Religiosa india: los jóvenes, un ‘regalo precioso de Dios, que se refleja en ellos’
de Lidwin Fernandes*

Sor Lidwin Fernandes es secretaria ejecutiva de la Comisión de las Mujeres en la Iglesia india. Tiene un largo pasado desempeñándose en la animación de la juventud. No está preocupada por las grandes responsabilidades: lo que le interesa es dedicarse todos los días “a que cada uno se sienta precioso a los ojos de Dios”. 

 


Lucknow (AsiaNews) – Servir a los jóvenes “es un desafío, pero sobre todo, un regalo de Dios, que se refleja en su joven pueblo”. Es lo que afirma, al dialogar con AsiaNews, Sor  Lidwin Fernandes, de la Congregación de las Ursulinas franciscanas de la India. Desde este año, la hermana es secretaria ejecutiva de la Comisión para la Mujer en la Conferencia Episcopal India (CCBI). Ella tiene un largo pasado en la animación de los jóvenes, que ella ha guiado como líder de la juventud femenina. Cuenta cuál es su misión y su vocación. Pero también habla de su enfermedad, un período que ella define como una “bendición de incógnito”, porque en esa época entendió que el Señor la llamaba a ponerse “al servicio de los demás como misionera y a trabajar “para que cada joven se sienta precioso a los ojos de Dios”. A continuación, su relato (traducción de AsiaNews).  

Vengo de la parroquia de San Pedro Claver, en Arva, diócesis de Mangalore, en el sur de la India. Nací el 18 de julio de 1977, soy la tercera hija de Thomas Fernandes (difunto) y Rosy Fernandes. Se trata de un pequeño pueblo situado en las laderas de los Ghati occidentales. De niña y en los años de mi adolescencia tuve muchas ocasiones para rodearme de las actividades de la Iglesia, y todos los años participaba de los campamentos de verano organizados por la CRI (Conferencia de los religiosos de la India), de la diócesis de Mangalore. Todas estas ocasiones me acercaron mucho a la Iglesia, hasta que finalmente elegí ser religiosa. 

Yo formo parte de la Congregación de las Ursulinas franciscanas; el 4 de abril de 1999 pronuncié mi primera profesión de fe, y este año celebro con alegría mis 20 años de vida consagrada. 

Tras un período de formación inicial en el sur de la India, fui seleccionada como misionera. Mi primera asignación fue en Uttar Pradesh, en el norte de la India. Las temperaturas extremas de esa región deterioraron poco a poco mi frágil salud y fui llamada a mi tierra de origen para someterme a algunos tratamientos médicos. Sin embargo, la enfermedad fue una bendición de incógnito. Mientras estuve enferma, construí una fuerte relación con mi Señor, pasé el tiempo aprendiendo a usar la computadora, tocando música y me especialicé en el ministerio de jóvenes. Un poco, por testarudez, y por el deseo de ser una misionera, no hubo forma de que permaneciera en mi tierra natal. Me recuperé y volví allí donde se decidió que debía estar.

El día de mi profesión perpetua, el 5 de abril de 2006, el lema de mi congregación “Pro Amore Dei” (por amor de Dios) también se convirtió en mi lema personal. Tenía un deseo profundo de estar con mentes jóvenes, conocerlos, amarlos y vivir con ellos. Este gran deseo me condujo a Guma (una localidad de Calcuta), donde iba tres veces por semana a reunirme con los niños en varias casas y transcurrir el tiempo estudiando la Biblia. Tuve que aprender el bengalí, la lengua local, para ser eficaz en mi servicio. Mi extraordinaria comunidad, la superiora y el clero de la parroquia me alentaron siempre a llevar adelante el ministerio. 

De modo que por cinco años organicé programas y cursos sobre la Biblia a nivel parroquial, zonal y para los decanatos. Luego fui transferida a Calcuta, “la ciudad de la alegría”, donde trabajé como directora de la St. john Berchmans’ School y como responsable de la St. Mary’s School. [En este período] el amor por las generaciones jóvenes creció a tal punto que me llevó no solamente a no tener miedo de las responsabilidades, sino también a servir a los jóvenes.  Al final, fui nombrada animadora diocesana para la juventud femenina de la arquidiócesis de Calcuta para los cinco años sucesivos.

Aunque el ministerio juvenil es un desafío, es sobre todo un gran regalo de Dios, que se refleja en el joven pueblo. Para los jóvenes, cada momento, cada paso y cada pensamiento es una novedad. A causa de mi ministerio, me toca afrontar muchos retos, como ser blanco de cartas anónimas, o de insultos por discriminación de género, y otras cosas. Pero para mí, lo importante es que cada persona joven sepa que es amada, que es preciosa, que es un regalo único del Señor. Cuando fui nombrada coordinadora nacional de Young Catholic Students/Young Students Movement (YCS/YSM) para la India en el 2018, enseguida percibí la oportunidad y proclamé a cada mente joven: “Dios te ama por aquello que eres, tú eres precioso, amado, único, hijo de Dios”. Hoy, como secretaria ejecutiva de la Comisión para las mujeres de la CCBI, continúo proclamando lo mismo, y haciendo que cada uno se sienta importante a los ojos de Dios. Como decía el Card.  John Newman, hoy, “Pidamos ser así, “luces amables” en medio de las penumbras del mundo”.

*Secretaria ejecutiva nacional de la Comisión para las Mujeres, de la Conferencia Episcopal India (CCBI)