruso”.

De hecho los tristes acontecimientos de 1917 nos han dejado una heredad que hoy, a 100 años de distancia, podemos evaluarla en un cierto sentido como positiva. Tantas personas han querido abandonar el país para escapar a la opresión atea y la Iglesia se movió siguiendo sus huellas, realizando la propia vocación de predicar la verdad de Cristo, bautizar y distribuir la santa comunión, formando nuevas comunidades cristianas en todo el mundo.

 

Usted mismo recordó que en 1970, Moscú concedió la autocefalia a los americanos. ¿No se podía hacer lo mismo con los ucranianos?

Nuestro Sínodo jamás ha puesto como tema la autocefalia ucraniana, por el simple motivo que jamás fue pedida por los obispos y por los fieles de Ucrania. Fue un intento cismático del metropolitano Filarete  (Denisenko), en los años 90, pero se basaba más sobre premisas políticas, que en las eclesiales. Si no hubiesen habido motivaciones políticas o pretensiones de primacía anti-canónica por parte de Constantinopla, nosotros estaríamos listos para enfrentar la cuestión, subrayo sólo por motivos eclesiales. Si Constantinopla hubiese escuchado los consejos que le llegaban de parte de nuestra Iglesia, también en el encuentro de agosto pasado con el patriarca Cirilo, hubiésemos podido resolver la cuestión juntos, sobre la base de las reglas canónicas y del amor recíproco.
 

¿No le parece que hay un poco de confusión entre los ortodoxos sobre las "reglas canónicas"?

El problema es el de la interpretación de estas normas, que fueron escritas en época de los siete concilios ecuménicos de los padres de la Iglesia, hace más de 1000 años. Estas reglas reflejan la situación de la Iglesia en esos tiempos, y no siempre podemos sacar a relucir el espíritu de esos preceptos, deteniéndonos demasiado en la letra. Y esto significa que son tratados de manera opuesta, especialmente con respecto a la misión en la diáspora: alguien cree que esto es una prerrogativa de Constantinopla, para otros es un deber de cada Iglesia local. Estas preguntas deben abordarse en las reuniones entre los jefes de las Iglesias, en un diálogo hecho de amor y verdad, sin poner un ultimátum y sin apresurar los tiempos. La historia nos muestra que muchas preguntas podrían haberse resuelto si hubiera habido una verdadera voluntad de dialogar. En este momento es difícil pensar en posibles reuniones o consejos pan-ortodoxos. Desafortunadamente, el Consejo de Creta 2016 no fue pan-ortodoxo porque faltaban cuatro iglesias locales.

 

Esta ruptura es un hecho trágico, pero quizás esté surgiendo claridad en la concepción de la ortodoxia universal.

Siempre han existido algunas contraposiciones entre Moscú y Constantinopla sobre la interpretación de las normas canónicas y la estructura de las Iglesias. Desde cuando el patriarcado de Constantinopla ha comenzado a actuar de manera unilateral, amenazando incluso la integridad canónica de nuestra Iglesia rusa, el diálogo benévolo se ha interrumpido, y no podemos ver ahora cómo podemos restaurarlo en el futuro.

La Iglesia ortodoxa rusa siempre ha propuesto un modelo de Iglesias locales autónomas e independientes, que tienen todo el derecho de predicar el Evangelio y cuidar de sus fieles, sin la interferencia de otras Iglesias locales. La misión de la Iglesia, en todo el mundo, es siempre una: anunciar a Cristo muerto y resucitado, todo lo demás viene como consecuencia. Toda esta situación debe llevar a una mayor disposición para responder a este llamado del Señor, no sólo para nosotros los ortodoxos, sino para todos los cristianos del mundo, buscando juntos la unidad de la fe.

 

* Profesor de historia y cultura rusa en el Pontificio Instituto Oriental de Roma