Mons. Pizzaballa: entrega, oración y puesta en común, para vencer el ‘desierto cuaresmal’

En el Mensaje para la Cuaresma, el administrador apostólico de Jerusalén invita a afrontar “la aridez” de ciertas vidas y actividades, incluso pastorales. La respuesta a ello es hacer ayuno “del egoísmo, del individualismo y de la desconfianza”. La importancia de la oración en las parroquias y la reconciliación. La Eucaristía no es un rito, sino una escuela donde aprender el amor. 


Jerusalén (AsiaNews) – El período que nos acerca a la Pascua es un momento privilegiado para “desafiar el desierto”, afrontar “la aridez” de ciertas vidas y actividades “tal vez, incluso pastorales, sin ceder a los atajos del milagro, del compromiso, de la desconfianza,  del pecado”.  Es lo que subraya en el Mensaje de Cuaresma Mons. Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado de Jerusalén de los Latinos, que invita a compartir “la confianza y la esperanza de Jesús en el amor del Padre y en la belleza del Reino”.

“Cristo en el desierto, en la tentación, en el desaliento, en la desconfianza –recuerda el prelado – ha introducido la fuerza del Espíritu, prometida” a cuantos confían en él y se encomiendan a Él. Y prosigue diciendo: Porque “también en nosotros existe un éxodo pascual, de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, de la desconfianza a la esperanza”.

En este tiempo de “desierto cuaresmal”, delante de una Iglesia y una comunidad “tan probadas”, prosigue Mons. Pizzaballa, la respuesta es el ayuno, ayunar “del egoísmo, del individualismo y de la desconfianza”. Dirigiéndose a los cristianos de Tierra Santa, él pide acoger “al pobre y al necesitado” en una época en la que se construyen muros y la emigración es vista como una amenaza. “Dentro de nuestras vidas –afirma-, liberadas de todas las falsas seguridades, vueltas de tal manera disponibles a la entrega y la puesta en común, podrá abrirse camino la fecundidad de la Pascua, que es Vida que nace de la ofrenda de sí”.  

El prelado de 53 años, de origen italiano, se desempeña en Tierra Santa desde 1999 y en mayo de 2004 fue electo custodio. El 22 de marzo de 2010 fue nombrado para un segundo mandato. En el 2013 fue postulado para un nuevo trienio. Su cargo se concluyó en abril de 2016. Un mes más tarde, vino el nombramiento como Administrador Apostólico del Patriarcado de Jerusalén de los Latinos, con sede vacante, tras presentar su renuncia el patriarca Fouad Twal, por haber alcanzado el límite de edad.

En este período de Cuaresma, Mons. Pizzaballa pide volver a “rezar en nuestras parroquias”, escuchando “a Dios, antes que a sí mismos” y celebrando “con fe y convicción el sacramento de la reconciliación”. Y también volver a “ayunar en nuestra vida”, renunciando “a aquello que llena la barriga, pero no sacia el corazón”. “Si vuelves a la Eucaristía –prosigue- [hazlo] no como a un rito, sino como a una escuela donde se aprende que solamente el amor, recibido y entregado, sacia de verdad”.

Frente a la cerrazón y el egoísmo, para el prelado es esencial “dar, más que acumular”, como bien recuerda el Papa Francisco, porque “no es el yo, sino los otros y su salvación, el motivo de nuestra existencia y de nuestro obrar, como cristianos y como consagrados”.

Renovando la invitación a rezar por la Iglesia de Tierra Santa y por sus pastores, Mons. Pizzaballa concluye el mensaje recordando que “en los días que se abren delante nuestro, estará Cristo mismo entrando en nuestros desiertos, y experimentando nuestras tentaciones”. “Siento fuertemente [...] la necesidad de dirigir la mirada a Señor, en estos momentos tan difíciles para la Iglesia y para el mundo, cuando la prueba de nuestra fe y de nuestra esperanza parece volverse cada vez más dura”.