La lucha entre Beijing y Delhi en Cachemira, que ha dejado de ser autónoma

India ha decidido reestructurar la región, dividiéndola en dos zonas: Jammu Cachemira, con población musulmana e hindú, y Ladakh, con población budista. El Ministerio de Relaciones Exteriores chino ha criticado la decisión de Delhi, ya que “continúa perjudicando la soberanía territorial de China. Las minorías cristianas.     


Nueva Delhi (AsiaNews) – La decisión del gobierno de Narendra Modi de cancelar la autonomía de la región de Jammu-Cachemira está creando aún más tensión entre dos gigantes asiáticos, la India y China, ya que ambos reivindican el territorio himalayo. 

Hace tres días se decidió dar por cancelada la región autónoma y que el territorio pase a formar parte de la Unión, sometiéndose al control de Nueva Delhi. Esto conlleva para Cachemira la pérdida de varios privilegios – la autonomía en la Constitución, bandera propia, leyes propias, derechos de propiedad sobre las tierras- y abre el territorio a una posible invasión “india” e “hindú”, que podría cambiar su demografía y su composición religiosa. Hasta ahora, Jammu-Cachemira era la única región de la India con una población mayoritaria islámica (cerca del 70%). Ahora, una posible inmigración proveniente del resto de la India, podría desequilibrar la relación entre musulmanes e hindúes. 

El gobierno de Modi ha dado un paso ulterior: al cancelar la autonomía, decidió dividir la zona en dos áreas: Jammu-Cachemira, que reuniría a musulmanes e hindúes (unos 12,3 millones de habitantes) y la (nueva) zona de Ladakh, donde viven poco menos de 300.000 budistas. 

Según los analistas, la maniobra de Modi busca frenar la influencia de China sobre la región. En el plan de la Nueva Ruta de la Seda, Beijing tenía programada una vía de comunicación entre China y Pakistán, que pasa justamente por Cachemira. Ayer, la vocera del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying, criticó la decisión de Delhi, ya que “continúa perjudicando la soberanía territorial de China. Esto es inaceptable”. 

Beijing lleva años reivindicando partes de Cachemira situadas en la frontera con Xinjiang, y del Himalaya, en la frontera con el Tíbet y frecuentemente se ha enfrentado con el ejército indio. En los últimos años, Beijing ha estado actuando una política de “soft power”, financiando los monasterios budistas de Ladakh y realizando donaciones, para atraerlos a su esfera de influencia. En respuesta a las críticas chinas, en el día de ayer, el Ministerio de Relaciones Exteriores de la India manifestó que los temas relaciones con Ladakh y Cachemira son “una cuestión interna”.

La población de esta región parece estar feliz de salir del cono de sombra de Cachemira y espera que pueda florecer el turismo en el territorio. La economía de la zona hasta ahora se ha basado fundamentalmente en una agricultura pobre. 

En Jammu-Cachemira viven minorías cristianas, protestantes y católicas que padecen como todos, la ocupación militar india. En los últimos años, estos grupos minoritarios también han devenido víctima de las presiones fundamentalistas islámicas, por parte de grupos que apoyan la independencia de Cachemira (B.C.)