'La guerra en Siria no ha terminado’; hay más desesperación que esperanza

El país ingresa en el décimo año del conflicto y la situación sigue siendo crítica. Hospitales de rodillas, cientos de miles de víctimas y nuevas emergencias humanitarias. El Padre Georges, de los Maristas azules: hace un mes, la liberación de Alepo daba la ilusión de la paz, pero ahora el clima es de una “desesperación asfixiante”. Occidente combate a los yihadistas en su patria, pero los sostiene en Siria. Los católicos y su ejemplo de apertura y solidaridad.


Alepo (AsiaNews) - Hace un mes, el 16 de febrero, “Alepo había sido liberada por completo” y ese día escribí: “la esperanza es ahora, no en un futuro distante”. Como muchos sirios, “pensaba que la paz tocaba a nuestra puerta”, pero esta brisa de aire freso “ha sido sustituida por una desesperación asfixiante”. Es lo que escribe el Pbro. Georges Sabe, de los Maristas Azules, en la 38va Carta desde Alepo, publicada hace algunos días y enviada a AsiaNews. En ella, él afirma que “en pocos días, recordaremos una vez más aquél terrible 15 de marzo del 2011, cuando todo comenzó. La guerra no ha terminado”. 

El conflicto comenzó en marzo del 2011 como una revuelta popular, en el contexto de las consignas que circulaban en las plazas en plena Primavera Árabe, que involucró a algunas naciones del Norte de África y del Oriente Medio. En el ámbito interno, esta se transformó en la peor guerra -una lucha entre potencias rivales - del siglo XXI, a la cual se plegaron las derivas yihadistas que ensangrentaron todavía más el país. 

En nueve años, se registraron casi 400.000 víctimas, decenas de ciudades arrasadas, y la mitad de la población terminó desplazada dentro del territorio del país o huyó al exterior en busca de un refugio. Entre los edificios más golpeados se cuentan los hospitales y las clínicas, como denunció en su momento el nuncio apostólico en Damasco, el Card. Mario Zenari, y el peligro - que sigue siendo actual - de una “catástrofe humanitaria”

Desde el 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha documentado 494 ataques contra hospitales y clínicas en todo el terriorio de Siria, que han causado la muerte de 470 personas, si se suman personal médico y pacientes, además de 968 heridos. El conflicto no perdónó viviendas ni infraestructuras, y empujó - inclusive en las últimas semanas - a casi un millón de personas a huir hacia la frontera turca. Para las Naciones Unidas, se trata del peor éxodo masivo desde que se inició la guerra. 

“Turquía  - subraya el Padre Georges - ha lanzado una operación para proteger a los terroristas. El ejército sirio se desplaza hacia Idlib, reconquistando los pueblos que estaban controlados por el frente de al-Nusra [ex al-Qaeda, en Siria]. La autopista M5 sigue cortada. Se recrudecen los combates. Cientos de personas, algunas muy jóvenes, están perdiendo la vida”. 

El sacerdote luego se refiere a Occidente, y se pregunta por qué “cuando los yihadistas llegan a su países, los tratan como terroristas”, pero “cuando el gobierno trata de eliminar el terrorismo en Siria, estos mismos gobiernos hablan de la crisis humanitaria”. Y entre los “olvidados de Idlib”, que tanto preocupan al Papa Francisco, prosigue, hay tanto “miles de familias desplazadas”, como “miles de familias cristianas y musulmanas, retenidas por los yihadistas [...], que desde hace ocho años, les impiden vivir con dignidad”. 

Por último, el sacerdote de los Maristas Azules recuerda que la nación aún se ve golpeada por un embargo “que repercute en las personas., en su vida cotidiana”, que “empobrece a los más pobres de entre los pobres” y que “nos transforma en un pueblo de mendigos”. En este contexto, sigue siendo fundamental la obra humanitaria que promueve el grupo católico, que jamás cesó en todos estos años de guerra y violencia, y que recientemente fue elogiada por el presidente Bashar al-Assad. “En nosotros ven un modelo ideal de sociedad siria - concluye -, un modelo de apertura y solidaridad, un ejemplo de defensa de los intereses de los más pobres”.