Sínodo de Amazonía: tutela de derechos humanos y necesidad de formación

Se ha hablado mucho de ecología, de migraciones y de modelos de extracción depredadores, en la 3ra Congregación general del Sínodo; pero también de la formación de seminaristas y laicos, de la ordenación de ancianos casados y del diaconato femenino. La violencia contra la naturaleza,  y contra los indígenas que salen en su defensa, es otro tema muy presente. “La destrucción de la naturaleza contradice la fe cristiana, y exige a todos las responsabilidad de un nuevo concepto de desarrollo y progreso”.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Se ha hablado mucho de ecología, de migraciones y de modelos de extracción depredadores, en la 3ra Congregación general del Sínodo; pero también de la formación de seminaristas y laicos, de la ordenación de ancianos casados y del diaconato femenino. 

“La demanda de nuevos ministerios -afirmó Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio de Comunicaciones de la Santa Sede, durante el briefing de hoy - nace de las comunidades sin una guía espiritual y sin personas que puedan celebrar la Eucaristía. Los fieles reclaman una presencia permanente, no meramente visitante. En territorios grandes como Italia hay 60-70 sacerdotes, y algunas comunidades ven un sacerdote una vez por año, o incluso menos”. De allí la urgencia de la formación, un tema del cual los padres sinodales “han hablado mucho”, refiriéndose en particular a la formación de los laicos. Entre las propuestas planteadas, figura la de los “diáconos locales temporarios”. 

También se ha presentado la propuesta de pensar en la consagración sacerdotal de algunos hombres casados, los llamados “viri probati” – una hipótesis que ya fue presentada en el día de ayer, en la relación del Card. Hummes - evaluando luego, con el paso del tiempo, la validez o no de dicha experiencia. Para algunos, por el contrario, tal propuesta podría terminar convirtiendo al sacerdote en un simple funcionario de la misa y no es un pastor de las comunidades, una maestro de la vida cristiana, una presencia concreta de la cercanía de Cristo. También se ha dicho que la propuesta de los “viri probati” nace de una “necesidad legítima, pero que ésta no puede condicionar una reconsideración de la naturaleza del sacerdocio y de su relación con el celibato, previsto por la Iglesia de rito latino”. 

Otro punto de reflexión ha sido el de la formación de los ministerios ordenados, pensado en tres niveles: una formación capilar, a nivel parroquial, con la lectura y meditación de la Palabra de Dios; una formación intensiva de tiempo completo, destinada a los animadores y animadoras de la comunidad, y una formación teológica sistemática, para los candidatos a los ministerios ordenados y para los hombres y mujeres que desean comprometerse en los ministerios laicos. Lo importante – esto fue subrayado – es que la formación de los seminaristas sea repensada y se vuelva más cercana a la vida de las comunidades. Entre las propuestas presentadas, por último, también está la posibilidad de evaluar una ordenación diaconal para las mujeres, de modo de valorizar su vocación eclesial.

La violencia contra la naturaleza y contra los indígenas que la defienden ha sido otro tema muy presente. “La destrucción de la naturaleza contradice la fe cristiana, y pide a todos la responsabilidad de un nuevo concepto de desarrollo y progreso”, dijo Ruffini.

En el recinto se resaltó que en la Amazonía, es horroroso el número de personas que han dado la vida por la defensa de la naturaleza; entre el 2003 y el 2017, hubo 1119 indígenas muertos por defender sus territorios. Muchas veces, los líderes sociales son víctimas de la impunidad y de las carencias de los poderes del estado, que no garantizan la seguridad. Desde esta perspectiva, se ha reafirmado que la Iglesia debe defender a aquellos que luchan para proteger sus tierras creando, allí donde todavía no existan, redes de protección específicas o activando, a nivel diocesano, acciones permanentes de solidaridad y de promoción de la justicia social. La tarea de la Iglesia, y esto se dijo en más de una oportunidad, es alzar la voz contra los proyectos que destruyen el ambiente. Simultáneamente, los Padres sinodales han puesto de relieve la importancia de promover una política más participativa y una economía alejada de la “cultura del descarte”, apostando sobre todo a las experiencias de economía alternativa, como la de las pequeñas cooperativas que comercializan directamente los productos de los bosques, sin pasar por la gran producción”. 

El Sínodo también ha reflexionado sobre el tema de las migraciones, tanto las de los pueblos indígenas hacia las grandes ciudades, como aquellas de las poblaciones que cruzan la Amazonía para llegar a otros países de destino.  De allí la importancia de una pastoral específica de la Iglesia: en efecto, la región del Amazonas, como zona de flujos migratorios, es una realidad emergente, un nuevo frente misionero que debe ser afrontado en un sentido inter-eclesial, hallando asimismo una mayor colaboración entre las Iglesias locales y otros organismos que se dedican al sector. Además, se ha recordado que el drama de las migraciones también impacta sobre la juventud de la Amazonía, constreñida a dejar su tierra originaria por el hecho de verse cada vez amenazada por la desocupación, la trata de seres humanos, el narcotráfico, la prostitución y la explotación. Es por tanto necesario, que la Iglesia reconozca, valorice, que sostenga y refuerce la participación de la juventud de la Amazonía en los espacios eclesiales, sociales y políticos, ya que los jóvenes son “profetas de esperanza”.