La Santa Sede brinda una orientación pastoral para el registro civil del clero en China

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Hoy a las 12, la Santa Sede difundió un importante documento sobre “Orientación pastoral de la Santa Sede sobre el registro civil del Clero en China”. En él, se afronta el drama que sufren muchos obispos y sacerdotes oficiales y subterráneos, ante el deber de ser reconocidos por el gobierno, suscribiendo no solo la obediencia a las leyes de China, sino también a los organismos que persiguen “la independencia” de la Iglesia. La Santa Sede reconoce que hay “dificultades”, pero por el bien de los fieles, sugiere una actitud maleable, aún cuando parezca ser ambigua, motivada por el hecho de que con el correr del tiempo, se podrá esclarecer con las autoridades chinas una modalidad de registro que sea “más respetuosa de la doctrina católica” y de la “consciencia de las personas involucradas”. El documento también pide tener respeto por todos aquellos que, en virtud de su conciencia, se niegan a hacerse registrar de esa manera. En el texto también se pide “que no se pongan en acto presiones intimidatorias en relación a las comunidades católicas «no oficiales», como lamentablemente ya ha ocurrido". A modo de ejemplo, recomendamos la lectura del artículo "La Iglesia china, ahogada con ‘la independencia’, mientras se aplaude el acuerdo China-Vaticano”. También sugerimos ahondar en los hechos de los últimos días relacionados con Mons. Guo Xijin, en la diócesis de Mindong. A continuación, el documento completo de la Santa Sede.

 

Orientación pastoral de la Santa Sede acerca del registro civil del Clero en China 

Hace tiempo que a la Santa Sede llegan pedidos de los Obispos de China Continental, solicitando se brinde una indicación concreta acerca de la actitud que se debe tomar frente a la obligación de presentar la solicitud de registro civil. A tal respecto, como es sabido, muchos pastores  quedan profundamente sorprendidos, ya que la modalidad de dicho registro -obligatoria, según los nuevos reglamentos sobre las actividades religiosas, cuya falta es penada con la imposibilidad de obrar pastoralmente- conlleva, casi siempre, la firma de un documento en el cual, a pesar del compromiso asumido por las Autoridades chinas de respetar también la doctrina católica, se debe declarar que se acepta, entre otros, el principio de independencia, autonomía y auto-administración de la Iglesia en China. 

La complejidad de la realidad china y el hecho de que en el país parece no existir una sola praxis de aplicación en lo que respecta a los reglamentos para los asuntos religiosos, vuelven particularmente difícil pronunciarse sobre la materia. La Santa Sede, por un lado, no tiene intención de forzar la conciencia de nadie. Por otra, considera que la clandestinidad no está contemplada en la normalidad de la vida de la Iglesia, y la historia enseña que Pastores y fieles han recurrido a ella sólo con el doloroso deseo de mantener íntegra la propia fe (cfr. n. 8 de la Carta de Benedicto XVI a los Católicos de China del 27 de mayo de 2007). Por tanto, la Santa Sede continúa pidiendo que el registro civil del Clero se lleve a cabo con la garantía de respetar la conciencia y las profundas convicciones católicas de las personas involucradas. Solo de esta manera, en efecto, se pueden favorecer tanto la unidad de la Iglesia como la contribución de los católicos al bien de la sociedad china. 

Luego, en cuanto concierne a la revisión de la eventual declaración que se debe firmar en el acto de registro, en primer lugar hay que tener presente que la Constitución de la República Popular de China declara formalmente que tutela la libertad religiosa (art. 36). En segundo lugar, el Acuerdo Provisorio del 22 de septiembre de 2018, reconociendo el rol peculiar del Sucesor de Pedro, lleva lógicamente a la Santa Sede a entender e interpretar la ’«independencia» de la Iglesia católica en China no en un sentido absoluto, es decir, como separación del Papa y de la Iglesia universal, sino relativo a la esfera política, tal como ocurre en cualquier parte del mundo en las relaciones entre el Papa y una Iglesia particular o entre Iglesias particulares.  Por otro lado, afirmar que en la identidad católica no puede haber separación del Sucesor de Pedro, no significa querer hacer de una Iglesia particular un cuerpo ajeno a la sociedad y a la cultura del país en el cual se vive y obra. En tercer lugar, el contexto actual de las relaciones entre China y la Santa Sede, caracterizado por un diálogo consolidado entre las dos partes, es distinto de aquél que han visto nacer los organismos patrióticos en los años Cincuenta del siglo pasado. En cuarto lugar, a esto se añade el hecho muy destacable de que, con el correr de los años, muchos Obispos ordenados sin el mandato apostólico han solicitado y obtenido la reconciliación con el Sucesor de Pedro, de modo que todos los Obispos chinos hoy están en comunión con la Sede Apostólica y desean una integración cada vez mayor con los Obispos católicos del mundo entero. 

