Papa: ‘Fihavanana’, el espíritu que busca compartir, para el desarrollo humano integral

En Madagascar, en el encuentro con las autoridades políticas, con el cuerpo diplomático y los representantes de las religiones y de la sociedad civil, el Papa Francisco sugiere al país no reducir el desarrollo a “un simple crecimiento económico”. La corrupción y la especulación incrementan la disparidad social. La lucha contra la deforestación también debe prever una ayuda a las personas, para “salir de la pobreza”. El ejemplo de la beata Victoire Rasoamanarivo.


Antananarivo (AsiaNews) – Sostener la “fihavanana”, “el espíritu de compartir, de ayuda mutua y de solidaridad”, inscripto en la Constitución como uno de los valores fundamentales de la cultura malgache, para promover “el desarrollo humano integral, para que nadie sea excluido”: es la esperanza y la oración del Papa Francisco para el pueblo de Madagascar, una isla “rica en biodiversidad vegetal y animal”, que aún debe “luchar con fuerza y determinación contra todas las formas endémicas de corrupción y especulación que aumentan la disparidad social”. Para ello, el Papa ofrece el servicio de la Iglesia católica,  “en un diálogo permanente con los cristianos de otras confesiones, con los miembros de las diferentes religiones y con todos los protagonistas de la sociedad civil”.

El Papa Francisco llegó ayer de Madagascar, luego de su visita a Mozambique, y esta mañana se reunió en el Ceremony Building con el Presidente de la Nación, Andry Rajoelina, las demás autoridades malgaches, el cuerpo diplomático y representantes de las diversas confesiones religiosas y de la sociedad civil.  

Luego de un discurso lleno de entusiasmo, pronunciado por el joven presidente (45 años, actualmente en su segundo mandato), el pontífice puso de relieve el “alma” del pueblo malgache, cuyo centro es la palabra “fihavanana”, que le permite “resistir con valentía y abnegación las múltiples contrariedades y dificultades a las que se ha de enfrentar a diario”.

También exhortó a vivir la política como un “servicio a la comunidad humana” y a no reducir el desarrollo de una nación “al simple crecimiento económico”, sino tender a un desarrollo humano integral, es decir, “a la promoción de todos los hombres y de todo el hombre”. 

“A este respecto -dijo- los aliento a luchar con fuerza y determinación contra todas las formas endémicas de corrupción y especulación que aumentan la disparidad social, y a enfrentar las situaciones de gran precariedad y exclusión que producen siempre condiciones de pobreza inhumana”. 

Cerca del 70% de los 25 millones de malgaches sufre la pobreza, pese a que el país posee recursos petroleros y turísticos. Para el Papa, es importante “establecer todas las mediaciones estructurales que garanticen una mejor distribución de los ingresos y una promoción integral de todos los habitantes, especialmente de los más pobres. Esa promoción no se puede limitar solo a la ayuda asistencial sino al reconocimiento en cuanto sujetos de derecho llamados a la plena participación en la construcción de su futuro”.  

Soluciones integrales que también son necesarias para el respeto del ambiente:  “Vuestra hermosa isla de Madagascar es rica en biodiversidad vegetal y animal, y semejante riqueza se encuentra particularmente en peligro por la deforestación excesiva en beneficio de unos pocos; su degradación compromete el futuro del país y el de nuestra casa común. Como ustedes saben, las últimas selvas están amenazadas por los incendios forestales, la caza furtiva, la tala desenfrenada de árboles de maderas preciosas. La biodiversidad vegetal y animal, está en peligro por el contrabando y las exportaciones ilegales. Es cierto también que, para las poblaciones afectadas, muchas de estas actividades que dañan el medioambiente son las que provisoriamente aseguran su supervivencia. Es importante entonces crear empleos y actividades generadoras de ingresos, que preserven el medio ambiente y ayuden a las personas a salir de la pobreza. En otras palabras, no puede haber un planteamiento ecológico real y un trabajo concreto de salvaguardar el medio ambiente sin la integración de una justicia social que otorgue el derecho al destino común de los bienes de la tierra para las generaciones actuales, así como las futuras”.

En esta causa, el pontífice también convoca a la comunidad internacional, que, si bien ofrece ayuda al país, también corre el riesgo de transmitir “una supuesta “cultura universal” que menosprecie, menoscabe y suprima el patrimonio cultural de cada pueblo. La globalización económica, cuyos límites son cada vez más obvios, no debería generar una homogeneización cultural”.

Por eso, “ debemos prestar especial atención y respeto a la sociedad civil local. Al apoyar sus iniciativas y sus acciones, se escuchará más la voz de los que no tienen voz así como las diversas armonías, incluso contradictorias, de una comunidad nacional que siempre busca su unidad. Los invito a soñar en este camino donde nadie quede al margen, o vaya solo o se pierda”.

Y cita un ejemplo a seguir: la beata Victoire Rasoamanarivo, beatificada por Juan Pablo II durante su visita a Madagascar, hace 30 años: “Su testimonio de amor a su tierra y tradiciones, el servicio a los más pobres como signo de su fe en Jesucristo, nos muestra el camino que también estamos llamados a recorrer”. 

Tras el intercambio de regalos y la firma en el Libro de Honor de la Presidencia de la República malgache, el Papa se dirigió al monasterio de las Carmelitas Descalzas de Antananarivo, para rezar allí la Hora Media, y reunirse con 100 monjas de clausura de distintos monasterios y unas 70 novicias.