Papa: Que “el Señor ayude al pueblo de Australia en este momento difícil

“Ser sensibles a los tantos náufragos de la historia que llegan exhaustos a nuestras costas, porque no sabemos acogerlos con aquel amor fraterno que viene del encuentro con Jesús”.

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Una oración para que “el Señor ayude al pueblo de Australia en este momento difícil con aquel incendio. Estoy cerca del pueblo de Australia” concluyó la audiencia general de hoy, en la cual el Papa retomó el ciclo de catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles, en particular sobre el viaje por mar de Pablo de Cesarea a Roma, que dio ocasión a Francisco para invitar a rezar a Dios para “ser sensibles a tantos náufragos de la historia que llegan exhaustos a nuestras costas, para que también nosotros sepamos acoger con ese amor fraterno que procede del encuentro con Jesús”.

“La navegación encuentra ya desde el inicio condiciones favorables” y se desencadena una tempestad. “Cuando la muerte se aproxima y la desesperación invade a todos, Pablo interviene. Él es hombre de la fe y sabe que también aquel “peligro de muerte” (2 Cor 11,23) no puede separarlo del amor de Cristo (cfr Rm 8,35) y del mandato que ha recibido. Por lo tanto tranquiliza a sus compañeros diciendo lo que hemos escuchado: “Se me ha presentado […] esta noche un ángel de ese Dios al que pertenezco – al Dios al que pertenezco, ¿por qué? ¿Cada uno tenía su propio Dios?, ¿no? – al Dios al que pertenezco y al que sirvo, y me ha dicho: ‘No temas, Pablo; debes presentarte ante el César, y he aquí que Dios ha querido conservar a todos tus compañeros de navegación” (Hech 27,23-24). 

“Incluso en las pruebas, Pablo no deja de ser el custodio de la vida de los demás y el animador de su esperanza”. De tal modo, “el naufragio, de situación de desgracia, se cambia en oportunidad providencial: es una inmersión en las aguas que reclama la experiencia bautismal de muerte y resurrección y que hace experimentar la prisa de Dios y su potente salvación”.

“Después del naufragio, llegaron a la isla de Malta donde fueron acogidos por sus habitantes y les encendieron una hoguera para que se calentaran. A Pablo, al echar leña al fuego, le mordió una víbora”, pero “no sufrió ningún daño y es intercambiado incluso por una divinidad” . Este beneficio era una gracia del Señor Resucitado que lo asistió siguiendo su promesa dirigida a los creyentes: cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño”. Sobre este hecho, el Santo Padre resaltó la actitud de acogida y humildad de los habitantes de Malta. “Dice la historia que a partir de ese momento no hay víboras en Malta”.

“De hecho, para Pablo, su estancia en Malta se convierte en una ocasión propicia para dar "carne" a la palabra que anuncia y ejercer así un ministerio de compasión en la curación de los enfermos. “Y ésta es una ley del Evangelio: cuando un creyente experimenta la salvación no la retiene para sí mismo, sino que la pone en circulación. ‘El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia de verdad y belleza busca por sí misma su expansión, y toda persona que vive una profunda liberación adquiere una mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás’. Un cristiano ‘probado’ puede ciertamente hacerse cercano a quien sufre porque sabe lo que es el sufrimiento, y hace que su corazón se abra y sea sensible a la solidaridad con los demás”. Pablo nos enseña a vivir las pruebas aferrándonos a Cristo, para madurar la “convicción que Dios puede obrar en cualquier circunstancia, también en medio de aparentes fracasos” y “la certeza de quien se ofrece y se dona a Dios por amor, seguramente será fecundo” (ibid., 279).

“Pidamos hoy al Señor, invocó el Papa, que nos ayude a vivir cada prueba sostenida por la energía de la fe; y a ser sensibles a los numerosos náufragos de la historia que llegan a nuestras costas exhaustos, porque también nosotros sepamos acogerlos con ese amor fraterno que proviene del encuentro con Jesús. Esto es lo que nos salva del frío de la indiferencia y la inhumanidad”.

Al terminar la audiencia, después del pensamiento de su cercanía con Australia, trastornada por los incendios y una exhibición del circo Aqua, Francisco pidió a los fieles que se acuerden de la fecha del Bautismo. “Yo quisiera que cada uno de nosotros supiese la fecha del bautismo: seguramente nosotros sabemos la fecha del cumpleaños, la fecha del nacimiento; ¿pero cuántos saben la fecha del bautismo” Pocos...está bien. Pero como no se festeja, se olvida. Para hacer una tarea en casa: preguntes a sus padres, abuelos, tío, a los amigos: ¿’Cuándo fui bautizado’?, y llevar siempre esa fecha del bautismo en el corazón para agradecer al Señor por la gracia del bautismo. ¿De acuerdo? ¿Lo harán?”.