Esposas paquistaníes huyen de sus maridos chinos: gestionaban un burdel

Se amplía la investigación sobre los matrimonios falsos, en la que hay incluso pastores cristianos involucrados como parte activa en la emisión de certificados de matrimonio. La embajada china invita a evitar los alarmismos, pero Beijing se ve obligada a admitir que ha tenido que suspender el otorgamiento de visas. Al menos 700 mujeres han caído en las redes del tráfico de seres humanos desde que comenzó el 2019.

 


Islamabad (AsiaNews/Agencias) – Huyeron de sus maridos, que gestionaban un burdel ilegal en Lahore -camuflado como agencia matrimonial- y querían venderlas a China: es la historia de dos jóvenes paquistaníes que fueron dadas como esposas de hombres chinos sin escrúpulos. Su caso no es sino el último de un fenómeno extendido: el de las mujeres cristianas y musulmanas que son vendidas como esposas para maridos chinos, y que luego quedan inmersas en el mercado de la prostitución y del tráfico de órganos.

Las dos mujeres son Samina y Tasawur Bibi, y provienen de la zona de Kot Momin, en la provincia de Punjab. Ellas cuentan que se casaron con dos hombres, que ellas creían eran musulmanes. Solo después descubrieron que lo maridos “no eran ni musulmanes ni honestos”.

El caso de las dos muchachas es común al de otras mujeres, Según la Agencia Federal de Investigaciones (FIA), el grupo falsificaba certificados de matrimonio religioso para los esposos chinos, a fin de convencer a las familias paquistaníes de dar a sus hijas como esposas.

En Pakistán, se está extendiendo cada vez más la investigación que ha sacado a la luz un auténtico tráfico de seres humanos entre los dos países, que están unidos por fuertes acuerdos económicos. Fuentes policiales informan que en las últimas semanas han arrestado a decenas de personas, e incluso a algunos pastores cristianos que actuaban en connivencia con los criminales. La plaga de los matrimonios falsos entre muchachas paquistaníes y jóvenes chinos fue denunciada por primera vez por la Iglesia Católica, hace ya tiempo.

La semana pasada, en Islamabad, la FIA detuvo a dos hombres chinos y a tres mujeres paquistaníes que estaban a punto de embarcarse en un vuelo directo a China. Por su parte, en todo este tiempo las autoridades de Beijing han negado la existencia de una organización criminal involucrada en la compraventa de esposas. Además, la embajada china en Pakistán ha acusado a los medios paquistaníes de montar un caso, levantando un estruendo en torno a la cuestión. “Es esencial evitar el sensacionalismo”, fue el mensaje de la embajada, reafirmando que “cuestiones de tamaña delicadeza deben ser reportadas solamente si están fundadas en hechos probados”. Sin embargo, las autoridades chinas tuvieron que admitir que han interrumpido el otorgamiento de visas para cuando menos 90 mujeres.

Los activistas se quejan de que la red delictiva se ve favorecida por las paupérrimas condiciones económicas en que yacen las jóvenes, que se ven fascinadas por la promesa de un futuro acomodado en el exterior. Salem Iqbal, un activista cristiano, revela que solamente en lo que va del año, al menos 700 mujeres, en su mayoría cristianas, han caído en manos de este negocio montado entre Pakistán y China.