Arzobispo Shevchuk: nuestros sueños se están realizando
de Vladimir Rozanskij

Luego de dos días de encuentros con Papa Francisco, la Iglesia de los ucranianos greco-católicos considera estar “cerca” de los tres objetivos que se propone desde hace tiempo: la visita del Papa a Ucrania, la concesión del estado patriarcal a la Iglesia uniata y la beatificación del metropolitano Andrej Sheptickij, que guió la Iglesia en las primeras décadas del siglo XX.


Kiev (AsiaNews) – Luego del encuentro de los obispos ucranianos greco-católicos con el Papa Francisco, los días 5 y 6 de junio pasados, el arzobispo mayor de Kiev, Svyatoslav Shevchuk expresó la absoluta satisfacción de la comunidad greco-católica ucraniana. A su modo de ver, se está muy cerca de realizar los tres deseos más importantes de su Iglesia: la visita del Papa a Ucrania, la concesión del estado patriarcal a la Iglesia uniata y la beatificación del metropolitano Andrej Sheptickij, que guió la Iglesia en las primeras décadas del siglo XX. 

“En estos días no debemos tomar decisiones definitivas”, afirmó Shevchuk, “han sido momentos de reflexión y análisis de los pasos que estamos por cumplir. Esperamos en breve los frutos de estas reflexiones, la creación de las estructuras y mecanismos necesarios que conducirán al re-florecimiento de nuestra Iglesia, en Ucrania y en el mundo”. El arzobispo invitó explícitamente al Papa Francisco a visitar el país, reiterando la propuesta durante la cena informal en la Casa Santa Marta, y el Papa prometió pensar en ello. 

Shevchuk recordó que “son muchos los que quieren escuchar y ver al Papa. Al visitar Ucrania, él podría aliviar las heridas de la guerra, detener su hemorragia”. Sería un modo de intervenir, “no solo sobre las consecuencias del conflicto, sino también para extirpar las causas que lo originaron”, poniendo fin al clima de enemistad y acusación recíproca entre las diversas partes del pueblo ucraniano, entre ucranianos y rusos, entre miembros de distintas Iglesias.  

Durante el encuentro también se abordó el tema del patriarcado, en el contexto de una reflexión sobre la dimensión ecuménica de la Iglesia. Según Shevchuk, “el patriarcado es un modo de existir, no solo un título honorífico. Es un conjunto de mecanismos para hacer que re-florezca la Iglesia, permitiendo que responda con eficacia a las necesidades pastorales de nuestro pueblo”. La Iglesia greco-católica no es “una amenaza” para los hermanos ortodoxos, no está contra nadie, sino que está “a favor de todos; está revolución mental aún debe darse”. 

Para esto, se requieren nuevas estructuras; según estimaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, cada año, un millón de personas emigra de Ucrania y el patriarcado se ocuparía de todos, incluso en los países de destino. Desde los tiempos soviéticos, además, la Iglesia uniata se ha ocupado de la diáspora ucraniana en todo el mundo, que es de donde proviene una buena parte del actual clero en el país, como es el caso del arzobispo Shevchuk.

También es de gran importancia la beatificación del siervo de Dios Andrej Sheptickij, una personalidad muy relevante en el panorama ecuménico del siglo XX, padre del renacimiento greco-católico en Ucrania, e incluso en Rusia y Bielorrusia. “El metropolita Sheptickij fue el primero en entender la dimensión global de nuestra Iglesia”, agregó Shevchuk, “cuando devino metropolita, solo teníamos tres diócesis en el territorio del Imperio Austro-húngaro; hoy, tenemos 34 diócesis en todo el mundo, y esto, ante todo, fue gracias a sus visitas pastorales a todos los rincones del globo”, donde, gracias a él, fueron nombrados obispos y pastores, poniendo los cimientos para la estructura internacional de hoy en día. 

Sheptickij fue realmente uno de los “profetas del ecumenismo” de principios del siglo XX, precisamente en virtud de la especial vocación de la Iglesia greco-católica, que él consideraba un puente ideal entre católicos y ortodoxos, entre Oriente y Occidente. Guió la Iglesia uniata en los tiempos turbulentos del fin de los imperios, desde la revolución bolchevique, descontando incluso condenas en prisión, hasta el tiempo de la ocupación nazi en Ucrania. Murió antes de concluirse la Segunda Guerra mundial, y no vio la supresión de su Iglesia, perpetrada por el régimen soviético. El renacimiento de la fe entre los ucranianos y greco-católicos confirma sus profecías y su esperanza de la Iglesia una y santa.