Ilham Tohti, galardonado con el premio Vaclav Havel por los derechos humanos

El Consejo de Europa ha seleccionado al académico uigur como ganador de la edición 2019. Él es el primer ciudadano chino en recibir el reconocimiento. En prisión desde el 2014, condenado a cadena perpetua, él siempre trabajó para reducir las tensiones étnicas en China. 


Estrasburgo (AsiaNews/Agencias) – El Consejo de Europa anunció hoy el ganador del premio Vaclav Havel por los derechos humanos: se trata de Ilham Tohti, un académico de etnia uigur condenado a cadena perpetua en 2014 por un tribunal chino. Él es el primer ciudadano chino en recibir este honor, precisamente en el día en que China festeja los 70 años del nacimiento de la República Popular de China.

Tohti, de 49 años, fue escritor, economista y profesor en la Universidad Minzu (un ateneo para las minorías étnicas), en Beijing. En el 2014 fue condenado a cadena perpetua por el presunto apoyo a la causa separatista. 

En realidad, Tohti, como tantas veces ha explicado, siempre intentó reducir la tensión entre la población de etnia uigur y han en Xinjiang, pidiendo a Beijing reducir las discriminaciones económicas y políticas para con la población local, presa de la incompetencia de los gobiernos locales y de los grupos de interés económico. Algunos disidentes temen que Beijing quiera hacer que él muera en prisión, con el mismo destino del escritor Liu Xiaobo. 

La Asamblea Parlamentaria Europea ha decidido “dividir” el premio entre Tohti y Youth Initiative for Human Rights, un grupo que promueve la reconciliación en los Balcanes. Lilian Maury Pasquier, presidente de la Asamblea que patrocina el premio, explica: “Su coraje es admirable, y les permite resistir a la incomprensión y a la presión política, como sucede en el caso del académico”. 

En el pasado mes de agosto, el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Geng Shuang, había solicitado retirar la candidatura de Tohti, un hombre “condenado por subversión y por su apoyo al terrorismo uigur”. Muchos analistas consideran que estas acusaciones no son sino un pretexto para silenciar una voz que ha denunciado valientemente las injusticias que su etnia padece desde hace años. 

Testimonios de distintas fuentes afirman, en efecto, que más de un millón de uigures se encuentran recluidos en campos de concentración, para ser “reeducados” desde el punto de vista político. Numerosos testimonios hacen referencia a torturas y homicidios extrajudiciales.

El gobierno chino a menudo se ha justificado diciendo que los campos son “lugares de formación profesional” . Los uigures son una minoría musulmana de origen turkmeno y la persecución contra ellos se intensificó a partir de abril del 2017. Se los acusa de tener “fuertes opiniones religiosas” que son “políticamente incorrectas”. 

Frecuentemente son enviados a la cárcel o encerrados en campos; otros son internados en clínicas psiquiátricas, donde enloquecen. Las autoridades controlan sus teléfonos; los musulmanes no pueden celebrar el Ramadán; la enseñanza de la lengua árabe uigur fue prohibida en las escuelas. Además, desde el 2016, los habitantes de Xinjiang deben entregar una muestra de ADN para poder solicitar un pasaporte. Todo ello, en nombre de la “estabilidad nacional”.