Frente a estos hechos, es legítimo esperarse una actitud nueva de parte de todos, incluso cuando se trata de afrontar las cuestiones prácticas relativas a la vida de la Iglesia. Por su parte, la Santa Sede prosigue dialogando con las Autoridades chinas sobre el registro civil de los Obispos y sacerdotes, para hallar una fórmula que, en el acto de registro, respete no solo las leyes chinas, sino también la doctrina católica. 

Mientras tanto, a la luz de cuanto fue dicho más arriba, si un Obispo o un sacerdote decide registrarse civilmente pero el texto de la declaración para el [trámite de] registro no parece ser respetuoso de la fe católica, él indicará por escrito, en el acto de firmar, que lo hace, pero sin renegar de la debida fidelidad a los principios de la doctrina católica. Si no es posible poner esta observación por escrito, el solicitante se limitará a hacerla verbalmente y, si es posible, ante la presencia de un testigo. En cualquier caso, es oportuno que el solicitante certifique luego a su Ordinario la intención con la que realizó el registro. En efecto, esta siempre debe ser entendida con el único fin de favorecer el bien de la comunidad diocesana y su crecimiento en un espíritu de unidad, y en pos de una evangelización adecuada a las nuevas exigencias de la sociedad china y la gestión responsable de los bienes de la Iglesia.  

Al mismo tiempo, la Santa sede comprende y respeta la decisión de quien, a conciencia, decide que no puede registrarse en las condiciones presentes. Ella permanece cerca suyo y pide al Señor ayudarlos a custodiar la comunión con sus hermanos en la fe, incluso frente a las pruebas que cada uno tenga que afrontar. 

Que “el Obispo nutra y manifieste públicamente la propia estima por los presbíteros, demostrando confianza y alabándoles si lo merecen; respete y haga respetar sus derechos y defiéndalos de críticas infundadas; dirima prontamente las controversias, para evitar que inquietudes prolongadas puedan ofuscar la fraterna caridad y dañar el ministerio pastoral.” (Apostolorum Successores, Directorio para el Ministerio pastoral de los Obispos, 22 de febrero de 2004, Nro. 77).

Es importante, entonces, que también los fieles laicos no solo comprendan la complejidad de la situación descrita antes, sino que también acojan con un corazón grande la sufrida decisión tomada por sus Pastores, cualquiera sea ésta. La comunidad católica local los acompañe con un espíritu de fe y con afecto, absteniéndose de juzgar las decisiones de los demás, custodiando el vínculo de la unidad y valiéndose de la misericordia para con todos. 

En cualquier caso, esperando poder llegar a través de un diálogo franco y constructivo entre las dos partes, como fue acordado, a una modalidad de registro civil del Clero más respetuosa de la doctrina católica, y, por tanto, de la conciencia de las personas involucradas, la Santa Sede pide que no se pongan en acto presiones intimidatorias en relación a las comunidades católicas «no oficiales», como lamentablemente ya ha sucedido. 

Por último, la Santa Sede confía en que todos puedan acoger estas indicaciones pastorales como un instrumento para ayudar a aquellos que se encuentran ante el deber de tomar decisiones que no son fáciles, y a cumplirlas con un espíritu de fe y unidad. Todos -la Santa Sede, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos- son llamados a discernir la voluntad de Dios con paciencia y humildad en este tramo del camino de la Iglesia en China, marcado por tantas esperanzas, pero también por dificultades que perduran. 

Desde el Vaticano, 28 de junio de 2019. 

Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús. 

La Santa Sede