Egipto, pena capital para dos monjes, por el homicidio del obispo. Dolor y desconcierto entre los coptos

El tribunal de Damanhur condenó a muerte a Wael Saad y Ramon Rasmi Mansour. Para el juez,  cuando atacaron el abad de San Macario, “estaban guiados por el demonio”. Ahora competerá al gran muftí aprobar la sentencia. Llamamiento a la oración, y pedido de que el proceso pueda ser revisado por personalidades coptas. 


El Cairo (AsiaNews) – Un “día triste” para los cristianos egipcios y una sentencia que representa “una catástrofe”, contra la cual hay que presentar un recurso de apelación lo antes posible. Es de esta manera que la cúpula de la Iglesia copta recibió el veredicto de condena a muerte, conminado por jueces a dos monjes que han sido acusados de cometer el homicidio del abad del monasterio de San Macario. Se trata de un caso de perfiles oscuros, y del cual no se conocen bien los detalles particulares, ni las razones que han fundamentado el veredicto. Es por eso que fuentes de la Iglesia católica egipcia, al ser interpeladas por AsiaNews, han preferido no emitir comentarios, aguardando nuevos detalles de la investigación y el desarrollo de la causa en el frente judicial.

El 23 de febrero pasado, el tribunal penal de Damanhur dictó la pena capital para el ex monje Wael Saad (desterrado del monasterio al día siguiente del asesinato) y para el monje Ramon Rasmi Mansour, conocido con el nombre de Faltaous al-Makari. Según algunos testigos presentes en el recinto, este último escuchó el veredicto en lágrimas. Los dos imputados, según fue subrayado por el juez Gamal Toson, en el momento de leer la sentencia, “estuvieron guiados por el demonio, por el camino de la maldad y del vicio” cometiendo “el pecado más grave de todos”, que “la religión celestial prohíbe”.   

Para la Corte, ellos son los autores del homicidio perpetrado el 29 de julio pasado, cuya víctima fue el obispo copto ortodoxo Anba Epiphanios, abad del monasterio de San Macario, hecho que dejó en estado de shock a toda la comunidad copta y a los ambientes monásticos. Una muerte luego de la cual la cúpula de la Iglesia copta egipcia impuso la prohibición del uso de las redes sociales por parte de los monjes y el impedimento para el ingreso a los seminarios por un período de un año.   

Entre las razones que habrían motivado la condena a muerte se cuenta el hecho de que los dos autores no habrían tenido “escrúpulos” en la comisión del acto, y “no tuvieron en debida cuenta la edad avanzada y la talla espiritual de la víctima. En efecto, esto implica la imposibilidad de conceder los atenuantes genéricos del caso. El próximo 24 de abril, el gran muftí de Egipto examinará la causa y decidirá si se habrá de confirmar la pena capital y proceder a la ejecución (en el país de los faraones, la autoridad religiosa siempre tiene la última palabra en los casos de condena a muerte)  revisar la sentencia mediante una apelación.

A lo largo del proceso, los dos imputados siempre reivindicaron su inocencia. Por el contrario, para la acusación, ellos habrían actuado movidos por contrastes surgidos en virtud de razones económicas, entre los monjes y el abad del monasterio. A esto se habrían sumado violaciones a las “reglas” monásticas – que no fueron debidamente aclaradas- que habrían llevado a uno de los dos imputados a perder el hábito, luego de un proceso canónico desarrollado en paralelo con esta causa, en los últimos meses.

Al comentar el veredicto, el obispo Anba Aghathon se refirió a este diciendo que era una “catástrofe” y “un día triste” para la comunidad. Él se dirige a los fieles invocando “oraciones por los monjes” y que se “dé curso al proceso de apelación lo antes posible”.  Esam Ebaid, secretario de la Unión Europea para los egipcios y miembro de la Unión Cristiana Holandesa, criticó duramente la sentencia de condena, basada sobre investigaciones policiales “marcadas por las falacias y los intereses políticos”. Este veredicto, concluye, “ofende al orden monástico y abre las puertas a las interferencias externas en los monasterios y al secuestro de sus terrenos”.

En una nación de casi 95 millones de personas cuya gran mayoría es musulmana, los cristianos [sobre todo, los coptos ortodoxos] son una minoría consistente, que representan cerca del 10% de la población total. Entre 2016 y 2017, el país de los faraones registró una serie de atentados sangrientos, que afectaron mayormente a la comunidad cristiana.